Esperas al Jabalí


Memorias de un Aborigen. Todavía quedan Lunas.

Autor Tema: Memorias de un Aborigen. Todavía quedan Lunas.  (Leído 13855 veces)

LOBACO

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Memorias de un Aborigen. Todavía quedan Lunas.
« en: Octubre 29, 2015, 08:07:22 pm »


A mis Cabromochos.

Poco ha tardado la oscuridad en engullirlo todo piedras, pinos, encinas y romeros, todo menos la brisa que nos saluda y nos oculta de nuestras presas. Mientras, los sonidos del monte nos envuelven, nos cobija y resguarda como a los otros animales que moran en él. Pese a no andar por nuestros pagos la noche nos reconoce y nos cubre porque sabe que somos discípulos suyos.  Embutido entre la maleza a los pies de un enorme pino vigilo el trozo de sierra que me ha tocado en suerte esta noche. Espero a “El Tifus” un enorme cochino que a pesar de dejar algunos troncos escritos a colmilladas como dice mi amigo Eduardo no ha dado palabra de acudir. Aún así no puede evirtarlo y se presenta justo donde lo esperaba. Gruñe, resopla con aliento quedo, deambula por la replaza que tengo frente a mí protegido por la espesa oscuridad que mis ojos casi rotos del esfuerzo ya no son capaces de horadar. Anda entre el escaso matorral, desconfía, me busca sin encontrarme y tras un ruido desafortunado huye hacía el monte que es lo mismo que huir hacía la vida. Que lejos estoy de lo que un día fui, cuanto hace que no danzo en torno al fuego blandiendo mi  lanza en la mano para festejar el éxito de la cacería. Cuanto que no duermo bajo las estrellas arropadondome unicamente con mis perros sin más protección que mis instintos y mis pieles. Sin duda antes tenía mejor vista y el brazo tan fuerte para tensar el pesado arco de tejo y clavar una saeta en las entrañas de algún “Tifus” prehistórico. Un brazo tan fuerte y robusto como ahora pero mucho más libre y ligero de tanto cazar.-Has tenido suerte hermano jabalí, después de tanto tiempo solo puedo aspirar a ganarte la partida con este pesado rifle que mata  como cien lanzas y alumbra como mil lunas-.- Más mi vista ya no es lo que era y no puedo verte a pesar de escucharte tan cerca-.-Hiciste bien en aprovechar la ocasión y alejarte gruñendo cuando mi hijo dio un chasquido con la cremallera de su saco, de no haberlo hecho ahora mismo estarías tumbado a mis pies a menos de treinta pasos-.
Es lo que tiene el acechar tan cerca sientes a tu presa respirar, casi llegas a tocarla pero al mínimo yerro pone tierra de por medio. Es la ley del monte, la vida, la humildad y la grandeza de LA CAZA.
                                              __________________________________
Hace rato que saltamos el límite provincial y dentro de poco paseremos otro. El paisaje, áspero, huidizo va tornandose llano y abrupto a la vez. A poniente altas cumbres que ralean y escatiman árboles dejandolos que cubran únicamente sus faldas como enagüas verdes y pudorosas. A levante se extiende una larga y trabajada llanura que apenas oculta en su horizonte la proxima cadena montañosa que la vigila desde lo más alto. Colgadas del cielo como petréos gigantes las montañas resguardan de los vientos a todos los habitantes que la pueblan enmarcando con su poderosa majestad la enorme belleza de estas tierras. Encontramos algún que otro pueblo desperdigado que cobija la poca pero sin dudarlo afortunada gente que vive y trabaja mirando la vetusta cara del monte. Más bien pocos aunque demasiados para mi gusto. Ojalá y en este País quedaran grandes espacios abiertos donde perderse cazando con tu hijo y tus perros por varios días. Vivir de lo que atrapas siendo grande o pequeño, asandolo al fuego y durmiendo en un saco. Sin más ley que la que heredamos de nuestros antepasados y sin más aspiración que la de ser hombre. 
Dos horas después llegamos a un pueblo ciertamente grande, recogemos a un amigo que nos sigue con su coche y enfilamos camino de la finca. Con el Sol en la cara un ancho de Vía de cuatro metros ciertamente mengüantes llenos de ciclistas, curvas,  paseantes y coches en sentido contrario aún tardamos casi media hora en llegar.
