Esperas al Jabalí


EL JABALI DE LAS NAVAJAS DE PLATA

Autor Tema: EL JABALI DE LAS NAVAJAS DE PLATA  (Leído 8214 veces)

Desconectado BURRACO

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EL JABALI DE LAS NAVAJAS DE PLATA
« en: Enero 06, 2014, 01:23:51 pm »



EL JABALÍ DE LAS NAVAJAS DE PLATA.

Al abrir las puertas del bar, un murmullo de destempladas voces rebota en la cara , densa cortina de humo emborrona las figuras vociferantes de los numerosos asistentes que la noche del domingo, se juntan para comentar el último gancho, la montería cercana y demás historias de caza, mezcladas con muchos quintos de cerveza , vasitos de agrio vino de pitarra y los más
“ adelantados” , con el cubata.
Colgadas en las paredes, patéticas cabezas de jabalí disecadas abren sus bocas de asombro eterno. Siempre me causaron profunda sensación y no puedo dejar de mirarlas y a la vez me entran unas ganas de soltar la risa que tengo que reprimir, no sin esfuerzos. En cierta ocasión que comenté el parecido de una de éstas “obras de arte” con una borrica en pleno orgasmo, noté que había herido gravemente el ego del propietario.
Y después de reconocerle haberme pasado tres pueblos, unos cuantos quintos de cerveza y de aguantarle el tostón media mañana, la cosa quedó en tablas.
El guarro era el de su vida, jamás había visto otro mejor, y aunque lo había achicharrado con postas a trancacañón, era considerado en la casa como de la familia.
Las he visto con la boca cerrada, con sonrisa sádica, con enorme parecido a un cruce con lucio, con las navajas sacadas de tal manera que parecen antenas, y algunas cuchillas que se perciben buenísimas, metidas a tope dentro de la deformada boca. Algunas pieles, mal curtidas y peor tratadas se retuercen y secan con horribles gestos sobre el cuerpo de escayola.
Me acuerdo de cierta ocasión que entramos un grupo de amigos en el bar de un pueblito precioso en la zona de La Jara, después de una feliz montería, comentando las incidencias . Con unas cervecitas y unas raciones de magro de venao, la reunión prometía. Nos sentamos en una mesa , debajo de una de esas espantosas cabezas disecadas de jabalí, colgada de la pared. Al cabo de un buen rato empezamos a sentir que estábamos prácticamente cubiertos de gusanillos blancos, que la espantosa boca del esperpéntico gorrino disecado nos obsequiaba. Cambiamos de sitio, pero la carne deliciosa de ciervo se quedó en los platos. Durante el regreso a casa , más de una vez nuestra mano abandonó el volante para rascar la cabeza, al sentir los malditos gusanillos correteando por ella, regalo gratuito de aquel maldito guarro. Fruto del mal trabajo de los muchos taxidermistas de afición, que abundan en nuestra cinegética.
Entremos nuevamente en nuestro abigarrado bar de la historia. El tema casi general era uno, el jabalí con las navajas plateadas había sido avistado de nuevo, en la armada de La Culebra, saliéndose de la montería, escapando por un arroyo seguido de los perros, y había penetrado en la mancha lindera. Dos o tres disparos saludaron la carrera, pero al rato los canes volvieron por el mismo sitio que habían salido, sin señales de haber mordido. Los perreros jurando y vociferando de haber visto brillar la boca del guarro , en los trasluzones de su huída entre el monte y las jaras.
Y formando corrillo , con un cubata en las manos, su voz ronca de la montería reciente
, resonaba por encima de todas, contando una y mil veces la cantinela del guarro de las navajas de plata.
La noche se acomoda poco a poco sobre el pueblo. Los coches abandonan la plaza lentamente, unos detrás de otros, las largas luces de sus luciérnagas marcan la cinta sinuosa e interminable de la carretera. Las puertas se van cerrando, pues mañana es día laborable y hay que madrugar. Sólo el bar permanece abierto. Desde lo alto de la pared las inexpresivas cabezotas de los guarros disecados, miran sin ver , con sus ojos zarcos de cristal , dos o tres paisanos amodorrados contra la barra , ante el vaso de vino , testigo mudo de la melopea.
