Esperas al Jabalí


CALZONES SUCIOS (CAP 1) Parte primera de la trilogia

Autor Tema: CALZONES SUCIOS (CAP 1) Parte primera de la trilogia  (Leído 24042 veces)

Desconectado Quatermain

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CALZONES SUCIOS (CAP 1) Parte primera de la trilogia
« en: Julio 26, 2013, 09:34:38 am »
Estimados compañeros, aquí os coloco la primera parte de un relato, que espero que os guste. En breve pondré la segunda, que es muy tocho de una vez.

CALZONES SUCIOS
 Mario es un hombre de poca enjundia, como dice Juana su mujer. Al contrario que él, Juana es de armas tomar, todo carácter y un pelín de mala leche. Tienen los papeles cambiados, Mario con nombre de mujer y Juana con nombre de hombre, que inteligentes fueron los padres. Viven los dos en una casita a las afueras del pueblo de Villalba del Fresno, a la falda de la sierra. La casa tiene un corralón que comunica con un pequeño huerto, a través de una portela en el muro de piedra , y que riega Mario por gravedad, con el agua de un regajo que viene del Manantío Grande. El manantío no es lo que era, pero sigue teniendo suficiente agua, y lo más importante, no se seca en el verano. Tienen dos vacas, una, algo vieja y la otra recién paría, algunos cerdos y por supuesto gallinas que andan por todos lados, y algunas veces hasta se cuelan en la cocina. De la cocina salen delante de la escoba de la Juana. ¡Buena es!. 
Entre el “ganao”, la huerta y que Mario hace, en sus ratos libres, (si es que le queda alguno) cestos y albardas de esparto, se mantiene la casa. Los dos tienen una paguilla, de las que no pagan impuestos. La de Mario es más escasa que la de Juana ( y eso se lo refriega constantemente) , y como no tienen ya los hijos con ellos, que se emanciparon pronto (Porque no aguantaban a la madre, a decir de las vecinas malintencionadas), pues se apañan. Mario no tiene vicios ni grandes necesidades, y lo único que le gusta es el campo en cualquiera de sus versiones, sierra, campiña, vega… a él, le dá igual, y cuando se va a recoger esparto disfruta como un marrano en un charco. Se va fijando en todos los rastros y lee el suelo, mejor que el periódico, porque de leer “letras” lo justo. En sus buenos tiempos era un buen aficionado a la caza,.. de lo que fuera. Cazaba siempre pensando en la olla, porque los serreños tienen otra visión de la caza de la que tienen los señoritos de la ciudad. Hace ya mucho que no saca la escopeta. Una escopeta de perrillos que mantiene como el primer día.
-“Si las´copetas, cuando las mantienes limpias duran pa siempre”. 
A Mario lo conocen en el pueblo, como el “calzones sucios”, y aunque parece un apodo peyorativo, todo el mundo lo aprecia como a un pan. El porqué del mote es que siempre lleva los mismos pantalones, de una tela vasta de un gris rayadillo, despintado de los lavados, ya casi blanco, del que tiene un par. Y los lleva siempre llenos de lamparones. Con esos dos pantalones se conforma.
-Pa que quiero más, si los voy a ensuciá iguaá.
Lo único que le cambia la Juana son las culeras y las rodilleras. Como él dice, al estar todo el día de faena, pues se le van ensuciando, a más que él no tiene reparo en limpiarse las manos en los pantalones cuando hace falta. Es un hombre menudo,  aparentemente endeblete, pero nadie lo diría cuando se le ve trabajar. No para, desde que amanece hasta que se echa el sol. Solo interrumpe la faena para comer y hacer una siesta. Los dos hacen siesta, y eso lo agradece Mario. Por otra parte nunca le parece mucho el trabajo, porque tiene el convencimiento de que es su obligación. No ha tenido vacaciones en su vida, y no entiende de verano o invierno, de domingos o lunes.
-Las bestias tién que comé to los días.
Juana tiene un carácter  fuerte, por llamarlo de alguna forma, y nunca le parece bastante lo que hace Mario.
-De pobres no vamos a salir con este hombre que no sirve pa ná.
Se dedica a la casa, a charlar con las vecinas, y a ir todos los días al locutorio del pueblo, para llamar a su familia que está en la capital, a tres horas de viajera. Y la viajera solo pasa por el pueblo dos veces en semana. En este autobús vienen además de las mercancías que hacen falta, las noticas de la ciudad.