Abrazos de verdad, como se abrazan los hombres que hace tiempo que no se ven y han esperado largamente el momento de volverse a encontrar. Apretones de manos de los que se sienten de los que casi duelen porque son verdaderos Renunciamos a la idea de hacer un puesto y nos quedamos con nuestros amigos que mañana ya habrá tiempo. En estas primeras horas de reencuentro nada hay más grande que unir fuerzas para agotar las cervezas, cortar un plato de jamón y contarnos lo poco que no sabemos unos de los otros.
 A pesar de andar todo el día conectados por la red se nos hace muy largo el tiempo de descuento de la próxima cita. El encuentro físico con los amigos se hace necesario aunque a diario, rias o discutas con ellos a muchos kilómetros de distancia. Una vez convocada y puesta la fecha a gusto y conveniencia de todos ni siquiera la boda de la suegra sería acontecimiento de envergadura suficiente para dejar de acudir. Por desgracia algunos de los nuestros por culpa de obligaciones laborales o encontrarse demasiado lejos no han podido y ansían noticias al otro lado de sus pantallas. Les vamos informando a trompicones  y entre las habituales bromas conocidas por todos van recibiendo noticias con cuentagotas. Los dos más veteranos del grupo que llegaron varias horas antes si han llegado a tiempo de ponerse entre la intrincada belleza enmarañada del monte. En la oscuridad vamos a buscarlos para cenar que no les pesará cambiar la caza por la grata compañía.
JAVI
Oculto tras un enebro con su máscara acecha uno de los arqueros más sabios de este País. Escaso de carnes, seguramente para que no le molesten al andar por el monte o para cabalagar su “amotaco”. Uno de esos yankees de los que pesan un  quintal y hacen un güevo de ruido. Guarda en su memoria un montón de historias de caza, aquellas que aprendió de los libros, las que le contaron sus mayores y las que él mismo ha vivido. Sus plateadas barbas así lo atestigüan, igual las canosas cerdas de su oponente el jabalí denotan paciencia y conocimiento.  Ama el campo y los animales tanto como yo e igual que los míos sus perros son parte de su familia. Tiene la mirada limpia, siempre aprieta la mano cuando te saluda y a veces sus palabras descubren sus malos recuerdos por confiar demasiado en quién no lo merecía. Una de las primeras personas que conocí cuando pensaba que una vez tuve amigos y no sabía lo que eran. Me tendío su mano generosa y comenzamos  a compartir muchas cosas sobre todo sabiduría, por supesto que el Maestro es él.
Una acogedora carpa montada para la ocasión nos envuelve y sirve de parapeto entre nosotros y el creciente frío que nos amenaza antes de que entonemos nuestros cuerpos con un yantar propio de los mismos Dioses. La tenue luz de las bombillas ilumina sin motivo los rostros que relucen por si mismos. Risas, historias e historietas, regalos y lo mejor de todo unos formidables anfitriones que se desviven para que no falte en la mesa ni un palillo.
Lentamente, poco a poco el sueño nos va venciendo y nos retiramos, yo me acuesto junto a mi hijo en la más cómoda de las alcobas que mis amigos han dispuesto para mi. Dispuesto a dormir el gratificante sueño de los satisfechos. Por ser el creador de semejante grupo de amigos y en cierto modo un poco artifice del encuentro tengo motivos de sobra para estarlo.
Poco tarda el día en despuntar y poco tardamos en levantarnos a vivirlo. Como buen aborigen  disfruto descalzo de la primera meada del día mientras admiro las enormes y rosacéas cumbres que nos rodean. Si desde la carretera parecían grandes la cercanía les imprime una enormidad casi mística. Inconmensurable la belleza que las tiñe de mil tonos suaves y cálidos con la ayuda del Sol naciente que parcamente apenas asoma. Ojalá y desde sus infinitas atalayas las montañas puedan ser testigos mudos de un buen lance a los cochinos que a este que desde aquí les mira ya le está haciendo falta.
