Esperas al Jabalí


CALZONES SUCIOS Y EL INVITADO DEL MAESTRO Cap VIII

Autor Tema: CALZONES SUCIOS Y EL INVITADO DEL MAESTRO Cap VIII  (Leído 17212 veces)

Desconectado Quatermain

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CALZONES SUCIOS Y EL INVITADO DEL MAESTRO Cap VIII
« en: Octubre 17, 2014, 07:33:39 pm »
Cap VIII
CALZONES SUCIOS Y EL INVITADO DEL  MAESTRO
Un martes a primera hora de la tarde, mientras tomaban un café en el bar de siempre, y tras un silencio prolongado, de esos que no eran frecuentes entre el maestro y Calzones, saltó  D. Antonio rompiendo dicho silencio:
-Calzones, tengo que pedirte un favor…
-Maestro, ¡tu endirás!. Ya jabes que si está en mi mano jestá jecho.
A estas alturas se tuteaban con sus apodos de Maestro y Calzones.  El maestro había dejado de enmendarlo cuando hablaba, porque era un caso perdido y tampoco era necesario. Cuando llevaba dos días hablando mas o menos bien se dejaba ir y vuelta a cerrar el habla. Pero el maestro había aprendido ya su “idioma”, así que ¿para qué?.
El maestro se quedo callado, pensando como entrarle a su amigo.
-Mira Calzones, en Madrid,  el que fue mi jefe y ahora  es mi amigo,  y que hizo mucho por mí,  además de ser una buena persona resulta que es cazador. Es un personaje influyente, y creo que es conde o algo así. Va de caza por todo el mundo, y ha cazado los mejores trofeos internacionales. En España va a monterías de postín y se codea con lo más selecto del mundillo cinegético.
Calzones,  con los ojos como platos solo acertó a preguntar:
-¿¿Cinequeee??
-Bueno no te preocupes por eso, la cuestión es que cuando hablaba con él y me contaba sus viajes y andanzas, pues yo le contaba las mías. Que por otra parte eran más bien “las nuestras”.  Curiosamente le parecieron interesantes, y cada vez me preguntaba más cosas sobre ellas y quería más detalles. Hasta que me preguntó hace unos días si seria posible que nos acompañara en una de nuestras excursiones de caza. ¿Qué te parece, Calzones? ¿Podríamos llamarlo, para que se venga?.
-Tre,  jón murtitú.  Pero sistás comprometío, ya apañaremos argo. Podríamos llevarlo a las Peñas Artas, que allí se encama un venao de padre y mu señormío que son los que le gustan a los de la capitá. ¿Cómo está de remos eje amigo tuyo?. Porque hasta allí hay un tirón.
-Si ha cazado cabras y bichos raros por todo el mundo,  debe estar bien.
-¡Pos no se jable mas!.  A las Peñas Artas a por el venao, que eje tié unos güenos lomos. Ya pués echarle el telejono y que je venga en cuanto quiera. Mañana macerco y le echo un ojo ar venao no vaya a estar cambiao de cama.
Así quedo la cosa. D. Antonio hablaría con su amigo y lo organizaba todo y Calzones controlaría el venado de marras y preparaba la logística de caza. Por supuesto el Maestro habló con Don Serafín que era como se llamaba el buen señor. También tenía denominación de solera, “Conde de Rivasana”, un título heredado de rebote de un tío segundo suyo que falleció sin descendientes conocidos, y que a fuer de ser justos, no utilizaba nunca. Solo lo llamaban así algunos  íntimos del mundillo mas “tonto” de Madrid.  El mismo los llamaba ” los  Intimostontosdebaba”( Por supuesto cuando no estaban delante). En el mundillo aristocrático los había “buena gente” como en todos sitios y “tontos muy tontos” que no tenían un duro pero iban de “GentilesHombres”  por donde pisaban.  Don Serafín procuraba no tratarse con los “intimostontosdebaba”, pero a veces no había más remedio, con los otros se llevaba bien. De hecho en su círculo habían algunos .
 En el mundillo cazador se juntaba con un grupo en el que había de todo: otro conde, un marqués, un comendador de orden militar, dos médicos, un abogado, un fontanero, un maestro de obras (que era el que más duros tenia a decir de D. Serafín), un ferretero que vendía de todo en su ferretería (hasta escopetas y cartuchos) y era el que los surtía de todo lo necesario, al grupo. También un representante de productos farmacéuticos, un cura, y dos trabajadores de una fundición de bronce; de los que uno era  contable y el otro un tornero muy manitas que a decir de todos era un buen fichaje, capaz de arreglar cualquier cosa.  En el grupo los títulos no pasaban de ser un mero apodo simpático. Se llamaban unos a otros, “Rivasana” por aquí, “Tornero” por allí,  “Contable”, etc.  Al cura era el único al que ponían el don por delante de su nombre; “Don Francisco el párroco”.