Como extensa niebla cubriendo la zona, la leyenda del guarro con las navajas de plata se agarró espesa sobre las húmedas tejas de esos pueblecitos….
Algún esperero juraba haber visto brillar su boca cuando tocó la luz del faro en el puesto. Pero aunque le habían largado más de algún “recao”, siempre salió airoso del peligro. Las pocas veces que fue localizado en los comederos , cosa rara en un guarro supuestamente viejo, fue siempre a primera hora de la noche. Para mí supone dos cosas, o que el animal tiene mucho hambre por alguna deficiencia física y no es capaz de aguantar el olor de la maíz, o que es un guarro que no está “burraqueado”, lo cual a estas alturas y en estos tiempos , creo que no es viable, o muy raro.
Aunque yo nunca hice caso de estas leyendas medio locas que a veces se escuchan en los pueblos, aproveché una semana que me quedaba de vacaciones no cogidas, y con mi 2CV., me largué camino de Piedrabuena. La finca de S.Antón y el Espino está lindando con la famosa de El Gargantón, tambien con la del Castaño y otras. Es un buen coto de caza mayor, que los amigos de Evaristo Coello disfrutamos, durante unos cuantos años.
Después se decidió dar monterías y lógicamente se acabaron las esperas, ganchos, cortes por la mañana y demás eventos que hacían la felicidad de todos los asistentes.
Al llegar al citado pueblo, terminé de consumir la mañana visitando a unos y otros, todos metidos en la afición de la espera a los guarros y demás “fichorías” y “lobás”, como ellos dicen. La mayoría estaba en el campo, a sus faenas, otros eran albañiles y fue a “pie de obra”, donde les consulté sobre el ya célebre jabalí de las navajas de plata. Y lo que saqué en conclusión ya casi lo sabía de antemano, mutismo absoluto, vaguedades, evasivas, ellos no habían personalmente visto nada. Decían en el pueblo , que uno que había venido de Madrid , primo de Valentín “el manco”, le había tirado en la espera, que el guarro había hecho un extraño y luego dentro del monte se le había oído patalear. Pero que al día siguiente fueron con el perro del guarda del Gargantón y no encontraron ni rastro. Efectivamente en el bar, el citado primo juraba y perjuraba que al echarle la luz al guarro que corría, vió el brillo de las navajas, igual que si fueran de plata.
Solamente hablé con una persona entre todos los del pueblo, que me aseguró haber
visto al jabalí famoso ya, en toda la comarca. Y me causó buena impresión su cara un poco seria y ofendida ante mi sarcasmo en las preguntas.
Noté que mi ironía le molestaba, y eso me gustó.
Esa persona era Ramón, el pastor de la finca, al que tuve siempre por hombre serio y cabal. Con pausada ceremonia en su voz y mirándome fijamente para percibir el más ligero asomo de cachondeo en mi cara, me suelta: pues mire usted por donde, ésta misma mañanita soltando las borras al careo, despuntando el día le he tenido parado mirándome, como a unos cien metros, en lo que hace de solana de San Antón y enfrente del redil de arriba. Estaba a punto de meterse en el monte.
Inmediatamente mi pregunta no se hizo esperar. Oye Ramón, ¿le notaste algo en la boca?.Su contestación fue también rápida. ¡Pues claro, le brillaban las navajas como espejos¡ Y lo ví “palpablemente”.
No pude aguantar la explosión en cadena de mis aficiones locas, creo que le dí un abrazo al asustado Ramón y sin decirle adiós, salí disparado a la finca para prepararme el aguardo de esa noche. Que prometía , si el aire me acompañaba un poco, juntarme con el célebre marrano de los dientes plateados. Teníamos un puesto de maíz , justo donde me había dicho el pastor haber visto al cochino esa misma mañana.
El motorcillo de mi Citroen ronroneaba por aquellos caminos de tierra levantando nubes de polvo rojo , camino de la casa del guarda. Tenía que avisarle para que supiera que yo estaba allí, y que esa noche me iba a poner en el citado puesto.
Salió la mujer muy amable y me dijo que su marido estaba en Ciudad Real, “de médicos.”
