Esperas al Jabalí
GENERAL => General => Mensaje iniciado por: POLAINAS en Noviembre 15, 2015, 09:32:36 am
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A mí me gustan los aguardos de recogida y al paso. No unos y otros, sino los dos en uno. Entiendo que son más trabajosos que los de baña o comedero. Ponerse al paso a primera hora es otra cosa. También es difícil y bonito cogerlos recién desencamados, pero, para mí, lo mejor es cazarlos a la recogida en su paso con monte de por medio. En una ocasión, hará veintitantos años, maté un buen cochino a las 8.30 de la mañana nada más saltar un viejo murete de piedra por su sitio, por un trozo medio hundido que tienen como punto de paso los cochinos de toda la vida de dios, de generación en generación, a media falda. Todavía lo recuerdo como uno de los lances más bonitos, emocionantes y satisfactorios de toda mi vida.
Muchas veces son producto del azar, que casi sin quererlo te das de cara con la oportunidad y la aprovechas o no, pero una vez que, por el motivo que sea, le has cogido la vereda de vuelta al encame al marrano, estudiando un poco los aires y su horario, escogiendo bien el sitio donde colocarte…
Me gusta el aire cruzado, que en estos casos suele ser mejor que el de cara. Ya sé que muchos de vosotros piensa que lo del escudero es un mito, y puede que tengáis razón, pero yo creo que el cochino viejo la mayoría de las veces no va a su encame solo. Suele aprovechar la vuelta de otros u otras tras los que encaminarse. Una vez en la mancha la soledad se la busca cada cual, pero el camino de regreso desde las dehesas y zonas de careos nocturnos hasta las manchas de encame, suelen hacerlo tras alguna hembra con su prole, tras algún jovenzuelo incauto, quizás tras algún zorro despistado. He tenido muy pocas ocasiones de comprobar lo que digo, de ahí que admita correcciones a todo esto siempre que vengan de alguien que de verdad sepa del tema, pero aún siendo de lejos, he visto al amanecer grandes cochinos meterse en manchas tras algún jovenzuelo o alguna piarilla de hembras y sus lechones. Claro que no quiero generalizar, claro que ya sé que me equivoco si afirmo que esta es la verdad, pero, ya digo, las pocas veces que he visto a un viejo macareno meterse en la mancha a las siete y pico de la mañana, ha sido así, tras algún otro. He intentado cortarle el camino y han sido los que le precedían los que me han cogido y sabiendo que vendrían por delante de él, tras haber pasado, con el aire de cara y con el grande a punto de entrar, por eso digo que prefiero el aire cruzado.
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También soy de recogidas al paso, de portillos y gateras, de veredas por los rebozos de las peñas... Suelen venir más tranquilos pero hay que madrugar y no a todo el mundo le gusta y menos en invierno cuando entra ''el caballo blanco'' de la helada. Y es cierto, muchas veces se buscan los buenos jabalíes a algún congénere echándolo por delante, por si acaso. También los he visto, y así mismo, también recogen solos, pues no siempre van a tener a alguna piara o primal que les abra camino. Lo de estar a medio aire... Eso es de ''zorro viejo'' Polainas, que no das puntá sin hilo... ;)
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Buenas tardes, de todo hay cuando de recogerse se trata, el campo habla y mucho, si sabes escucharlo entenderás un poco más este complicado tipo de caza que no tiene reglas escritas sobre el comportamiento de estos animales, "a Dios gracias" de todos es sabido que para meter a un buen verraco en el visor lo primero que hay que hacer es detectarlo por la zona y buscarle los pasos mediante sus rastros, una pasada en un muro de piedras o una gatera en un malla de paso obligado en busca del encame es el sitio ideal para cortarle los pasos, pero que os voy a contar que no sepais? yo dedico mucho tiempo a buscar esos rastros con largos paseos examinando cruces de caminos, gateras si las hay o visitas a las bañas, ¿cuantas veces no hemos visto las enormes pisadas frescas de una gran marrano por un descolgadero o en una gatera y hemos pensado que ya lo teníamos cazado? hay que andar muy fino y hacer las cosas muy bien para tener éxito, aún así muchas serán las esperas que termines sin tan siquiera escucharlos, de todas las modalidades de hacer esperas que practicamos baja mi modesta opinión creo que en las recogidas es donde se ve al verdadero aguardista, no hay nada como cortarle los pasos a un gran marrano al amanecida mientras busca su encame.