Todos hacían sus pinitos por su cuenta a la hora de cazar, pero cuando se reunían en la finca de Antonio Jiménez (el maestro de obras forrado) y echaban el día a perdices y conejos, el mundo se podía parar. Antonio Jiménez había construido una casilla de cazadores en el extremo de la finca lo más lejos posible de la casa principal y así no lo controlaba la parienta. En la casilla se cocinaban los más jugosos guisos que la imaginación pueda idear, y los días de caza  se traducían en ratos increíbles.
Don Serafín, aparte de estos menesteres, se regalaba de vez en cuando con una excursión solitaria a lo que fuera posible. Había estado en Canadá cazando el oso negro y el alce. Fue a Persia a cazar carneros y grandes jabalíes. E incluso fue invitado a la India a una de las últimas cacerías de tigres de bengala, que dicho sea de paso fue un autentico fracaso. Era lo que se llama un cazador trabajado y con posibles. No tenía apreturas económicas y ejercía de alto cargo en el Ministerio de Educación y Ciencia. Rondaba los sesenta y cinco y no había visos de que lo fueran a jubilar. No tenía hijos y su mujer le daba completa libertad ya que ella gastaba todo su tiempo ocupada en tareas sociales. Disfrutaba lo mismo cazando la menor que  la mayor. Era un amante de las armas finas, de las que junto con el titulo había heredado algunas que eran autenticas joyas. Eso fue lo que más le gustó del hecho de  heredar. Una de sus mas apreciadas   “herramientas” era una escopeta de perrillos exteriores, fabricada por E. Schilling en Barcelona a comienzos del siglo, y que fue adquirida por su anterior propietario para participar en una cacería con el Rey Alfonso XIII. No llegó ni a dispararse en esa ocasión. Era la que se conocía como modelo Jabalí. Con cuatro estrellas en el caño derecho y tres en el izquierdo era fantástica para cazar en mano y además baleaba tan bien que la podía echar a pelear con el mejor  express.  También tenía una preciosa carabina Mannlincher- Schoenauer con la madera hasta la boca, de un calibre pequeño y raro, del que le costaba bastante encontrar munición.
Pues este era el amigo del Maestro. Y cuando recibió la llamada de Antonio, en la que le decía que iban a ir a cazar juntos al pueblo donde estaba destinado aquel, olvidó todo lo que tenía entre manos, incluso les dijo a sus amigos cazadores que no contaran con él en una temporada porque estaba organizando una salida. El problema era que no había forma de ajustar los días que le venían bien a él, con los que le venían bien a D. Antonio. (A Calzones le venia bien cualquier día).Por ese motivo se estaba demorando la cosa.
-Maestro, achúchale a tu amigo, quel venao se va a mudá de cama. Como se canse y trasponga la sierra que le echen un gargo, que no lo vemoj maj.
-Ya lo sé Calzones, pero es que es una persona muy atareada, que le vamos a hacer.
-¡pos achucharlo!, no testoy diciendo. A más, si je viene la úrtima semana der mes, en siete diaj, habrá luna, y tengo marcao un guarrete majo, en las tapias los jalmendros  der Nicasio. Se las está esbaratando toas, buscando las lombrices. Y  levantá las tapias nuevas vale un capitá. Marca los uñeros que lo menos tié diez arrobas. Un guapo mozo.
-Bueno Calzones, pues hoy lo vuelvo a llamar, a ver si puede el último fin de semana del mes.
Cuando hizo la llamada, le contó a su amigo algo más del plan que tenían. Las veces anteriores le adelantó poco sobre lo que pensaban hacer por prudencia, no fuese a ser que fallara la cosa como con el tigre. Tal como le  contó lo del venao... el amigo Rivasana empezó a aplazar mentalmente compromisos familiares, laborales y sociales, pensando cambios de fecha en la agenda, etc. Pero  cuando le contó lo del guarro…, cerró la agenda de golpe y masculló,- eso sí con mucha clase-:
- “A tomar por culo todo el mundo” , ¡Antonio, voy para allá el viernes a primera hora, ya habrá quien me sustituya en el ministerio porque voy a estar “indispuesto”, faltaría…!
 Y se dedicó en los cuatro días que le quedaban a prepararlo todo. Se acostaba a las tres de la mañana. No dormía. Repasaba mentalmente lo que podía dar de sí la excursión. Saldría a las siete de la mañana, de Madrid, y estaría en Villalba del Fresno a las once y media, haciendo una paradita para desayunar y cambiarle el agua al canario. Tenía apuntada la dirección de la casa-bar de Calzones. Le había dicho Antonio que preguntara a cualquiera por Calzones, que no tenía pérdida. Que él se iba directamente al salir del colegio y se verían allí.
-¿Como se llama en realidad tu amigo, su nombre de pila, no voy a llamarlo Calzones por las buenas?. Preguntó el conde al Maestro.
-Pues se llama Mario, pero a los cinco minutos de conocerlo ya le estarás llamando Calzones como todo el mundo.