Que había cogido la Viajera, muy pronto en Piedrabuena para estar a media tarde en la finca, de vuelta. Como siempre me ofreció la buena mujer una docena de huevos y no sé que más, creo que unas lechugas del huerto que este año había sido un desastre, se habían secado casi todo. Estuve escuchando de su boca las andanzas del hijo que estaba en Barcelona, “haciendo la mili”, que no le daban permiso….Yo no sabía cómo abreviar el aluvión de preguntas y la conversación de la buena mujer. Nunca he sabido, ni he podido cortar esos interminables momentos de la pobre gente que quiere ser amable , pero que no siente la prisa como yo, de marchar corriendo a casa para preparar la ropa de la espera , el rifle…..y más cuando el sol va bajando camino del ocaso….Eso sí, me dijo que “su Juan” había echado maíz esta misma mañana en el comedero...
Y finalmente estoy sentado en el cómodo puesto. Está hecho entre una trébede de chaparros muy tupidos, perfectamente camuflado, pues es muy antiguo y no tiene ramas secas, ni rotas, ni dobladas. Una buena tronera que domina el comedero , que efectivamente observo con los prismáticos, está con el maíz y las piedras colocado de esta mañana. Con un amplio espacio que se ve media solana, y por la parte trasera tiene también un buen tiradero que domina el rastrojo amarillento y calvo, de la cosecha que recientemente le robaron.
Por esta parte se puede ver fácilmente algún venao o alguna hembra comiendo las espigas , que olvidó la máquina devoradora.
Prefiero no ver ninguna res, pues los ciervos están con la borra, y las cabezas no valen. Y lo que pueden hacer es correr y alborotar el panorama con sus ladridos, en el momento que tenga el guarro a punto de entrar.
La luna gatea sigilosa por el negro refajo del horizonte, colocando primeras guirnaldas de plata sobre el oscuro sayón de la encina grande, que alarga su sombra infinita sobre la llanura. Y van apareciendo multitud de bultos negros que me hacen trabajar a destajo con los prismáticos , alguno me parece que se mueve, pero le dejo, y al rato le busco y está en el mismo sitio. Viene una mareita cruzada que me gusta, fija y nada fría.
Me cubro las piernas con la manta, pongo lentamente el rifle apoyado en la rama gruesa que cruza la tronera y a esperar…..Previamente me he embadurnado bien con la barrita antimosquitos Aután, despide un olor perfumado que me agrada. Pero me pone las manos y la cara pringosa. No puedo dejar de pensar en estos momentos, los comentarios de algunos colegas con relación a los olores y colonias en el puesto. No saben que si le echamos el aire al cochino, aunque no nos pongamos nada de olor en el cuerpo, nos descubrirá y echará a correr. Y si no le damos el aire, aunque nos empapemos de la colonia más fuerte, no nos detectará. Es el aire el que le lleva el “humo” nuestro y nada más .El guarro no huele a “contra aire”.
Estoy con estos pensamientos que los he repetido miles de veces, cuando echo los prismáticos al comedero y veo un bulto negro y grande comiendo con la cabeza baja.
Con mucho cuidado pongo el 7x57 en la tronera y miro por el visor. No le veo bien pero su silueta sin cuello y achaparrada me dice que es un buen gorrino, pues por la altura había creído por un momento que era una res. Hace un bulto tan grande que se le ve sin necesidad de los cristales. La emoción hace temblar un poco la cruz del visor en su espalda, le estoy refinando cuando una sombra pequeña sale por delante y forman un mismo bulto oscuro y alargado. Quito el dedo del gatillo, levanto el Oviedo y despacio pongo el seguro.
Y respiro profundamente. He estado a punto de dejar huérfano por lo menos a un rayón.
Y un solo rayón fue el que estuvo todo el rato incordiando a la madre.
Creí sentir un par de veces por detrás de mí el ruido apagado del trote de las reses y sus estornudos y toses de recelo, en la lejanía.
La noche se estira plácida sobre la caliente solana de S.Antón. Poco a poco un ruido de motor lejano se va acercando. Unas débiles luces barrieron mi puesto y subieron locas por el valle arriba. Sonreí pues sabía que era el Land Rover del guarda que llegaba a la casa. Y seguro que con cuatro copas de más, era conocida su afición al moyate de la tierra.