La madre de Juana aún vive, pero está en cama desde hace siete años, y tiene ahora noventa y cuatro.
-¡Que dura es la Joia!, dice Juana.
-¡Que trabajito lestá costando dirse, ¿Pa que querrá está aquí, tirá toldía en una cama?, dice Mario.
A Juana, todos los días le dice su hermana menor, que es la que la cuida, (que para eso era la menor y no se podía casar), que está igual. - No se mueve, pero come y caga como si fueran dos.  Y así un día y otro.
Y Mario a preguntar (como si le fuera en algo)- ¿Y la madre?
Y Juana: -¡Pos igual! …Como si a ti te importara.
Un jueves, en las novedades del locutorio el mensaje de La hermana, fue distinto.
-He tenido que llamar al médico, porque la veo rara.
El Jueves es el día que pasa la viajera camino de la capital, y no hay tiempo que perder. Casi sin darle explicaciones a su marido Juana lo organiza todo, no vaya a ser que no esté en el momento del óbito, y su hermana “arrample con todo”.  El motivo es menos sentimental que pecuniario.
Mario escucha paciente, la retaila de órdenes que le dá su mujer,  que tal como le entran por un oído le salen por el otro, mientras  solo sabe pensar en los días que va a estar solo.
 -En lo menos entre que vá y vuerve son tres días. (Piensa). Tengo pillá la pista a un guarrete que entra a comé en la jiguera der  huerto der Jacinto, que lo tié frito. Y a la mañana seguro que acude al fresco del manatío algún conejete. De cierto, es el único sitio con verde entoavía.
Juana sigue organizando su ausencia, y lo hace sin pensar en Mario.
 -Está como atolondrá. La disculpa Mario. Es que la probe quiere mucho a la madre. Le comenta a las dos vecinas que al revuelo de la noticia han aparecido por la casa, como que pasaban por allí. Y eso que la casa está en una punta del pueblo, al paso de ninguna parte ¡vamos!.
Mario no ha movido un dedo que no sea de rutina. Pero en cuanto Juana sube a la viajera y se aleja, le cambia la cara aunque él no sea consciente. Juana no ha dejado comida hecha pero a Mario eso, no le preocupa lo mas mínimo.
Se sienta en la cocina, y coloca en lo alto de la mesa, el trapo grasiento que contiene la escopeta desmontada. -(si la Juana me viera…).También coloca una vieja caja de zapatos atada con una guita, y corta esta, con su navaja chata. En la caja hay un popurrí de cartuchos con vaina de cartón de todos los colores. La mayoría marrones o rojos.  Los va clasificando y los extiende en el tablero de la mesa. Perdigón del siete y del seis a un lado, garbanzos a otro, zorreros a otro, alguna bala esférica, con el culatín algo mohoso y una mezcla de cartuchos indeterminados que aparta a un lado y vuelven a la caja.
-¡Pa unos cuantos bichos hay!.
Retira de la mesa la caja, y con el trapo grasiento limpia las zurrapas que han caído en la mesa. Después se limpia las manos en los pantalones. Saca una hogaza de pan, y corta un trozo de chorizo de la matanza. Se mete en el zurrón de estezado, una botella de clarete, del que venden a granel en el bar del Paco, y del que la Juana se hinca cada día su copa a la hora del Ángelus, el pan y el chorizo. Se lo cruza en bandolera, y al otro lado se cruza el macutillo de las simientes, con los cartuchos que están en mejores condiciones. Ha sacudido el macutillo en el suelo, y han caído los restos de semillas que tenía en su interior. Se va al cuarto de los niños, sin uso desde hace años y se pilla una manta. Hecha un rulo se la cruza al hombro, se cala su mascota y al salir coge la escopeta por los fríos tubos.
-¡Que ganas tenía de echarte mano!, le dice como si fuera su amante.
Está cayendo la tarde, y sale por el portón del corral, las bestias tienen pienso y agua y las gallinas están encerradas. Cruzando el huerto recoge unos tomates, entre verdes y rojos y unos pepinos con un pelín de flor, los más sabrosos. Dos peras de agua y al camino de la umbría  donde tiene el huerto el Jacinto.
-Si que me lo vagradecé el puñetero cuando lo enlibre del guarro que se le jinca las brevas.