El viernes en cuestión, a las cinco de la mañana estaba llevando los bártulos al coche, y como había planeado salió en dirección a la carretera que llevaba a Villalba del Fresno alrededor de las siete. Aún de noche, conducía con la ventanilla izquierda algo bajada. Le gustaba sentir el fresco de la mañana mientras repasaba mentalmente los preparativos y la letanía de meter las cosas en el equipaje.
-…¡Coño la navaja! Se me ha olvidado la navaja, ¡imperdonable!. Mira que siempre repaso la lista…
Era cierto, el “señor conde” tenía una libreta negra con una gomilla donde había listado los bártulos que tenía que llevar a cualquier salida cinegética y que punteaba a modo de comprobación antes de salir. Pero en esta ocasión no lo había hecho y lógicamente algo se quedó atrás.
Ya de día decidió que era hora de parar a tomar algo y darle alivio a la próstata. La carretera que llevaba a Extremadura era rica en ventas y bares aislados o en medio de cualquier aldea o pueblo que se  cruzara. Se decidió por un bar, en un “casi pueblo” porque aquello no llegaba a la categoría de pueblo. Era un bar más bien pequeño y pobre, pero en las cunetas estaban varios camiones parados, y como siempre decía;
- si paran los camioneros a comer, para tú también.
Se zampó una gran tostada con zurrapa de lomo y un café con leche, por aquello de que habitualmente lo tenía prohibido por el médico, debido a su tensión arterial alta. Pero ni el médico ni su señora esposa (aliada y  espía declarada del doctor) se iban a enterar. Le supo el desayuno a gloria. Cuando pagó, vio en una estantería protegida por un cristal unas navajas con un letrero que ponía “Grabadas 6 €”.
-¡Oiga! Dijo dirigiéndose al camarero ( y propietario del local).-¿Que es esto de: “grabadas 6 €”?.
-Que se las grabamos, sobre la marcha de gratis, porque sin grabar valen lo mismo.
-¿Y que tal resultado dan?
-Son “cojonuas”, por esos las grabamos, pa que no se la afanen. Que son mu golosas.
-¡Pues me llevo una!
Las navajas eran muy básicas, con el mango de palo sin tratar y la hoja de un acero mate y algo basto.
-Cortan como una navaja de barbero y se afilan mejón. ¿Que nombre pongo caballero?.
-Ponga usted Serafín.
-Ahora mismo Don Serafin.
-No, no Don Serafin, ¡no! Solo Serafín.
-Muy bien señor.
Y con un punzón caliente grabó, con una maestría asombrosa, su nombre en las cachas de madera.
-¡Vamos,   ir de caza sin navaja!. ¡Sería la primera vez!. -Se dijo mientras entraba en el coche mas contento que unas pascuas -.
Arrancó y continuó viaje, …y a los cinco minutos…
-¡Coño!... ¡Si no he meado!...Con la historia de la navaja…
La vejiga le acuciaba, así que tuvo que hacer una paradita en una cuneta, para desaguar mientras olía el campo, que a esa hora era una maravilla. Era evidente que desde que salió de Madrid dejó de ser el Sr. conde para ser Serafín a secas. Olvidó sus modos más o menos refinados y acabó largando tacos como cualquier hijo de vecino. Aquí era donde de verdad disfrutaba.
Se plantó en Villalba un poco antes de  las once y media. Más pronto de lo que pensaba a pesar de los planes. Tal como entró en el pueblo vio a la pareja de la guardia civil charlando con alguien. Paró el coche junto a ellos y bajó la ventanilla.
-¡Buenos días!¿Conocen ustedes a un señor, llamado “Calzones”
-¡Buenos días! Contestaron los agentes, saludando marcialmente, mientras miraban extrañados a aquel señor tan bien vestido y educado, conduciendo un Mercedes todo-terreno nuevecito que preguntaba por Calzones Sucios.
-¡Al Calzones lo conoce todo el mundo!, dijo el cabo, mordiéndose la lengua, porque lo que le salía de natural era decir:”Al Joio Calzones lo conoce to Diós” , pero se contuvo porque no sabía con quien hablaba. El cabo tenía muchos tiros dados y sabía latín. Así que dejaba que aquel buen señor hablase.
-¿Como puedo llegar a su casa?
-Todo recto hacia lo alto del pueblo y la última calle a la izquierda hasta que se termine la misma calle. La última casa que tiene un corralón, ahí es.
-Don Serafin no dijo más palabras que un lacónico “muchas gracias, buenos días”. Sabía de sobra que aunque en cinco minutos todo el pueblo sabría que había llegado un forastero preguntando por Calzones Sucios,  cuantas menos pistas diera mejor.