De la media tarde que dijo a su mujer que regresaría, llegaba ahora, a las tantas de la noche y bien caliente.
Oigo pararse el motor del todoterreno e inmediatamente el clásico portazo. Pienso que a pesar de la distancia grande que hay hasta aquí, se ha sentido perfectamente. Las voces no se sienten, pero las presumo.
No podría calcular cuanto tiempo estoy en estos pensamientos. Los prismáticos, cuando registro el comedero, no encuentran nada en él. La gorrina ha desaparecido con el pequeño. Me pongo alerta pues puede ser una buena señal. Y lo es. Un cabezón emerge lentamente entre las jaras del comedero, queda quieto , clavado , miro varias veces y termino por creer que es el bulto de un chaparro que con el lento movimiento de la luna, lo que antes blanqueaba, ahora se ha vuelto de la negrura del azabache. Pero la cruz del visor está vigilando el más pequeño movimiento. Y éste se termina por producir. El bulto avanza unos centímetros, tan lentamente que todavía no estoy seguro de que sea el macho. Pero me doy cuenta que ahora se le ve un poco el arranque del pecho. Consigo que la fina cruz del Habicht 6x42 se coloque fija en el grueso comienzo del cuello con el corpachón. Respiro hondo , el frío del gatillo cosquillea en mi dedo. Suavemente toco y el rifle se encabrita en el hombro, a la vez que suena el tremendo estampido.
No he podido ver más que el fogonazo naranja manchando el negro de la noche, y escucho atentamente , con un zumbido sordo de los oídos. No oigo nada, ni carrera , ni bufido, silencio absoluto.
Me calmo, pues de la emoción no puedo centrar los prismáticos en el comedero, y cuando lo consigo , veo una sombra oscura en medio del raso, quieta, inerte.
Salgo corriendo con el arma en la mano, la distancia al maíz se me hace eterna, me parece que no voy a llegar nunca. Cuando estoy a unos quince pasos del cuerpo del jabalí, la luna juguetea en la jeta del verraco y me manda unos extraños reflejos que me hacen parar en seco. Y me doy cuenta de la tremenda crueldad de la historia. Un plateado bote de tamaño mediano agarrota la boca del marrano por la parte delantera, impidiéndole cualquier movimiento de sus mandíbulas. El enorme bulto del cuerpo muerto del animal coronado con tan extraño artefacto produce en mí , una doble sensación de pena y alivio a la vez. Me dolió el sufrimiento de aquel animal sano y formidable, muriéndose de pié , lentamente y sin remisión, por el sólo hecho de haberse querido juntar a nuestro entorno. Y sentí alegría de haber acabado con su agonía lenta e inexorable. Me arrodillo y cojo la gran cabeza con las dos manos. Las navajas y las amoladeras están encajadas dentro de la lata, de forma que el animal no podía quitárselas de ninguna manera. El fondo del bote estaba destrozado por los continuos arrastres y golpes para quitárselo de encima,lo que hacía entre otras cosas que el metal estuviera brillante y pulido. Pero el refuerzo circular que tiene para poder asentar la tapadera, le impedía sacarse el artefacto.
Lo `poco que comía lo hacía a través del fondo roto de la maldita lata.
El jabalí estaba hecho una pena, seco , las costillas marcadas, lleno de garrapatas y miseria. La muerte acabó con el sufrimiento tremendo y agónico del animal.
Al día siguiente , en el pueblo no se hablaba de otra cosa. Se le hicieron fotografías que para más delito, yo no conservo ninguna. Hasta hace poco tiempo estuvo rodando por casa, unos recortes de periódico, creo que era de Ciudad-Real, donde una malísima fotografía junto con la noticia, daban fe del hecho.
Con unas tijeras de cortar chapa se pudo abrir la lata, que con toda seguridad el guarro encontró en algún basurero, y el olor de los restos que tuviera le hizo meter la jeta , hasta encajarse las navajas dentro.
Y fue precisamente la calidad de esas navajas, lo que mató al jabalí. Pues seguramente si hubieran sido más pequeñas, el bote maldito no se hubiera encajado tan fuertemente en el hocico del macareno.
El jabalí se homologó en el año 1965 y dio medalla de bronce. Con 34•15 puntos.


