Me voy a animar a contaros un lance que es bastante especial.
El venao de la segunda oportunidad
Como desde hace siete años, tres amigos y yo nos quedamos un coto, el término municipal entero de un pueblo de Zamora. El coto no puede ser mejor, lindando directamente con la Reserva de la Sierra de la Culebra y teniendo mucha tranquilidad durante el año, además tiene siempre agua y dependiendo del año, (unos años más y otros menos) muchas siembras en las que se fijan ciervas, cochinos y corzos.
Desde el primer día nos gusta subir a poner los cebaderos de alfalfa para dar un aporte de comida para atraer la mayor cantidad de ciervas, revisar las charcas y colocar alguna cámara. El plan es redondo porque además de disfrutar del campo, disfrutamos también de la compañía de los amigos "arrendatarios" y de los que ya hemos hecho en el pueblo todos estos años. !Qué buena gente vive por esas tierras¡
Poco a poco se fue pasando el mes de septiembre y ya habíamos visto e indultado a un buen número de venaos que sin ser malos, no eran lo que en un principio íbamos buscando. Como siempre tras madrugar y el pateo por el monte, nos juntábamos en el bar a desayunar e intercambiar opiniones:
- "Pues yo he visto una pelota de ciervas en la cuerda sin venao"
- "Yo he oído uno aún de noche en la "Charca grande" que se ha pasado a la Reserva"
- " En el pico de la carretera con las siembras he visto uno que se me ha hecho grande", comenté yo.
Como buenos amigos, nos respetamos la caza que el otro se "curra" y colaboramos una vez alguien mata algo en que los demás también cacen...vamos que lo pasamos como enanos.
El venao, como decía, se me había hecho grande, la primera vez que lo vi fue a 500 metros corriendo detrás de un grupo de ciervas. Fue un visto y no visto. Verlo, echarme los prismáticos a la cara, dos segundos y "hasta luego Lucas". Pensé, "joder vaya trasto". Esto fue el sábado por la mañana del penúltimo fin de semana de septiembre con una berrea aún más bien escasa. El sábado por la tarde me fui a ver si salía a las siembras con las ciervas pero no hubo suerte.
El domingo me levanté temprano, sobre las 5 de la mañana para llegar con tiempo al mismo sitio donde lo vi el día anterior. Siempre me gusta madrugar para estar en el campo "en faena" lo antes posible, pues estos primeros días de berrea los venaos "cantan" poco, de noche y hay que estar en el sitio para tratar de ganarles la partida por la mano.
5:20 ya en el coche de camino al coto que desde el pueblo son 10 minutos. Encaro la recta donde están las siembras y cuando voy a dejar el coche en un camino veo que a 40 metros cruzan tres ciervas el carreterín de izquierda a derecha y acto seguido el venao. Detrás dle venao se quedan otras dos ciervas "cortadas" por las luces y el coche que hacen que el venao se pare en seco en el rastrojo a 30 metros de la carretera y 60/70 míos. Dudo, miro con los prismáticos y me bajo a por el rifle. Mientras lo cargo miro con el rabillo del ojo y el venao sigue ahí plantado, mirándome inquieto a mi y a las ciervas. Con todo listo y el rifle en la vara meto al venao en el visor y me quedo mudo, "menudo pepino"...lo tengo a 60 metros, cruzado y perfecto, pero no, levanto el rifle y le pego cuatro voces para alejarlo de allí. Tenía claro que ese venao esa mañana no lo iba a volver a ver y desde luego creo que no se merecía que alguien lo matara separado cinco metros del coche, enfocado con los faros y sobre asfalto...
Contento por mi decisión pero nervioso por lo que pudiera pasar con este gran venao durante la semana, me volví a Madrid. No aguanté mucho y me cogí el jueves y viernes de la semana siguiente, así que el miércoles por la noche después de salir de la oficina, otra vez a Zamora. Nada más llegar, cenamos un amigo y yo y nos fuimos a ver si lo veíamos en la misma zona y de paso tratar de oír alguno más berrear. Dicho y hecho, a escasos 100 metros de donde lo vi el sábado por la mañana y 300 más allá de donde le indulté estaba el venao con 7/8 ciervas venga a berrear. Lo miramos, confirmé que era el mismo y lo dejamos tranquilo.
El jueves por la mañana, más bien de madrugada y aprovechando la luna llena me volví a encaminar al coto. Esta vez tenía pensado dejar el coche a 1km de donde lo habíamos visto. Nada más bajarme del coche, serían las 5 de la mañana ya lo oí berrea en la lejanía...pelos de punta. Con todo preparado y sin prisa pero sin pausa me fui acercando a las siembras aprovechando el carreterín. Había una luna espectacular y tenía claro que si estaba en los rastrojos, lo iba a ver a simple vista.