Continuará




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Re:CALZONES SUCIOS Y EL INVITADO DEL MAESTRO Cap VIII
« Respuesta #1 en: Octubre 17, 2014, 11:26:45 pm »
Que alegría, ha vuelto!!!!!

Voy a leermelo y te doy mi opinión.

Jué que regustillo dejan tus relatos Qaterman, a ver que pasa con el pavo y el cochino que seguro darán juego...
« Última modificación: Octubre 17, 2014, 11:53:22 pm por Fozzie »

Desconectado adol

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL INVITADO DEL MAESTRO Cap VIII
« Respuesta #2 en: Octubre 18, 2014, 06:11:35 am »
La que se esta montando, la GC. envelada y la otra pareja acuciada, que VIII se prepara.
Si abates la mitad de lo que tiras, eres muy bueno, pero si tiras, solo, a lo que puedes abatir, eres de lo mejor.
La caza, la pesca y cuidar nuestro entorno, son nuestras herencias, respetemoslas.

LOBACO

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL INVITADO DEL MAESTRO Cap VIII
« Respuesta #3 en: Octubre 18, 2014, 08:12:55 am »
Otro trofeo más en tu rica e imaginaría pared literaria amigo Quatermain. Lo malo es que al estar inacabado le dejan a uno con la duda.

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL INVITADO DEL MAESTRO Cap VIII
« Respuesta #4 en: Octubre 19, 2014, 06:48:54 pm »
Bienvenido Calzones te se echaba de menos  ;)

Me tiene intrigao la navajita. 

Un saludo.

 
"Para tener enemigos no hace falta declarar una guerra; solo basta decir lo que se piensa".

Martin Luther King

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL INVITADO DEL MAESTRO Cap VIII
« Respuesta #5 en: Octubre 19, 2014, 08:35:55 pm »
ese calzones es un tío grande, se espera una buena aventura para serafin el maestro y claro esta de la mano de calzones
queremos vivirla nosotros tambien, no tardes Quatermain
solo me gustaría saber lo que no se

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL INVITADO DEL MAESTRO Cap VIII
« Respuesta #6 en: Octubre 19, 2014, 10:35:26 pm »
Que bueno tener a calzones y el maestro de nuevo y ahora acompañado de  un conde menuda aventura nos espera  Quatermain no nos agas esperar  esto promete  un saludo

Desconectado arriero

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL INVITADO DEL MAESTRO Cap VIII
« Respuesta #7 en: Octubre 19, 2014, 11:43:16 pm »
Ya era hora, hombre, Ya era hora!!! ;) El próximo capitulo espero que sea antes de Navidad.

Quater, nunca defraudas.

Un salido.

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL INVITADO DEL MAESTRO Cap VIII
« Respuesta #8 en: Octubre 20, 2014, 09:51:25 am »
El Rivasana es de los nuestros  ;).Con el venao parecia que no terminaba de arrancarse,pero cuando hay cochinos de por medio... :D.Como siempre,"enganchaito" me tienes y a la espera de nuevas entregas  :).
"No subestimes a tu presa y prepara su caza,como el mayor de los retos"

Desconectado Manuel

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL INVITADO DEL MAESTRO Cap VIII
« Respuesta #9 en: Octubre 20, 2014, 12:41:14 pm »
Ganas habían de volver a saber de Calzones y el Maestro.
Nuevos ingredientes en la cazuela para esta nueva entrega.... este nuevo guiso promete!!

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL INVITADO DEL MAESTRO Cap VIII
« Respuesta #10 en: Octubre 20, 2014, 02:02:20 pm »
 Quatermain, te felicito por el relato este del calzones zuzios y ...por tu sabia forma de contarlo  :) :) :) . Un saludo

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL INVITADO DEL MAESTRO Cap VIII
« Respuesta #11 en: Octubre 20, 2014, 07:35:19 pm »
Esperando acontecimientos para seguir disfrutando... ::)
Me dispuse a esperar a un macareno que no había dado palabra de acudir...

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL INVITADO DEL MAESTRO Cap VIII
« Respuesta #12 en: Octubre 20, 2014, 11:57:16 pm »
Enhorabuena y muchas gracias por volvernos ha traer al bueno de calzones
Esperando estoy conocer más de la historia

Saludos

Desconectado JUANFRAN

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL INVITADO DEL MAESTRO Cap VIII
« Respuesta #13 en: Octubre 21, 2014, 12:29:39 pm »
Bueno pues el querido QUATER, uno de nuestros escritores de tronío, ha decidido dar vida literaria,  de nuevo,  a nuestro inefable Mario el Calzones y a su aprendiz de cazador pero maestro en la vida:  Don Antonio.  QUATER,  como experto narrador que es,  tiene talento suficiente como para rellenar dos cuadernas de buena escritura sólo con la descripción del Sr. Conde, sus amistades, su trabajo habitual y sus gustos cinegéticos, incluso con pinceladas inconclusas del armamento del alto cargo de Educación.  Ni qué decir tiene que me lo he tragado del tirón y le he dado "una segunda vuelta", por si algún detallito (de los de QUATER) me había pasado desapercibido.  El viaje por la carretera de Extramadura (ya sabeis "In extremus Dori"), preciosamente filmado (si digo bien, filmado) y la compra de la navaja (que coño tendrán esas navajas artesanas que se venden en los chamizos de carretera pero que terminan dando más juego que las BOQUER, BUK, o cualquier otra marca de prestigio) todo un descubrimiento para nuestro amigo el Conde que, por cambiar de talante, esta dispuesto hasta a "descentralizar" su idioma, haciéndolo mas comprensible para gentes como el bueno de Calzones....  Ajalá vaya para larga la narración (que no el tiempo de reapertura) y que, como siempre, CALZONES (con mayúscula) pueda dar lecciones de caza y, a su manera, de señorío y amistad a quien quiera que le dé la mano.  Va por ti QUATER.   

