Está claro que esa bonita historia de tu ve delante mía, y a cambio yo te enseño lo que sé, es mera fantasía descrita tal cual.
Ahora, un animal joven que es expulsado de su grupo familiar, donde siempre se ha sentido protegido y alimentado, de pronto se ve solo en la sierra, yo creo que es bien capaz de arrimarse o al menos intentarlo, a cualquiera de su especie. No digo que al primer berraco que se acerque o merodee le de cobijo, pero tampoco es imposible que ambos toleren su presencia cercana. Realmente la simbiosis puede existir.
El más viejo es mucho más cuidadoso, conoce muchos más sitios donde protegerse y alimentarse, y solamente con su prudencia habitual ya está permitiendo que el más joven aprenda de él. No es que se dedique a darle clases, pero al proteger su vida propia, protege la de su acompañante. Y dos narices siempre olerán más que una sola, y tener quien entre delante a los cebos también puede evitarte algún disgusto.
Yo sí he tenido la suerte de ver varias machos corpulentos, acompañados por otros más jovenes. Y algunas de esas jugadas que han hecho, no creo que sean por casualidad, aunque también es cierto, que casi siempre ha sido de día, al sorprenderlos cazando la perdiz en mano, o en alguna montería.
He visto jabalíes entrar a una zona espesa de matorral, y al llegar la rehala salir el pequeño a la carrera llevándose a casi todos los perros, mientras el grande aguanta para después escurrirse como si la cosa no fuese con él. Abatirlo más abajo, y ser un Sr. macareno.
En la última montería de este año en Yecla hace apenas un par de meses, la solana era grande y perfectamente se veía al primalón correr delante de una gran mole que lo seguía de cerca alejándose de la tira de puestos. Yo mismo le lancé una píldora, y mi tio lo terminó abatiendo. Otro morlaco.
La primera vez que en mi coto en Murcia levanté los gorrinos del encame cazando en mano, por el limpio de esparteras corria un primalón, y cuatro metros más abajo por la oscuridad de la maleza se movía otro terrateniente que apenas se dejaba notar a paso lento. Solo eran dos animales, y la sensación que tuve, es que me pusieron el señuelo delante, para no dejarse ver.
De noche no he llegado a ver actuaciones así, solo una vez, después de abatir a un joven navajerete en el cebo, escuché tres metros a mi espalda que algo se movía, y me sentí burlado.
Todo puede ser casual, pero para mí existen estas peculiares parejas de gorrinos, que por un motivo u otro, se toleran.
saludos.