Los cazadores de patos de «Duck Dynasty» llegan al canal Xplora
No alcanzan la categoría de «frikies» pero se le acercan peligrosamente. ¿Su mérito? Llevar un estilo de vida que provoca en el espectador estupor y carcajadas a partes iguales hasta el punto de convertirlos en unas estrellas mediáticas que han conquistado a la audiencia española de los canales de TDT después de triunfar en Estados Unidos. Los penúltimos en llegar son Phil Robinson (Duck Commander), su hijo Willie y Jase y su esposa Kay. Son los protagonistas de «Duck Dynasty» –que estrena mañana el canal Xplora en horario «prime time»–, una familia de Lousiana que, por su indumentaria, son lo más parecido a una célula terrorista cuando simplemente se dedican a fabricar toda clase de artilugios para cazar patos. Aparte de hacerse de oro, se cuentan por millones de personas los que siguen sus andanzas. En Estados Unidos son unas celebridades, con unas audiencias mareantes de más de nueve millones –dobló las cifras de «Breaking Bad», lo que es mucho decir– a lo que hay que añadir su impacto en las redes sociales, con 5 millones de seguidores en Facebook. A pesar de que un silbato para patos les ha convertido en millonarios ellos siguen a lo suyo, pringándose hasta las orejas en los pantanos de Louisiana y llevando una vida a la que sólo se le ajusta un calificativo: estrafalaria. Su popularidad catódica les ha convertido en unos líderes de opinión para los habitantes de la América profunda, hasta el punto de que la Asociación de Derechos Humanos y la Asociación Nacional para el Avance de la Gente de Color escribieron una carta al canal de cable A&E, que emite «Duck Dynasty», después de que el protagonista del «docureality», y patriarca de la saga, Phil Robertson minimizase la esclavitud en Estados Unidos, cargase contra los homosexuales y demás florituras verbales que le granjeraron no pocos enemigos mientras el Tea Party les ponía ojitos para que se convirtiesen en uno de sus reclamos electorales. La idea se quedó sólo en eso tras el penúltimo escándalo por enarbolar la supremacía de la raza blanca. Polémicas van, polémicas vienen son un espectáculo en sí mismos. Sólo hay que ponerles delante una cámara y dejarles hablar y actuar: pocos programas de humor con guionistas de postín tienen «sketches» más hilarantes.