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL INVITADO DEL MAESTRO Cap VIII
« Respuesta #14 en: Octubre 23, 2014, 01:30:09 pm »
Enfiló  hacia la parte de arriba del pueblo tal como le habían indicado, hasta que una fila de casas le indicó que había llegado al tope de la calle. Giró a la izquierda como le había dicho el cabo hasta que el piso de asfalto se cambió por un camino de  tierra. Antes de llegar sabía de sobra cual era la casa del tal Calzones Sucios. Un emparrado con mesitas  y manteles de cuadritos (tal como le había descrito el maestro) y una señora baldeando y barriendo el suelo bajo la parra.
-Esa debe ser la cuñada del Calzones. …¿Como coño me dijo  que se llamaba?.... ¡Buenos días señora!
Teresa levantó la vista, sin  extrañarse porque sabía de la visita esperada. Dejó el escobón de palma y se limpió las manos en el delantal.
-¡Buenos días!,  Usted debe ser el señor de Madrid. El amigo de don Antonio. ¿No?
-¡Serafín Rivasana, para servirla!, -y le estrechó la mano suavemente  haciendo un amago de subirla hasta su boca pero quedándose a la altura del pecho. Teresa que no estaba acostumbrada a estos modales la retiró un poco seca. No sabía si alagada o azorada, pero la retiró. De cualquier forma, le invito a sentarse y tomar algo fresco mientras llegaba Mario, que había subido al monte y al parecer se había retrasado algo.  Dándole las gracias Serafín se acomodó en una de las mesas y Teresa le puso por delante un pan de hogaza y un trozo de queso. A continuación le sacó una jarra de barro con un  tinto anónimo y un vaso. Serafín echó mano de su navaja nueva y al palparse el bolsillo se quedó quieto como una estatua. ¡La navaja no estaba en el bolsillo!
- ¡Si que me ha durado la puñetera navaja!...
Y volvió a palparse los pantalones impecables no fuera a ser que tuvieran un agujero impertinente. Los bolsillos perfectos. Dirigió la mirada al coche de forma maquinal y en el estribo del todo terreno entre la tierra y el polvo vio un objeto….
-¡Coño mira donde está la puñetera!...anda que se ha puesto buena, ha viajado en el estribo desde el bar. No sé cómo ha aguantado hasta  aquí , pero el caso es que ha aguantado.
Se levantó y la recogió junto con un pegote de barro seco. Golpeó el barro contra las piedras de la pared y se dirigió a la manguera con la que Teresa baldeaba el suelo. Aún salía un hilillo de agua. La zapatilla del grifo estaba bien vieja y la había dejado apoyada en un arriate para aprovechar la fuga de agua, en un primitivo riego por goteo a la base de la parra. Limpió como pudo el barro pero el aspecto de la navaja una vez limpia ya no era el de nueva. Se esmeró con la limpieza de la hoja y empezó a cortar una rebanada de pan y un trozo de queso, dejándola  en lo alto de la mesa.
Pasaría más de media hora, en la que se zampo el queso, el pan y la jarra de vino sin darse cuenta, charlando de cosas breves e intrascendentes con Teresa  que a veces aparecía y le hacia algún comentario del tipo -(“Calzones tiene que estar al Llegar”, “No suele retrasarse, pero en el campo ya se sabe…”)… (“Como no lleva el reloj”) y las contestaciones de Rivasana: -(“no se preocupe, no hay prisa”)…( “que bueno está el queso” )…(“Bendito vino este”)… En esas llegó Calzones, que desde que de lejos, tuvo a la vista la casa, el coche, al amigo del maestro, etc. sin descomponer el gesto fue analizando todo lo que veía.
Se fijó en el coche, “Trae una montura bien costeá el gachó”. En la ropa, “No es nueva perostá  conservá…, se ha quitao la mascota pa sentarse a jamá”, “y no sa repachingao en la silla”, modales tiene... ¡Coño no va a tené siés conde!,- iba pensando tal como se acercaba.-( “La gente de campo guipamos a los forasteros antes dablá con ellos”. -Decía siempre Calzones).
Al llegar a su altura, mientras él se quitaba la gorra y Serafín se levantaba a saludarlo, se fijó en el plato de queso, en cómo estaba cortado el pan y en… la navaja. - “¡Tiécojones!,  la navaja de palo y bien trabajá, pué se ve hombre de campo, con esa navajurra.... (“No siempre acertáis”. Decía siempre el maestro).
Las presentaciones de rigor estrechándose las manos.
-Serafín Rivasana, encantado de conocerle. Antonio me ha hablado mucho de usted.
-Yo joy Mario, pero ya le habrá dicho don Antonio que tol mundo me llama Calzones Sucios, ya jabe, cosas de loj pueblos.
-Me lo dijo Antonio, y me he tomado la libertad de preguntar por usted con ese nombre. Espero que no le moleste.
-¡Quiá me va molestá!, es que ji pregunta de otro modo no llega aquí. Aquí naide sabe quien ej Mario Gomarez. -Afirmó Calzones mientras, con un gesto indicaba el hecho de tomar asiento en la mesa, y  al que Serafín respondió con un- ¡Por favor!