Fin de la primera parte
« Última modificación: Marzo 20, 2014, 03:15:30 am por adol »

Desconectado Buhogris

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Re:CALZONES SUCIOS
« Respuesta #1 en: Julio 26, 2013, 10:51:34 am »
El comienzo no puede ser mejor  ;).
"No subestimes a tu presa y prepara su caza,como el mayor de los retos"

Desconectado JUANFRAN

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Re:CALZONES SUCIOS
« Respuesta #2 en: Julio 26, 2013, 11:13:34 am »
Magnífico retrato éste que nos proporciona QUATER de la España rural y de posguerra que se prolongó hasta los años 60 del siglo pasado.  Todo aquel cúmulo de situaciones pasadas, la dureza de los tiempos que tocaba vivir, proporcionó una generación de supervivientes de los que MARIO Y JUANA, o casi mejor Juan y María,  son un ejemplo extrapolable al resto de la población, dura y rocosa como el pedernal, sacrificada como una comunidad de cartujos y viva como las zorras para malvivir con cuatro perras.  Quizás echo en falta un poco de calor humano en el relato, da la sensación de que Mario quiere perder de vista a su parienta cuando se va y que ésta misma parece que quiere que su propia madre arruge el labio...  Casi, casi, como en El Extranjero de Albert Camus.   Pero el hilo de la narración es ese y, dentro de el, comprendo que es difícil meter calor humano y menos pintar un rictus de alegría en cualquiera de los protagonistas.  Me temo que voy a tardar en leer la segunda parte, porque empiezan mis vacaciones ¡ya! y bien que lo siento, ya que a donde voy no creo que tenga la oportunidad como alguien no se apiede de mi y me deje un ordenador.   

Desconectado Manuel

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Re:CALZONES SUCIOS
« Respuesta #3 en: Julio 26, 2013, 12:01:48 pm »
Que bueno Quatermain, igual nos cuentas una de tus esperas tal cual pasó en su día con todo detalle, que abres la puerta y nos transportas años atrás a esos lugares olvidados, con Mario y su vieja escopeta de perrillos,  lleno de ilusión a darle caza a ese guarro que se come las brevas del Jacinto.... que fenómeno!!
Esperando ya esa segunda entrega.
saludos.

Desconectado Pedro Moreno

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Re:CALZONES SUCIOS
« Respuesta #4 en: Julio 26, 2013, 01:23:45 pm »
 Muy buen relato Doc, te explayas bien en las cosas nímias y eso se agradece, lo detallas con mucho gusto y el saborcillo de antaño, Esperando con  ansiedad esa segunda parte que por lo que veo entra de lleno en nuestras queridas esperas.
   Un abrazo
Cazador de silencios en las noches tenebrosas.

Desconectado Mochuelo

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Re:CALZONES SUCIOS
« Respuesta #5 en: Julio 26, 2013, 02:10:05 pm »
Muy bueno
Como se está poniendo la sección de relatos
Esperando como todos los compañeros la segunda parte
Gracias Quatermain

Desconectado colmilloblanco

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Re:CALZONES SUCIOS
« Respuesta #6 en: Julio 26, 2013, 07:20:07 pm »
Me ha encantado Quatermain :) Esperando impaciente la segunda parte  :) :) :)

Un saludo.

"Para tener enemigos no hace falta declarar una guerra; solo basta decir lo que se piensa".

