Aunque deberiamos saber todo esto al dedillo y tenerlo siempre presente,no esta de mas recordarlo,sobretodo de cara al mes de Julio,que esta a la vuelta de la esquina y es con diferencia,uno de los meses con mas afluencia de esperistas en nuestros montes:
DIEZ CONSEJOS PARA LOS AGUARDOS AL JABALÍ CON LUZ DE LUNA
Trucos para las esperas de julio
Esperar en las noches de luna es un gratificante placer. La caza mayor despierta y embriaga de sensaciones el pensamiento del que la práctica, por eso a continuación ofrecemos unos consejos para salir victoriosos de los puestos de espera en julio.
1 Tenemos que saber de antemano que las noches de luna llena no son las mejores para el aguardo nocturno. En ellas el jabalí mide sus pasos y presta celosa atención de todo lo que acontece en su medio natural. No hemos de olvidar que la misma luminosidad que aprovechamos nosotros también el jabalí la usa para descubrir todo aquello que no está normalmente en su reconocido y habitual entorno.
2 En estas calmadas noches veraniegas buscaremos las sombras donde ocultar nuestra silueta, camuflándola, si es posible, contra el tronco de un árbol o cualquier otra superficie que la disipe, puesto que no hay nada peor que dejarse ver por los cochinos.
3 Aunque a priori no tenga mucha importancia, no tenemos que pasar por alto el lugar que ocupa la luna durante el tiempo que estamos esperando a nuestro jabalí. Si su luminosidad se proyecta directamente sobre nosotros, será delatada nuestra presencia por cualquier brillo, bien del arma, las lentes del visor, los prismáticos e incluso por los brillos de la cara. En algunas zonas o lugares donde la vegetación no ofrece sombras, los aficionados se impregnan la cara con un corcho quemado.
4 En las esperas de jabalí a la luz de la luna procuraremos tener a ésta siempre en la espalda, evitando que a la entrada del jabalí al cebadero o baña nos detecte. El conocimiento del recorrido de la luna en el transcurso de la noche y durante la espera resulta fundamental para el aficionado, evitando movimientos o cambios de ubicación en el desarrollo de la misma y minimizando el riesgo de avisar a la caza por tener que cambiar de lugar para aguardar.
5 Varias causas motivan no salir venturosos en las noches de plenilunio, pudiendo decir que estas luminosas y cálidas noches de verano motivan en el jabalí la predisposición a un recelo fundado por la multitud de avisos y malas experiencias en ellas vividas. En fechas y noches similares los cochinos toman lecciones intensivas de los muchos aficionados que -poco prácticos- realizan esperas esporádicas y año tras año. El superviviente es precisamente aquél que todos anhelamos por llegar a viejo. En estas noches busca y gusta de tomar las zonas de espesura y boscaje donde se hace difícil observarlo. Intentaremos, por tanto, esperar siempre en noches claras en aquellos lugares donde el viejo solitario, de carácter huraño y desconfiado, no se muestre receloso.
6 No olvidemos que en estas fechas al anochecer, y más a consecuencia de las diferencias térmicas en estas horas, el viento produce revocos caprichosos e imprevisibles, anunciando nuestra presencia a la jeta del jabalí, que nos dará la grupa con su rápido y famoso tornillazo. Un simple hilo y una pluma en sitio visible nos indicarán constantemente la dirección del aire, y si es constante en la cara y rostro todo irá bien. Si fuera de forma distinta optaremos por abandonar la espera nocturna al jabalí, dejándolo para mejor ocasión o colocándonos a medio aire, aun a riesgo de fracasar, bien por ser venteados nosotros o nuestros recientes rastros.
7 Hacer esperas o esperar no se puede limitar a ver entrar a un macareno al alcance de un arma y darle muerte. Esta caza se inicia en el momento en que observamos las primeras muestras de nuestra posible pieza, siendo muchos los conocimientos y medios empleados para hacerla llegar al lugar. A la escuela se asiste para aprender, y cuanto más se cita uno en los lugares donde se aprende y practica, más sabiduría posee. De igual modo, cada noche el hombre y el navajero aprenden de las prácticas y conductas del otro, estableciéndose un protocolo entre burlador y burlado que acaba con el fin o abandono del lugar de cualquiera de los adversarios.
8 El auténtico aficionado, el aguardista o lunático, tiene que leer en los rastros del campo la conducta de su pieza, analizar su comportamiento y actuar en consecuencia, aunque, por circunstancias desconocidas, en algunas ocasiones puntuales también el viejo jabalí baja la guardia y abandona su instinto de supervivencia, resultando abatido por algún afortunado principiante o novato en aguardos, validando aquella frase del viejo guarda: “también los cochinos viejos se equivocan”. El instinto de supervivencia se agudiza en el jabalí conforme pasan los años, y no es otra cosa que el cúmulo de experiencias lo que fija el carácter del animal, dotándolo de infinidad de recursos para seguir viviendo y salir airoso ante su principal depredador: el hombre cazador.
9 No hay nada mejor que efectuar una espera en una baña natural bien tomada. En las bañas naturales es más fácil observar las pisadas del individuo o los individuos que la frecuentan, haciéndonos, gracias a este hecho, una idea del tamaño del jabalí. Otro dato importante es el tamaño de la poza que el cochino hace al revolcarse. Una poza o lodazal grande nos indica que el que la visita no es ningún bermejón. Los prácticos en esta caza saben que un viejo macho casi siempre va acompañado por su escudero, siendo éste el primero en entrar a la baña. Tenemos que prestar atención, pues en muchas ocasiones nos traiciona la paciencia, haciendo y viendo grande lo que realmente es pequeño.
10 Dependiendo del mes y de la temperatura que reine, el cochino acude más o menos pronto a su aseo, pero su asistencia no suele ser regular salvo en los meses de calor. El restregadero o frotadero indica con sus signos y muestras cómo es y las horas en que, aproximadamente, suele acudir nuestro jabalí a él. Si observamos con atención la altura donde deja las marcas de barro, nos haremos una idea de la alzada del propietario de tan singular cepillo, encontraremos incrustadas entre el barro y la corteza las cerdas del autor y, si es soberano, le regalará algunas colmilladas de vez en cuando al estático tronco a modo de marca o escritura de propiedad. Si madrugamos a diario, comprobaremos si el barro dejado en el tronco del árbol está seco o húmedo, deduciendo con ello las horas pasadas desde que se restregó nuestro aseado jabalí.
http://www.elcotodecaza.com/reportaje/caza-mayor/trucos-esperas-julio-140623