En ese momento aparecía en el umbral de la puerta, Teresa con un botellín para Calzones y se quedó extrañada de oír el apellido de su cuñado. Casi lo había olvidado.
-Y bueno… ya me dijo Antonio que él llegaría mas tarde. Cuando terminase en el colegio. Creo que a las dos. –Empezó diciendo Rivasana, para romper la pausa silenciosa tras las presentaciones.
-¡Tié que está al caer. Ese no aguanta hasta las dó!. En oliéndose el humo de la pólvora, sa aprieta.
-¡Ya!...Está bueno el queso…¿ustedes no comen?..-Preguntó Serafín mientras cortaba una rodaja de pan y un trozo de queso.
-¡Coma usté, coma!...que a mí a esta jora solo mentra un botellín fresquito…Guena navajilla gasta usted…, las de palo son las mejores y la tiene trabajá…esas safilan con cualquier canto.
Y Rivasana para no desairarlo…- Sí, no está mal… lleva un tiempo conmigo y siempre ha cortado estupendamente.- (Pensando que en realidad lo que había dicho no traducía la estricta verdad pero tampoco era mentira).
En ese momento se levantó Calzones, e instintivamente el conde hizo lo mismo.
-¡Mire, Don Serafín quien asoma por lo bajo la calle!. Er prenda ha terminao ligero. No le dicho que en oliendo a polvora…
-¡Hombre, Antonio!…- Y lo saludó de lejos, alzando la mano, mientras el maestro subía el repecho de la calle hasta la casa de Calzones o la suya, que estaba enfrente. El maestro correspondió al saludo con una sonrisa y levantando también su mano a la vez.
Cuando llegó a la parra le dio un abrazo entrañable a Rivasana y una palmadita en el hombro a Mario, a la vez que le decía...- Que Calzones… ¿ya has empezado con los botellines?.
-Calzones contestó con la confianza que da el compadreo de amigos: -¡Coño maestro! Solo ma dao tiempo a tomarme una. Tu amigo, aquí  Don Serafín sa cascao una jarra vino. -Esa afirmación en boca de Calzones era como admitir a Serafín como uno más en el grupo.
Serafín no lo supo interpretar así y se puso colorado como un tomate. Rápidamente, Antonio se percató y en vez de disculparlo, le añadió mas hierro al asunto diciendo…-¡Y  medio queso!.. con lo que Serafín ya se dio cuenta que era lo normal entre ellos y completo la broma (ya de su color normal); -¡Hombre es que esto no te lo comes en Madrid ni borracho!.
-Gueno y tú…¿ cashecho con los zagales? …¡So Maestro! Dijo Calzones cambiando el tercio.
-Les he dado recreo dos horas antes. ¡No se ha enfadado ni uno!.¡ jeje!. Espero que no se enteren en el ministerio…-Dijo mientras le guiñaba un  ojo a Don Serafín y añadió: -Bueno Calzones, ¿Qué plan tenemos?.
Calzones se arrellanó en la minúscula silla y empezó a “relatar”: -Lo primero es enalojá al sr. Conde.  Endispués… -En ese momento lo interrumpió Antonio diciendo…-Calzones, como lo sigas llamando “señor conde” te va a capar como tu dices ”Con la soga del pozo”, llámalo Serafín. –Y dirigiéndose a Rivasana:- No te hagas ilusiones, te llamará como le dé la gana, ¡es un caso perdido!. Y terminó dando un palmotazo en la espalda de Calzones.
-Maestro, ¡!tiés perdias las formas, ¿no se conquién te juntas tú?.
-¡Bueno lo del alojamiento esta decidido, se queda en mi casa!.-Dijo Antonio.
-No quisiera molestar… si hay una pensión…
-No te jagas elusiones, Rivasana …-Le cortó Calzones emulando al maestro… -Ta lojará onde le de la real gana, ej un cazo perdío. -Y siguió con los planes: -Ahora, endispués de merendarnos unas papas aliñás, y un corderillo ca guisao la Tere, noj vamos a subí a la sierra, pero ya vestios de “bandidos” ¿eh?… ¿Cómo anda usté de remos, Rivasana?... -Rivasana, enarcó una ceja y contestó bajito mientras Calzones seguía hablando…--Bien…supongo…
-Er venao de marras come en los bajos los bellotines de loj robles melojos, y a la caía la tarde se repecha pa encamarse en lojartos que son mas frescos porque  jace entoavía caló. Le visto la verea que lleva y lo vamo a esperá a la vera. ¡Rivasana, lo vaj a dijpará a güebo!.
-Parece fácil , ¿no?. Comentó Serafín mirando alternativamente a los dos.
-Bueno,… fácil…fácil…no és… Que Calzones lo cuenta así muy sencillo, pero primero hay que llegar.- El maestro sacudía la mano derecha como si se quemara mientras hacía este comentario, para terminar diciendo: -Me lo llevo a casa y volvemos para comer y marcharnos. ¿A las una y media  está bien, Teresa?. Para comer, digo…
-La comida está hecha, cuando queráis la pongo. -Contestó Teresa desde la puerta.
Calzones confirmó la hora también.
-Que chica mas maja, esta Teresa.- dijo Serafín mientras cargaban los achiperres del coche a la casa.
-Un “cachopan” como diría Calzones. Por cierto, Marta no está en casa. Lleva dos semanas en casa de su madre que está pachucha y Antoñillo está con ella. Así que nos apañaremos solos. ¿Qué te has traido?-Preguntó mirando las fundas de cuero de las armas, que lucían sus iniciales en los lados.