Martin Luther King

Desconectado adol

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Re:CALZONES SUCIOS
« Respuesta #7 en: Julio 27, 2013, 07:07:05 am »
Todos los relatos tienen su enjundia y en este la mascas.
Si abates la mitad de lo que tiras, eres muy bueno, pero si tiras, solo, a lo que puedes abatir, eres de lo mejor.
La caza, la pesca y cuidar nuestro entorno, son nuestras herencias, respetemoslas.

Desconectado Quatermain

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Re:CALZONES SUCIOS
« Respuesta #8 en: Julio 29, 2013, 08:31:50 am »
Aquí teneis la segunda parte y final. Espero que os guste.


CALZONES SUCIOS 2ªPARTE

En el camino, recortados a la sombra de unos castaños ve unas siluetas, a las que rápidamente identifica.
-¡Coño el cabo y el José ¡. Los dos guardias de regreso de servicio, están echando un pitillo antes de llegar al cuartelillo. Los dos son buena gente, y conocen a Mario de sobra, no tendría problemas, a lo más un rato de charla, porque a los conocidos no se le piden papeles, y además, Mario de papeles pocos.  Pero, como buen hombre de sierra es de natural discreto y cuanta menos gente sepa de  sus movimientos mejor.  Recula en el huerto y espera a que pase la pareja, camino de dar de mano en la ronda diaria.
–Ya charlaré “conello” en el “bá” ques el sitio de hablá”.
Cuando han pasado,  Manuel sigue su camino, apretando el paso porque el guarro puede entrar de día, y se le está ajustando el tiempo. Como tiene los pies ligeros en un “salto” está en el huerto. Antes de bajar a las terrazas, desde el alto de la vereda que acaba en estas, se para a mirar. No se ve movimiento, ni humano ni montuno. La huerta está atravesada por un arroyo de medio metro de ancho, que es un canal de derivación del auténtico arrollo que está a doscientos metros por detrás del cerrete frontero. Esta derivación debe ser de la época de los romanos, porque esta huerta ha estado aquí “de siempre”.
Las higueras de higos negros están al lado contrario del arroyo y en este lado hay otras de higos blancos que son mas tardíos. El aire está en la dirección del agua, (hacia la izquierda). Las higueras están podadas hasta un metro y medio de altura para que los guarros no desgajen las ramas. Hay tres negras, y dos blancas, y estas están rodeadas de plantas de berenjenas a las que curiosamente los guarros no les tienen afición.
-“En mientras haya jigos que vanentrá a otras golojinas”.
El Jacinto tiene colocadas unas piedras a modo de banqueta al pié de una de las higueras blancas. Las plantas de berenjenas le tapan bien, pero tendrá que incorporarse para apuntar, porque están altas.
-“¡Tié buenas las benenjenas el Jacinto, coño!”.
Coloca los pertrechos a ambos lados y se cruza a la de los ojos negros sobre los muslos.  Saca una libretilla de papel de fumar, y arranca una hoja. Con esta le prepara unas orejillas a la escopeta y se las coloca. Las fija con un poco de saliva.
-Er papé de jumá eh lo mejón pa las orejillas. Como aparezca el mozito se vallevá un zusto de domingo.
Carga una bala esférica, que le cuesta meter porque el cartón está un poco hinchado, en el caño derecho, que “balea mu bien”, y un cartucho con garbanzos en el izquierdo “que aprieta mu bien”. Está acostumbrado, a tirar primero de izquierda y amarrar si hace falta con el derecho. Pocas veces hace falta.
Encara y apunta al troco de la higuera grande, que es la que tiene más rastros, y calcula unos quince metros.
-La que te voy a meté.
Amartilla los perrillos, y se la vuelve a cruzar en las piernas. Saca la talega del macuto y se corta una rebanada de pan y chorizo. Trago de clarete y a respirar el monte, que huele distinto, huele a tranquilidad, a paz, a bienestar… Esa sensación que solo ha notado el que ha estado sentado esperando que caiga la tarde en un aguardo.
