Un jabalí, de paseo dominical por Carballiño
No es la primera vez que se ven jabalíes en el casco urbano de Carballiño, pero lo ocurrido este pasado domingo fue de lo más insólito, porque uno de esos animales, de gran envergadura, paseó a sus anchas por el centro del pueblo ante la mirada atónita de los transeúntes. No era para menos, porque serían poco más de las nueve de la noche, cuando todavía había mucha gente en las calles peatonales y cafeterías, incluidos los chavales que siempre se reúnen en el entorno de la Plaza Mayor y de la calle Perfectino Viéitez.
El animal fue avistado primero en la rotonda de la N-541, en la entrada principal del pueblo, hurgando en el césped en donde causó algún que otro estropicio y, seguidamente, enfiló por la calle Martínez Avellanosa hacia el mismísimo centro. Un pandilla de niños lo seguía e incluso uno de los pequeños quiso acariciarlo. Menos mal que el enorme jabalí echó a correr y le ignoró porque, tal y como comentaba un vecino que presenció la escena, 'podía haberle mordido o algo peor'.
Fue este vecino uno de los muchos que alertaron a la Policía Local. El agente que estaba de guardia pensó que se trataba de una broma: ¿cómo iba a estar un jabalí en la Plaza Mayor?. Finalmente, acudió junto con el Grumir y lo siguieron hasta la calle Faustino Santalices, desapareciendo en unos prados cercanos.
El extraño visitante no dejó indiferentes a quienes lo vieron, que no daban crédito a lo que tenían delante. Miembros de Protección Civil y también de la Policía Local no descartan que se trate de un animal domesticado y por ese camino encauzan las investigaciones.
No obstante, también es cierto que los acercamientos al pueblo han aumentado en los últimos meses. El mismo jardinero municipal ha comprobado el paso del jabalí por rotondas y jardines. La última vez ocurrió hace pocos meses, cuando destrozó parte de las jardineras del entorno de A Veracruz. Además, han sido vistos en el cruce de la 'casa azul', Cuatro Caminos, en el barrio de Rapariz y en el Parque municipal. Incluso, en ocasiones, se atreven a acercarse hasta las terrazas de los bares para comer restos de frutos secos.
Son animales salvajes, que han perdido el miedo a los humanos, y cada vez se acercan más a las poblaciones buscando alimento.
Otro gran problema que generan es en las carreteras, provocando accidentes cuando cruzan la calzada, algo habitual en los accesos rurales pero también en viales como el Eixo do Ribeiro.