-Pues como no sabía muy bien lo que íbamos a hacer, me he traído la carabina del seis y medio y la paralela del doce.
-¿La Jabalí?
-La misma.
-Verás cuando la vea Calzones…
Se refrescaron un poco y se cambiaron de ropa. Eso era lo que Calzones llamaba “vestirse de bandidos”, porque él se calzaba unas alpargatas de esparto, unos calzones de rayadillo (los de siempre) con los bajos reforzados con tela mas basta (de gastados que los tenia), una pelliza de borrego, y un pañuelo en la cabeza a lo pirata sobre el que se ponía la mascota. Esta era su ropa fuera invierno o verano, que “en invierno no sobra la manta y en verano con no echártela tampoco” sentenciaba.
De esta guisa pero con la pelliza quitada y colgando del zurrón, estaba esperando Mario bajo la parra con un botellín fresquito. En la mesa contigua, unos senderistas se refrescaban y lo miraban curiosos. Alguno hasta le hizo una foto disimuladamente. Por supuesto hasta que Tere les puso por delante el menú del día. En ese momento se olvidaron del resto del mundo.
Antonio y Serafín cruzaron la calle y se sentaron a comer. Dejaron los bártulos en el zaguán por prudencia al ver que había más gente en el emparrado. ´
-La gente que no ha hecho la mili se asusta en cuanto ve un arma.  -dijo Serafín
-Como si fueran peligrosas. Las peligrosas son las personas y no las armas. -Se rió el Maestro.
-Antes todo el mundo sabía lo que era un mosquetón, ahora se creen que es una mosca gorda. -Y risotada de Serafín, al que el vino le soltaba la lengua.
Comieron opíparamente. Quizás el que menos Serafín pero porque se había zampado antes medio queso con pan.  A mitad de comida oyeron comentar a los senderistas que iban a volver al monte a coger setas. A lo que Calzones comentó en voz baja, -¡Ya la vamos a liá, a que senvenenan!...Tere,  jártalos de cerveza que como sean capazes de zubí, estos no bajan.
Teresa disimuladamente se levantó, y les acerco más botellines. –¡A estos invita la casa!
Cuando cogieron la vereda, dejaron a los senderistas, mirándolos de forma rara como asustados de ver las armas, pero con unas risotadas que anunciaban que no iban a poder subir a por setas.
Otro que también miraba, era Calzones a la Marlinncher con visor de Rivasana, -Bonito cacharro trae usted.
-A tu disposición, Calzones, y se la mostró. Lo que tiene es una munición muy ligera y difícil de encontrar. ¿Será bastante para ese venao tan grande?- Y le enseño una bala.
-¡Jobrao! ¡No sen preocupe que va jobrao!. ¡Usté esmerese en meté esa balita onde la tié que meté y verá si va jobrao o no!.
El conde se guardó la bala en el balero del chaleco, ya mas tranquilo con lo que había dicho Mario y se colgó de nuevo la carabina al estilo austriaco, boca abajo, bajo el brazo derecho, con la madera hasta la boca protegiendo el cañón, que quedaba mirando al frente.
Continuaron subiendo y subiendo, algunas veces faldeaban entre helechos secos, y otras veces los helechos estaban verdes como en Galicia, según estuviesen en  solana o umbría. Comenzaron con Rivasana en medio, pero ya se había quedado el último y sudaba copiosamente.  Calzones paró y dijo : -Amo a jacé una paraita que esta pendiente se laj trae y uno nos depiedra.
-¿Calzones, tu cansao? -Preguntó Antonio.
-¡Coño que paza!, ¿no me pueo cansá?, - Y miraba a Rivasana que ya estaba sentado. Antonio se dio cuenta y comentó. –Pues la verdad es que yo tengo las pantorrillas que parecen dos marmolillos. (En el fondo era verdad, las tenía duras como piedras pero no había querido decir nada). -Terminó sentenciando Calzones:- “Los repechos hay que subirlos como viejo pa llegar como nuevo” que ya lo decía mi janto padre. Así que vamo a dí mas quedaitos pa llegá bien, que aluego er purso se rejiente y no le pegamos a un jerro.
Serafín no comentaba nada porque quería aprovechar todo el aire que le entraba en los pulmones para recuperar el resuello, pero con mucha “dignidad”.
-Señor conde, empresteme la navajilla un momentico.
-Es verdad que eres un caso perdido, Calzones, toma.- Y le pasó la navaja.
-¡Perdone Rivasana, ya no le llamo maj señor conde!. -Y se puso a hurgar en los bajos de un castaño. - ¡Que bien corta la condená!, La tiene bien afilá pero como no le quite los barros se la va a oxidá. -En un pis pas cortó y peló tres bordones de castaño bravío, (las varetas que le salen a los castaños en la base). –Estos chupones jon lo mejón que hay paandá y cuando secan quean duros como er  vergajo de…. (se calló a tiempo y no terminó la frase) y devolvió la navaja, con un “gracias señor conde”, mientras que por detrás Antonio se despelotaba de la risa.