Está tan a gusto, que se ha cargado la botella de clarete, sin darse cuenta, mucho después de haber acabado el pan y el chorizo. Con la algarabía de la noticia de la partida de Juana, hoy no ha dormido siesta, y le está entrando una mangla que “pa qué”. Los bajos de las higueras están llenos de mirlos, gorriones, y verderones. Con  el  soniquete de los pájaros va pegando cabezadas hasta que se queda dormido. Pero es la duerme-vela del esperista, que cualquier ruido que se salga del murmullo establecido como normal dispara el resorte de la atención de casi todos los sentidos. De cualquier forma el clarete ha hecho de las suyas, y Mario tiene algo más que una duermevela.
En la orilla frontera, una silueta aparece desde la izquierda, monte arriba, tomando aire, muy despacio y con las precauciones propias de quien ha recibido muchos sustos.  Se para bajo la higuera grande y escucha, oye como un runrún sordo acompasado que no disminuye y como el ruido continua sin amainar, decide retirarse sin saber que es aquello. Se oculta en el filo del monte y sigue tomando aire y escuchando. El aire no le trae ningún efluvio sospechoso y el runrún sigue imperturbable. El marrano, que está acostumbrado a que los ruidos peligrosos son los que se paran cuando él llega, se va haciendo al ruido y se empieza a arriesgar saliendo  del monte. El aroma de los higos del suelo es como un imán. Se arriesga del todo, comienza a comer y no ocurre nada. Mientras masca, intenta escuchar con dificultad, pero el runrún sigue ahí invariable, y el olfato no le trae ninguna alarma. Sigue comiendo y va necesitando agua. Se acerca al arroyo y se pega un baño, hoza un poco y se revuelca en una poceta lateral que tiene tomada. Tranquilamente se va en busca de otros enredos, porque la panza la tiene hasta las trancas de higos. Sigue escuchando el runrún sin haber averiguado que era aquello, que no debe ser nada malo porque nada malo le ha pasado. Y a medida que se aleja lo oye cada vez más bajo hasta que desaparece.
-¡¡Mffrrr, zzz, arj,arj, uff. !!   ¡Coño  quemedormío!. ¿ Habré roncao? ¿Cagondiez? ¡Que yo no duermo sin roncá, que lo dice la Juana!. Bueno, po tos tá tranquilo.
Se incorpora un poco por encima de las berenjenas y todo está en calma. Pero para un serreño como él, es demasiada calma. No hay mirlos y el suelo está revuelto. Se termina de incorporar ya sin precauciones y con la poca luz que queda, ve como el agua de la poceta está turbia.
-¡Cagondiez! ¡si hasta sabañao el mu cabrón! , y yo roncando ¡fijo!. ¡Siesque hay que vení descansao!. 
Vuelve a sentarse, ya sin mucha esperanza, y está atento hasta las tres.
-¡Aquístá tol pescao vendio!.
Pero como no tiene que ir a ningún sitio decide quedarse, y se arrebuja en la manta con el macuto por almohada y se echa a dormir. Duerme como un bendito y ronca como dos.
A eso de las cinco, de recogida vuelve a pasar por la higuera grande el mismo cochino doble de antes, que como sigue oyendo el “ronroneo normal del sitio” entra sin precauciones, come un par de higos, se vuelve a bañar y sigue en dirección a los encames.
Mario se despierta a la amanecida, y no se le escapa que el cochino ha vuelto a pasar por la higuera.
-¡Mañana “te voy a enterá yo” son cabrón!. ¿Será listo el hijoputa?. Po no quespera a que me duerma pa entrá.
Se pone en el verde, a los conejos y consigue matar tres con un tiro. Esperando a que tengan las cabezas juntas mientras comen.  Los destripa y se tumba en la yerba boca arriba mascando una paja de avena loca. La cañita de la avena pasa de una comisura a otra mientras repasa las faenas que tendría que estar haciendo.
-Las dos vacas tién agua y forraje de jobra, la vieja ya no dá leche y la paría lastá chupando  el ternero. Ají que no tengo que ordeñá.  Los pollos tién, grano y no pasa na porque no salgan hoy. Y los guarros je bastan jolos.   Ajín que no tengo priesa por volvé.
Echa la mañana andurreando por el campo, y a la hora de comé se sienta a la sombra de unos olmos y hace una candela donde asa el gazapo mas tierno. Se prepara unos tomates con sal y orégano del que crece en la solana de la rivera. Y se pega una comilona de conejo, tomates y pepinos , con pan y agua de la rivera que ni un marqués.
