Como dije en mi presentación además de cazador y recolector también soy leñador.
Cuando no se puede cazar, ni recolectar conviene salir al campo para hacer un poco de ejercicio y templar el espíritu.
Además ¿Hay mejor calor que el de la leña?
El mejor destino que podemos dar a la madera una vez muerta es quemarla para cocinar, producir calor o ambas cosas.
Las cenizas una vez frías son un excelente abono y retirando la leña seca del monte contribuiremos a prevenir los temidos incendios.
¿Hay otra tarea mejor en tiempo de inactividad que tenga tantas ventajas?
Tras un rato de talado por zonas más o menos inaccesibles una pequeña carga de leña y a casa a continuar con el troceado.
Con la ayuda del caballete artesanal la tarea del troceado suele ser bastante fácil y gratificante. La madera salvaje recién cortada tiene un olor especial.
Una vez cortada y apilada solo nos queda disfrutar del calor del hogar y de las ricas viandas que con él prepararemos, además de la satisfacción del trabajo bien hecho y de aprovechar otro recurso natural más de manera responsable.
Los aprendices también han de colaborar y aprender todo aquello que tenga alguna relación con la vida en contacto con la naturaleza.
Conviene que no pierdan de vista sus raíces y de paso aprendan que el esfuerzo es necesario en la vida y a valorar las cosas en su justa medida.
Cerca del campo, en el campo mejor que en cualquier otro sitio.
Saludos Amigos y Compañeros.