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Jo...er que envidia me dais..... con lo que me tienta lo que decis.....
y son contadas ocasiones las que he podido estar de madrugada........y no por ganas, por imposibilidad por el lugar a donde debo desplazarme. El amanecer en el campo es unico
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A mí personalmente me encantan los de recogida , pero por otro lado tengo que decir que son los que más miedo me dan por el tema del furtivismo
Hoy tirando zorzales ,uno de los socios va buscar un pájaro y se encuentra la cabeza de un venado dentro de una mata de hacía días , en una zona donde no se montea y nosotros no los tiramos porque hay muy pocos .
Pero dejando de lado esta inseguridad , ese olor del campo a las seis de la maña y el viento fresco en la cara es algo indescriptible ,y si para colmo ves venir los guarros careando poco a poco ,es de las sensaciones más bonitas de la caza en espera
Te animo a continuar cazando de recogida y buscando el viento cruzado
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Cambiale la cabeza por un fajo de billetes de. Esos que de repente explota y te tinta de azul que no te quitas ni con lejía... verás que susto se va a llevar alguno!!
Por mi parte, soy más de la espera tradicional.
pUesto en zona enmontada, donde le vas oyendo partir las ramitas, mientras las pulsaciones se te disparan, con una plaza de dos o tres metros de diametro que te permiten evaluarlo bien y disfrutar de sus movimientos un rato largo, hasta que se produzca el lance. Ademas, si entra la piarilla, te permite disfrutar de los juegos, saltos y peleas de los rayoncetes.
Eso si, si puedo, puesto en el suelo y lo más próximo a la plaza, de forma que te obligue a saber estar a pocos metros de ellos y hacer mu mu bien las cosas para no espantarlos.
Imagino que en los colores está el gusto, pero a mi no me gusta tirarlos sin tener la oportunidad de disfrutarlos y evaluarlos bien, una forma más de prolongar el lance...
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Yo me hago a todo.Aprovecho cualquier oportunidad que me brinde el campo.Cada sitio tiene sus opciones,unas mejores que otras.Y las voy probando.El campo y las circunstancias mandan,
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Hombre, yo también me adapto a todo. Siembras, charcas, bañas naturales, encinares... Y comederos. Si es menester, se les echa de comer de forma artificial. Me gustan las morenas pero no le hago desprecio a una rubia de bote o a una pelirroja natural, que hay menos. ;) ;D
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Estoy de acuerdo, del cochino hasta los andares....
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Tengo la gran suerte de poder hacer esperas en entornos totalmente diferentes y en diferentes Comunidades, hasta con jabalis con diferentes comportamientos, en lo basico no fallan, pero como tienen diferentes niveles de acoso se comportan de manera diferente tambien. Y en cada sitio se les caza de manera diferente tambien, los sistemas basicos se acomodan al entorno y a los jabalis, como debe de ser, ya que con esas magnificas gateras, bañas de barro colorao, dehesas de encinas, pegotes de monte....... el intentar cazarlos como lo haces en tu zona chirria y te pierdes experiencias unicas, ademas de los jabalis.
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En mi casa, siendo unos zagalones, nos poníamos de aguardo con José, el guarda. Entonces, para nosotros, había dos tipos de aguardos: los de Verano y los de Navidad, que era cuando íbamos de vacaciones al campo. Los de Navidad eran en bañas y los de Verano en comederos. Yo, por aquello de madrugar y salir al campo con José, me aficioné a las recogidas. Había días que, cuando se levantaba él, yo llevaba esperándolo en su puerta, a veces dormido, hasta un par de horas. “¡¡Neeene con la afición!!”, me decía al abrir su puerta y verme sentado en el escalón, con la perrilla en el regazo. Me consumían los nervios en la cama pensando en los registros de las bañas, el chequeo de vereas y gateras, las piedras y taramas que dejábamos de testigo en los pasos para ver si habían cumplido, los rastros… de manera que me levantaba a hurtadillas, entraba en la cocina, con mucho cuidado cogía un par de magdalenas y una jícara de chocolate, y me iba a esperar a José.