En prevención de la noche se tumba a dormir la siesta a la sombra y duerme dos horas largas. Después vuelve a las piedras de la higuera blanca, y hace las mismas maniobras del día anterior. Orejillas a la escopeta, garbanzos al cañón izquierdo y bala al derecho. Está harto de comer y se engulle solo una de las peras de agua. Mientras,  calcula como va a ser la jugada.
-Lo voy a dejá comé, y cuando esté to confiao, me levanto despacio y le sacudo. ¡Se vaenterá! Este está en la olla mañana de fijo.
A la misma hora más o menos, el “invitado” se acerca a la huerta. El aire está igual y el marrano entra del mismo lado, con las mismas precauciones, y en penumbra, sin que se haya ocultado el sol aún. Mario lo oye y se queda quieto como una estatua pese a que tapado por las matas de berenjenas no lo puede ver. El cochino se para, como ayer, no le extraña ningún aroma raro, pero hay algo que no cuadra, no se oye el “run run…” cadencioso de ayer, algo pasa. Sigue parado y olfatea. Muy silencioso todo, demasiado… Se dá la vuelta… y se marcha.
Mario deja de oírlo, y lentamente se incorpora, no ve nada, y piensa que seguro entrará mas tarde. Aguanta, gracias a la siesta, con los ojos abiertos como platos hasta las cuatro.
-¡Este cabrón ma venteao en un revoque y sasustao!. Ya no hago ná hoy.
Vuelve arrebujarse en la manta y se duerme profundamente. Tiene un sueño de lo mas reparador y no echa de menos su cama, durmiendo al raso entre las berenjenas.
No ha hecho mas que dormirse cuando el guarro, de recogida y tranquilo al oir los “ruidos normales” de la huerta, come algunos higos se da un baño y se pira. Mientras  Mario sigue “fabricando” los ruidos normales del huerto.
Durante todo el día está dándole vueltas a la cabeza, al porqué de la actitud del guarro, hasta que como un detective, ata cabos y cae en que el cochino entra cuando oye los ronquidos. No se mueve de la huerta. Solo come lo que le queda y algo que le pilla al Jacinto, (donde hay confianza…).
Al atardecer se prepara, en la piedra de siempre con todo igual que las dos noches anteriores, esperando al “listo”.
Invariablemente, el solitario, se acerca como los días anteriores. Hoy no hay nada de viento y no encuentra el aire pero entra desde la misma zona. Se va acercando lentamente, oliendo y escuchando, hasta que oye un ronroneo familiar, ¡ruunc-ruuns!, se confía y avanza, llega a la higuera y comienza su banquete.
Mario se levanta lentamente, mientras con la boca sigue haciendo ¡ruuc-ruuns!, apunta y pone el dedo en el gatillo trasero de la paralela…, aprieta… y… el cochino se queda con el último higo en la boca. Cae como un pelele.
-¡Ja cabrón, que me la ibaapegá tú, po no soy largo ni ná!.
Se acercó y lo admiró como adversario digno que era. Lo capó, lo vació, lo troceó y dejó las partes en las ramas de la higuera. Dio un primer viaje con lo que pudo transportar, y en un segundo viaje llevó lo que quedaba. En casa deshuesó los jamones y las paletas y consiguió que entrase todo en la nevera de butano.
Cuando había terminado, apareció en la puerta la Juana.
-¿Qué?, ¿como está la madre?. Preguntó Mario.
-¡psse!, creo que va salí de esta. E inmediatamente añadió, ¡hay que ve lo sucio que tienes esto! ¡Me voy tres días y no puede ser!.
A continuación aparece también en el umbral el Jacinto, que le pregunta en bajo (conociendo a la Juana), que hace unos días que no lo ve. A lo que Mario responde sin dar mas explicaciones y alzando la voz un poco para que Juana lo oiga.
-¡La madre de La Juana, que ha estado pachucha!. ¡Pero ya está mejor gracias a Dios y va a salir de esta! ( y añade de pensamiento, para sí mismo, -“y así me puede dar mas adelante otros tres días de tranquilidad”).
-¡A claro! Le contesta Jacinto como si la explicación fuera la más normal del mundo.
Cuando se va el Jacinto, Juana exclama con la puerta de la nevera abierta de par en par.
-¿Y esto? ( como si no fuera evidente) ¿ que coño es esto?.
-Pue que vazer, ¡carne!.
-¿Que has matado alguna de las bestias?.
-Los amigos…, es carne de monte.
-¡Y la tendré que guisá yo!.
Y Mario se va para el corralón encogiéndose de hombros, mientras se limpia las manos en el pantalón y piensa en la próxima recaída de la suegra que Dios mantenga con vida muchos años.