En la finca de S. ANTON Y EL ESPINO provincia de CIUDAD REAL.por Jose Maria Baranda

Desconectado Mochuelo

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Re:EL JABALI DE LAS NAVAJAS DE PLATA
« Respuesta #1 en: Enero 06, 2014, 02:21:51 pm »
Gran regalo de reyes no has brindado compañero Burraco
Pobre animal , mal destino para tan gran y admirado contrincante
Menos mal que se tropezó con tigo y por lo menos tubo un noble final
Saludos y gracias por compartirlo

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Re:EL JABALI DE LAS NAVAJAS DE PLATA
« Respuesta #2 en: Enero 06, 2014, 03:30:21 pm »
Hermoso relato con sabor sabor auténtico. Ya lo había leído hace tiempo y sabía de su final. No obstante lo he disfrutado como el primer día. Enhorabuena.  :D
"Cuando se comparte una cosa, normalmente su valor se divide, sin embargo cuando se comparte conocimiento su valor siempre se multiplica"

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Re:EL JABALI DE LAS NAVAJAS DE PLATA
« Respuesta #3 en: Enero 06, 2014, 07:18:06 pm »
Que placer releer de nuevo este curioso relato,que a modo de regalo de Reyes,has tenido a bien obsequiarnos  :).Quiero interpretarlo,como tu total y satisfactoria recuperacion y espero que pronto nos ofrezcas un nuevo y  reciente lance,narrado con tu habitual maestria.Un fuerte abrazo MAESTRO.
"No subestimes a tu presa y prepara su caza,como el mayor de los retos"

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Re:EL JABALI DE LAS NAVAJAS DE PLATA
« Respuesta #4 en: Enero 06, 2014, 08:53:53 pm »
Muchas gracias Maestro, ya estas al lio, que alegria.
Si abates la mitad de lo que tiras, eres muy bueno, pero si tiras, solo, a lo que puedes abatir, eres de lo mejor.
La caza, la pesca y cuidar nuestro entorno, son nuestras herencias, respetemoslas.

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Re:EL JABALI DE LAS NAVAJAS DE PLATA
« Respuesta #5 en: Enero 06, 2014, 09:12:13 pm »
No me canso de leerlo, maestro

Desconectado colmilloblanco

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Re:EL JABALI DE LAS NAVAJAS DE PLATA
« Respuesta #6 en: Enero 07, 2014, 09:03:18 am »
 ;D ;D ;D Bien por el relato que no conocía y me ha enganchado ;) y mejor todavía por estar de nuevo y como siempre en la brecha.

Gracias por el regalo Maestro.

Un saludo.     
"Para tener enemigos no hace falta declarar una guerra; solo basta decir lo que se piensa".

Martin Luther King

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Re:EL JABALI DE LAS NAVAJAS DE PLATA
« Respuesta #7 en: Enero 07, 2014, 09:51:37 am »
No había tenido el placer de leer este relato, así que me ha cogido de nuevas.  La historia es curiosa y la belleza de la escritura ha hecho que se me haga corta, muy corta.  Dicen los que te conocen, maestro, que esto significa que ya estás al día y que vuelves a tus quehaceres cinegéticos.  Si es así, cosa que deseo, quiero aventurarte un 2.014  lleno de lances similares y suplicarte que nos deleites, posteriormente, con su lectura.     

Desconectado VIEJETE

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Re:EL JABALI DE LAS NAVAJAS DE PLATA
« Respuesta #8 en: Enero 07, 2014, 01:20:53 pm »
yo tambien es la primera vez que lo leo y puedo decir que a sido tremendo, buenisimo,
muy buena narración y lance, estupendo cochino y lastima por el,por su sufrimiento que tu paraste en seco.
muchas gracias por el relato. un saludo.
solo me gustaría saber lo que no se

LOBACO

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Re:EL JABALI DE LAS NAVAJAS DE PLATA
« Respuesta #9 en: Enero 07, 2014, 08:20:11 pm »
Que  bonito BURRACO me ha parecido montar en su dos caballos y esperar al guarro con usted al aroma y abrigo de la vieja encina.
Gracias por volver de nuevo.

Desconectado mantekao

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Re:EL JABALI DE LAS NAVAJAS DE PLATA
« Respuesta #10 en: Enero 07, 2014, 10:18:37 pm »
Gracias por compartir este magnifico relato. Aunque no le conozco, parece ser que a estado un tiempo sin poder ir a cazar, me alegra saber que esta recuperado.
saludos.

Enrique Garramiola Robles

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Re:EL JABALI DE LAS NAVAJAS DE PLATA
« Respuesta #11 en: Febrero 27, 2015, 09:40:52 pm »
Otro más par la mejor colección.

 

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