Está el campo precioso hay comida y agua por todas partes y es difícil fijar a los cochinos en los comederos o charcas...
En los dos comederos que puse hace casi un mes las entradas son intermitentes, igual entran un día y cuatro no entran, con lo cual es difícil por este medio...
En uno de ellos junto al río, llevo unos días viendo una pista de un cochino de buen tamaño que además viene solo y aunque por la mucha hierba no se ve a ciencia cierta la talla del visitante, parece un cochino ya interesante quizá 80-90 kilos.
Dada su poca cadencia en el comedero, decido intentar una recogida al amanecer, pues registrando las posible entradas y salidas de un cerro muy sucio de monte que está como a 300 metros del comedero y aunque el terreno no permite ver bien las pistas, estoy casi seguro que el cochino que entra cuando quiere, está encamado en dicho cerro y voy a intentar cortarle el paso cuando vuelva al encame después de estar toda la noche por ahí pingoneando vaya usted a saber por donde...
Falta casi una hora para amanecer cuando, dando un gran abarco cual si yo mismo fuese el cochino tratando de sacar al esperero, me subo a un puntalito que da vistas al cerro el cual está muy vestido de monte si, pero con algunos claretes que domino perfectamente desde mi apostadero. El aire antes de amanecer no está mal, pues aunque no me viene firme de cara, si que pica sesgado, dejando el cerro libre totalmente hasta que el hipotético cochino llegara abajo casi a mis pies que entonces me sacaría sin remisión, pero el plan es no dejarle llegar tan abajo si es que le veo claro...
Pasan un par de horas... y ya totalmente de día empiezo a pensar en quitarme después de ver un par de ciervas de careo por abajo del cerro y un precioso macho de perdiz anunciando su posición con cantos bien entonados....Pero antes de empezar a moverme siento a los cochinos en el cerro, vienen hacia abajo y si siguen bajando los voy a poder ver perfectamente en alguno de los claros que domino. Hay algo que no me gusta tanto y es que el ruido inconfundible que les escucho, es de varios marranetes pequeños que vienen zurrandose y jugando entre sí, por tanto debe ser una piara lo que se aproxima. Raro es que esta piara no ha tomado el comedero estos días atrás pues allí lo único que se ve es la pista de un buen cochino solo, pero estoy allí y voy a ver quien sale a saludarme.
En un gran claro que hay casi abajo, se descubren tres cochinas grandes con un montón de rayones de apenas un mes o poco mas. Vienen directas a mi, pero en el peor momento el aire rola ligeramente y me sacan clarísimamente. Justo cuando las cochinas meten el tornillazo para taparse con las copas de dos encinas grandes, veo una cuarta que viene un poco separada de ellas y al descubrirse me doy cuenta inmediatamente que se trata del macho, sus hechuras le delatan.
No le vuelvo a ver más, pero si a una de las cochinas que se ha quedado a media barrera llamando desesperada a los rayoncillos que se han esturreado por todo el cerro en el desconcierto, todavía no saben los pobres como actuar cuanto hay desbandada general. Como buena madre se pasa como diez minutos allí llamándolos a pesar que le estoy dando el aire, hasta que los pequeños consiguen, no sin mucho esfuerzo encontrar la trocha y reunirse con ella, para emprender la huida definitiva. Bonita escena acabo de presenciar, pero ya no se me quita de la cabeza el macho que he visto fugazmente, y por supuesto, como se la puedo jugar. Era un buen mozo ya de unos 80 kilos y es bastante probable que sea el que deja la pista de vez en cuando en el comedero, pero no se porqué la piara no entra con el a la pitanza. Quizá no esta con ellas exactamente sino que encama en el mismo cerro y es el precisamente el que no les deja entrar al comedero, no lo sé, pero tengo que intentar algo para verle mejor y poder meterlo en el visor.
Decido ponerme por la tarde al otro lado del cerro, donde muy difusas, también le corté las huellas de salida a los cochinos, pero por la abundante hierva no pude ver nada claro. Total no pierdo nada, ahora se mueven los cochinos a cualquier hora y estos a pesar de haberse aireado no creo que se salgan del cerro para encamar hoy, pues ya a las diez de la mañana casi que se han subido para arriba no creo que se aventuren a salirse del cerro por los limpios para decidir otro encame.
Así que bien prontito me subo a un cancho desde el que domino la otra salida del cerro, la cual es una preciosidad de ladera muy vestida de monte que da a un vallejo muy querencioso con un arroyo ahí abajo. No llevo sentado media hora mirando con detalle con los prismáticos todo el vallejo, cuando a las 18.30 veo un trasluzón por el rabillo del ojo a mi izquierda y al girar la cabeza aprecio claramente el culo y las turmas de un cochino grande que se mete en un pegote de monte que hay junto al arroyo. El pegote en cuestión con unas pocas jaras, tamujos y unas zarzas grandes no tiene mas de 1.000 o 1.500 metros cuadrados y ahí se ha quedado el cochino, seguramente haciendo oídos para acto seguido salir al arroyo y tomar valle arriba.
Me transformo de inmediato en roca o vegetal, tratando de no respirar siquiera, pues el pegote lo tengo a menos de 60 metros por debajo de mi y al mínimo ruido el cochino me saca seguro. El dichoso aire que no me dejó tirarlo por la mañana cuando bajaba con las cochinas, parece que esta vez me va a ayudar pues lo tengo completamente de cara...Empiezo a pensar que ha sido una visión, pues pasada hora y media el cochino no da señal de vida y la tensión es máxima pues ni siquiera pestañeo y tengo una pierna muy dormida. Dudo ya seriamente si no se habrá escabullido por un rabote de monte muy estrecho que hay detrás de las zarzas por lo que pudiera yo no haberle visto si se ha escurrido precisamente por allí.
Pero en estas estoy cuando lo veo aparecer, precioso, encampanado por la caja del arroyo y completamente de frente a mi a unos 95 metros. Coloco suavemente el trípode en posición de sentado y apoyo el codo derecho en la pierna, metiendole la cruz de frente entre los ojos, esperando que se tercie ligeramente para soltar el disparo.
En un momento dado, cuando ya tengo montado el mecanismo de disparo, gira levemente la cabeza para cargarse de aire y le meto los 123 grains por debajo de la oreja, quedando el cochino seco en el sitio pataleando, lo cual me alivia y me satisface casi tanto como cobrarlo.
El lance ha sido intensísimo y me enciendo un cigarro para relajarme antes de bajar a ver de cerca a la ansiada pieza que es un buen cochino, es el mismo que se me destapó por la mañana un segundo, cuando se aireó toda la piara, pero esta vez venía el solito.
Cuando llego a el se mezclan varias sensaciones, dulce por el emocionante lance vivido con toque agrio pues se trata de un cochino de unos 80 kilos, gordo como un tejón con todo el pelo de invierno aun, pero es un cochino nuevo de unos tres años y por tanto un navajerillo. Es extraño pues en mi zona los cochinos de este tamaño suelen ser ya cochinos cumplidos, pues son cochinos de sierra, arochos, que no tienen tamaños muy grandes normalmente. Se ve que la buenísima montanera de este año los tiene bien alimentados, gordos como pelotas...