Desconectado curroguerrillero

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Re:CALZONES SUCIOS
« Respuesta #9 en: Julio 29, 2013, 09:14:50 am »
Me ha encantado el relato , esas expresiones cerradas que conocemos la gente de campo y las perfectas descripciones de los entornos, magnífico relato , si señor. Me quito el sombrero. Espero q sigas deleitandonos con más relatos tuyos de esta categoria

Desconectado Pedro Moreno

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Re:CALZONES SUCIOS
« Respuesta #10 en: Julio 29, 2013, 09:33:22 am »
   Muy bien rematado el relato, pero con Juana................con esa.............yo no viviría jejejejeje.
Cazador de silencios en las noches tenebrosas.

Desconectado JUANFRAN

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Re:CALZONES SUCIOS
« Respuesta #11 en: Julio 29, 2013, 09:48:26 am »
Precioso QUATER.  Le costó lo suyo, pero a un buen serreño no se le escapa un buen guarro, aunque lo tenga que matar con una paralela de perrillos y orejeras de "pape de juma".  Me ha sorprendido, también, tu dominio del lenguaje del protagonista e incluso de su propio "lenguaje interno" (a mi me la va a jugar el listo este, o algo así).  En fin, que me ha gustado mucho, por su sabor a monte, a antiguedad, y a saber esperero.  Un abrazo de JUANFRAN-malastrazas.

Desconectado Manuel

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Re:CALZONES SUCIOS
« Respuesta #12 en: Julio 29, 2013, 10:25:44 am »
Pobre del gorrino que se le cruce a Mario entre ceja y ceja mientras su suegra siga viva y recayendo!! Eso sí, a la Juana ni media palabra... ;D
Buenísima segunda parte Quatermain, estos relatos enganchan y dejan con ganas de mucho más. Gracias!!!

Desconectado Buhogris

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Re:CALZONES SUCIOS
« Respuesta #13 en: Julio 29, 2013, 11:33:34 am »
Lo que bien empieza,bien acaba  ;).El principio del relato prometia,como ya te dije y el final ha sido el que todos esperabamos.Pero mientras tanto,hemos disfrutado de la siesta de Mario,de la caza de esos conejos y de sus elucubraciones para hacerse con el guarro de la huerta de Jacinto,al tiempo que imaginabamos sus ronquidos.Por poner alguna pega al relato,la vuelta de la Juana  >:(.Con lo bien que estaba Mario solo  :(.
Gracias una vez mas Quatermain  :D.
"No subestimes a tu presa y prepara su caza,como el mayor de los retos"

Desconectado colmilloblanco

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Re:CALZONES SUCIOS
« Respuesta #14 en: Julio 29, 2013, 11:35:14 am »
Estupendo final enhorabuena Quatermain, estos relatos enganchan gracias por compartirlos.
 
La Juana,,,,,,, jo con la Juana.

Al Mario lo engaño dos veces pero a la tercera  ¡ruuc-ruuns!, y ese,,,,,,ese cochino, ya no come más higos.

Un saludo.     
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Martin Luther King

 

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