Última curva y llego a la recta pensé "ahí te paras y echas un primer vistazo". Dicho y hecho, me asomo con cuidado miro y nada, no veo nada. Doy un paso y lo oigo berrear a escasos 200 metros. Potente, largo, espectacular. Avanzo despacio, con mucho cuidado pegado al margen izquierdo para que la vegetación me cubra más. Antes de asomar a las siembras espero a ver si vuelve a berrear y al poco de pararme lo vuelvo a oir....me tiemblan las piernas, "joder si lo debo tener a 50/60 metros". Me asomo con cuidado por detrás de unas zarzas y ahí lo veo, echado como si la cosa no fuera con él. Si cierro los ojos aún lo veo, ahí echado sobre el rastrojo a la luz de la luna. A estas alturas ya tenía la boca seca y los nervios a flor de piel.
Quiero esperar a que se haga de día, no me quiero equivocar, así que me centro en localizar a las ciervas para evitarme ninguna sorpresa. Una, dos, tres, cuatro... ocho, nueve... todo perfecto. Van pasando los minutos y poco a poco las ciervas se van recorriendo hacia el monte. De pronto el venao pega un berrido y se levanta para irse con ellas, qué preciosidad. Dudo si tirarlo o no unos segundos y entre que sí y no, el venao se pone de culo y empieza a subirse al monte. Me voy tras él metido por el monte, por ahí está despejado y se puede andar sin hacer demasiado ruido. La luna, me alumbra y me cobija en las sombras.
De pronto todo pasa muy rápido. De la tranquilidad y la quietud empieza el estrés. La ciervas se siguen moviendo y el venao detrás berrea que berrea mientras yo trato de acercarme para no perderlos de vista. El rastrojo hace una L y hay zonas que no veo. Paso de tenerlo todo controlado al descontrol absoluto. Trato de mantener la calma.
Hace rato que ni los veo ni los oigo y no me quiero mover porque aún es de noche y me da miedo "tragármelos". Miro y remiro por todas partes sin ver nada, pero de pronto otro berrido y acto seguido veo como una cierva corre seguida del venao, ¡bien!. Están en el pico mas alto del rastrojo, y muy cerca del monte. Me escurro entre las sombras de las encinas y les recorto otros 40/50 metros para ponerme en una posición en la que domino tanto la entrada de las reses más cercana al monte como la posible bajada otra vez al resto de siembra. Decido esperar pues ahora sólo veo tres de las nueve ciervas, el resto puede estar en cualquier lado. Ni rastro del venao...
Sin darme cuenta, me sorprende el amanecer y al mismo tiempo soy consciente que llevo casi tres horas en el monte que me han parecido 10 minutos. Otro potente berrido me saca de mis pensamientos de golpe. Esta vez llega desde el otro lado del carreterín. "Coño! a ver si no va a ser este el que yo vi y perdoné", pienso. Dos berridos "del nuevo" aguanta el venao al que estaba recechando para contestarle. Contestarle y verlo es todo uno. El venao va casi a la carrera, encelado en busca de su contrincante, berreando alto y luego por lo "bajini". Va rápido y nos separan 150 metros. Ya se ve perfectamente y tengo claro que es "mi" venao. ¡Qué estrés!
Decido que ya está bien, el venao baja pero a medio camino se para y de culo a mi, berrea al del otro lado, un par de berridos y decide que se vuelve con sus ciervas. Me apoyo bien y espero a que se cruce para colocarle una H-Mantel de 8x68S en la paleta. Se cruza, respiro y aprieto el gatillo....oír el zambombazo del 8x68 y ver caer al venao es todo uno, pero este se rehace y se levanta, le doblo el tiro y vuelve a caer para volver a levantarse, no lo podía creer, qué fortaleza. Me vuelvo a apoyar, apunto y por tercera vez le mando un pildorazo de una H-Mantel...por fin parece que la partida ha terminado.
Pasan unos minutos hasta que me puedo rehacer de la emoción e ir a verlo. Hasta me tengo que sentar durante un rato. Creo que he matado el venao de mi vida. Me acerco despacio y veo desde lejos el pedazo morlaco que es...espectacular.
No creo que mate un venao con un lance tan bonito en la vida...el remate es que dio 195 puntos, una burrada.
Os dejo unas fotos.
LlegandoDetalle de los tres tiros
Amaneciendo
Precioso
Disfrutando con las vistas
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