Calzones iba mas despacio como el que no quiere la cosa, y de vez en cuando, paraba para enseñarles alguna planta o alguna seta y les decía las cualidades y el nombre. O se agachaba a coger alguna castaña, -Este árbol  las tié mu durces . –Rivasana no se podía creer que supiera que  castaño las tenia mejores y cual peores, a lo que Antonio comentaba,-¿Pues no sabes tu, en que restaurante se come bien en Madrid y en cual no?¿ Pues lo mismo?. -Y Rivasana pensaba -(-Sí, Sí, lo mismo, lo mismo ¡y un cuerno!).
Después de dos horas y media de cabrear por el monte, dijo Calzones.
-¡Yas tamos!.
-¿Ya estamos, Calzones?, preguntó Antonio.
-¡Menos mal que ya estamos! -Susurró para sí Rivasana y se sentó. Le quedaba justo el aliento para decir en alto;- ¡Bonito paisaje!. -Y se quedó callado mientras se recuperaba.
- ¿Ve usté aquel  pechonfrente?, el que baja a los llanos, puej ahí mesmo esta comiendo er venao ahora. –Dijo Calzones, que e había sentado a la sombra de un roble y se secaba el sudor con el pañuelo de cuadritos grises de la cabeza. Se lo metía por el cuello, se refregaba la frente, se lo volvía a poner ora vez en la cabeza y encima otra vez la mascota, también en tonos grises. Calzones decía que no entendía porque la gente se vestía de verde para cazar. -El gris es el mejón coló pa esconderse. ¿Tu jas visto alguna vez un lobo verde?.
-¿Y no nos hemos venido un poco pronto?. -Preguntó el maestro.
-Aquí, comostán tranquilos el cervuno come de día y semcama temprano pa mascá lo cá comio. Los jabatos bajan ahora ar mesmo jitio pa comé y están to la noche comiendo. Nojotros tenemos que está colocaos antes que je mueva er monte, pa nostorvá a ninguno. A mas jeñas er venao que esperamo je planta aquí en diej minuto. Señor Conde, le vapasá entre aquellos melojos questán tres juntos, ¿será capaj de arrearle?. ¿Ostá mu largo?.
-Habrá unos ciento cincuenta metros, calculo yo. No debe haber problema. –Apostilló Serafín, y encaró el rifle apuntando a los melojos, apoyándose en el bordón de castaño.  Calzones lo miraba mientras apuntaba, admirando silenciosamente el arma, con dos gatillos, que calzones no tenía muy claro para que eran si había un solo cañón. Pero no preguntaba.
En Octubre, después de la berrea los venados tienen que recuperar los kilos perdidos comiendo todo lo que pueden. Por este motivo están rumiando la mitad del día y se les ve andurrear con las barrigas hinchadas de alimento, que en otoño nunca falta.- Comentó Rivasana en un alarde de demostrar que tampoco era un ignorante en estos temas.
-Tieé razón tu amigo, Maestro. Y a este lo vamos a cascá con el buche lleno. –Y oteaba la barrera de enfrente con la mano puesta detrás de la oreja para oír mejor. –¡He oio algo! Susurró, -¡tol mundo callao!... ¡Ná ¡ …deben haber sio los gazapos… ¡Shiiis!...¡otra vez!...ahí viene er joputa… -(casi no se oia lo que decía), -Rivasana preparado -(casi por señas) y Rivasana se preparó.  Estaba sentado a la izquierda de Calzones, y el maestro a su vez a su izquierda. Es decir en medio de ambos. Decidió apoyarse en las rodillas ya que estaba sentado en una piedra bastante baja.
-¡Ahí lo lleva!...-susurró de nuevo Calzones… Pero Don Serafín por más que apuntaba a los robles, con los cuatro aumentos fijos del visor, no lo encontraba en la lente. Entonces sintió un toquecito muy lento y suave en el hombro derecho con la vara de Calzones, y acto seguido la vara pasó al borde superior del cañón, y lentamente presionó para bajarlo. Serafín miro por el visor al bajárselo Mario, y se llenó de venado. El venado no había entrado por donde dijo Calzones sino que lo hizo muy cerca de ellos. Estaba a cincuenta metros escasos.  ¡Vaya aparato!- Pensó Rivasana que se había quedado petrificado por el tamaño del animal, pero que con profesionalidad se recuperó de la impresión,  apretando a continuación el gatillo sin poner el pelo siquiera.
El venado saltó sobre sus cuatro patas y corrió como alma que lleva el diablo. Serafín acerrojó con rapidez y volvió a apuntar… –No jace farta, está listo. “La metió en er joyito”.
-¿Que es eso “de la metió en el joyito”  Calzones?. -Preguntó Antonio,…-que la metió onde la tenia que meté. La dao en tor codillo. Amos a comernos er bocata.- Se sentó en la misma piedra que estaba antes del tiro, colocó el bordón a la derecha en el suelo y agarró su taleguilla. En esta ocasión no había traído escopeta. Entre el Santa Bárbara del Maestro y la carabina del conde “habían hierros de sobra”. Por este motivo el peso que se ahorraba lo había echado en comida y bebida.

Continurá

 

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