Echábamos un trozo de pan con aceite y azucar al zurrón bien liadito en papel y nos tirábamos al campo, primero ligero y enseguida a paso corto. Pasábamos por delante del puesto donde se ponía mi madre y por el depósito chico, antes de empezar a repechar por un cortadero, hasta llegar a la Piedra de Las Tormentas, que la llamaba él. Allí nos sentábamos y echábamos un rato. Entonces teníamos casi como un elemento más, imprescindible para salir al campo, los prismáticos. Veíamos a las reses recogerse, coger sus pasos y algún día, algún que otro cochino. Entonces había muchos menos y verlos era un triunfo. Este hombre no tenía interés alguno por ellos. Él solo quería venaos. “Vamos a acercarnos al otro comedero”, le decía yo. Había días que lo hacíamos y otros que, desde allí, nos volvíamos a casa porque él tenía otras tareas pendientes. No me dejaba ir solo. Decía -seguro que con razón- que chanteaba más que registraba.
Por fin un día, un domingo por la mañana del mes de enero, salimos y llevaba su escopeta en vez de la carabina de todos los días. Pasamos por la Piedra de Las Tormentas y no nos paramos siquiera. Yo no sabía nada, pero íbamos a hacer mi primera espera de recogida. Nos pusimos en un cortadero, en la parte de solana y mirando hacia la umbría. Pasó un venado precioso con dos ciervas. Pasó largo para tirarlo con escopeta, “Tranquilo, los marranos nos entran por esa boca”, me decía señalando a la boca de una vereda que teníamos justo enfrente, al otro lado del cortadero, a doce o catorce pasos. ¿Tranquilo, coño? ¿Cómo iba a estar tranquilo? Me temblaban los pies primero, las rodillas después y por fin temblaba yo por entero. El Sol ya andaba calentando. “Ooooj, oooj” oímos, o algo así, antes de ver el monte moverse, ya pegado al filo del monte. Allí estuvo unos interminables –infinitos- segundos, antes de dar un paso adelante y asomar su jeta a lo limpio. Sin tiempo de más le solté un pildorazo que le entró entre ojo y ojo. Mi primer cochino a la recogida. Yo tenía catorce años. Un navajerete de poco más de tres arrobas. ¿Cómo voy a olvidarlo?
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Precioso, preciso y entrañable relato Polainas. Qué enseñanzas las de aquellos hombres de campo!!! ;) :)
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Imposible olvidarlo amigo ;).El primero se queda grabado a fuego en el recuerdo :).Ahora entiendo porque prefieres las recogidas ;D.
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Qué bonito polainas
Esa sierra , ese momento ,ese olor ,que ilusión más grande
Y además por lo que intuyo en esa maravillosa sierra de Córdoba , o me equivoco?.
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Enorabuena una experiencia con esa edad unica.........
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Hago de todos cada uno tiene y aporta algo.
El primer aguardo fue también una recogida y fue de casualidad. Era muy joven, un chavalote y ayudaba a mi tio todos los veranos al recuento de tórtolas y palomas en los distintos pasos al rastrojo, por que antes se cazaban en los pasos y no en el mismo rastrojo.
Lo cierto que llegábamos de noche y al esperar el día se dejaban ver alguna que otra mañana, aun no eran abundantes como ahora, pero ya los veías varios días al año.
Conocía un paso que ya había ojeado varias ocasiones en la general y estaba a unos 20m de una punta del rastrojo de 50 hectáreas mi tio se puso en la otra punta en una de las muchas gateras que había. La fortuna hizo que me entrase un guarro a cascaporro, pero no del rastrojo sino enmontado por el regato abajo paralelo al rastrojo.
Pude oirlo venir desde bastante lejos pues mis oídos eran otros en aquellos años, y lo disfruté como pocos pues la ilusión lo adornaba todo en esa época.
Me pasó a escasos metros pero mi prudencia hizo que no lo tirase pues ni llevaba linterna ni se veía y aunque sabía lo que era hasta no verlo no tiraría, eso me inculcaron , así pasó que cruzó la verea a escasos 7m o menos y creo que me quedé hipnotizado al ver la silueta negra cruzar, luego se tapó con las escobas e hizo dos paradiñas rebuscando en un chaparrin.
Las recogidas las disfruto con una magia especial pues me traen muchísimos recuerdos, aunque la falta de tiempo, el cambio de escenarios y torpe que es uno hace que no tenga mucha fortuna últimamente.
Ahora a las bañas 8) son como las fiestas del pueblo, no se puede faltar.