Esta temporada oigo claramente bajar dos bichos por la ladera. Uno medianete entra directo al cebadero; el otro, de buen porte por el ruído de vegetación y el rastro que luego ví, se quedó a resguardo, gruñendo como intentando que el otro le siguiera. No podían cogerme vientos ni verme. Cuando el medianete terminó el grano (poco para que no se me piquen piarones, que ni así), fué a reunirse con el gruñón, aquel se calló y siguieron ruta juntos. Quizás supiera que la ración era insuficiente para los dos, quizás no quiera saber nada de grano porque sé que ya ha visto alguno caer así; la cuestión es que, señor y escudero o no, bien se comportaron como tales, y en este caso de buen señor es proteger a su vasallo.
A ese macareno tendré que trincarlo al paso o al agua, porque al grano nanai. Y eso que me pongo poquísimo en esa zona para ver si se pica, pero vió caer alguno y de esa agua ya no quiere beber.