Las sobras de la cena prometidas a los perros van pasando por las ardientes ascuas para darles un poco de calor y sabor mientras nos miran con envidia desde abajo.  Las engullimos con placer y regamos con más cervezas antes que el Sol derrita los hielos y las caliente. El fuego va ganando adeptos que cambian la leche y las galletas por la carne, el embutido y los botellines. Desayuno de hombres le llaman algunos, mi hijo y yo simplemente desayuno rutina de fin de semana campero. Tras el almuerzo un recorrido por la finca que aprovecho para buscar algunas setas sin demasiado éxito, son muy escasas a causa de la sequedad del terreno. Los anfritriones nos enseñan sus puestos y mentalmente elijo al que se supone entra el marrano más gordo, si me ceden el honor intentaré dar caza a “El Tifus”.  Continuamos nuestro paseo entre pinos, riscos y alguna que otra rapaz que nos mira desconcertada desde lo alto. Los barrancos se suceden y a pesar de caminar por las faldas y algún carril se hace un tanto pesado, el terreno es duro. Demasiado enmontado para mí que gusto mirar el horizonte desde los cerros, acostumbrado a subir y mirar desde las cumbres en las faldas me sientro algo extraño.
Uno de los Maestros se queda un poco atrás, le cuesta pero no se queja ni pide que aminoren la marcha los demás, tampoco yo lo pido por respetar su dureza. Simplemente me retraso un tanto, le espero y secretamente le admiro un poco más.
ADOLFO
Puede parecer un tanto tímido a la hora de tratarlo pero en cuanto entiendes que lo suyo es natural y no una ficticia distancia interpuesta ya has caido en su embrujo. Animales, armas, gentes, Paises, leyes, aduanas, perros, libros, coches… sabe de casi todo pero ese arca llena de conocimiento no es lo que le hace más culto. Su mayor sabiduría reside en saber escuchar a la persona que tiene enfrente con la humildad de un aprendiz y la dignidad de un catedrático, una gran virtud demasiado escasa hoy en día. Los fríos se le han hincado en la rodilla carcomiendola  para que no les desafíe más veces, pero no les va a valer. Ello le hace caminar más lento pero no desistir de salir al monte a mirar a la noche directamente a los ojos, a vivirla como el sabe. Amigo de sus amigos, trabajador disciplinado, metódico y generoso como pocos su balanza siempre cae a favor de la ironía antes que al reproche, guardo varios tesoros de él. Tesoros que ocupan un lugar de honor en mi hogar.
Llegamos a la casa y retomamos las cervezas por temor a que caduquen, con una vaina vacía que por casualidad encontré en mi chaqueta las destapo más rápido que nadie. El arroz con Jabalí se sirve en su punto poco después de que lleguen las dos últimas incorporaciones al grupo que no dudaron en cabrear a sus parientas y arrearse 300 Km del ala para pasar tres horas escasas con nosotros. Ya eran de los nuestros pero ahora lo son todavía más, unos tíos cojonudos de “la vega baja” que por el nombre tiene debe ser lugar de hacer buen vino. Sobremesa de órdago, chupito y orinal,  he de templar con las copas pues me espera el puesto más temprano que tarde. Hay hasta montaje de balde de pulsadores especiales invento de mi primo a todo aquél que se lo pide, otro grande entre los grandes. También el ajuste de un arco nuevo y alguna que otra diana más o menos decente.
Sobre las seis parto hacía la postura de la que hace horas conozco el camino, les digo que no me esperen. Mi amigo me entrega un Walkie-Talkie para estar en contacto por si sucede algo por lo visto el puesto de “El Tifus” es tan misterioso que anula la cobertura del teléfono. Un artilugio que odio por el mal uso que hacen algunos de el en la caza, sin mucho entusiasmo lo guardo en el bolsillo del que no saldrá hasta mi vuelta.
Llegamos al puesto en absoluto silencio y nos colocamos, en lo alto del pino hay un threestand pero yo con el chico he de ponerme en el suelo y así lo hacemos. En cinco esacasos minutos el silencio vuelve a regir en la sierra, apenas ha notado nuestra presencia y si la ha notado se la calla. Solo el arrullo del viento que amorosamente la mece como acuna las copas de los pinos, una suave brisa lo envuelve todo y refresca mi rostro que es lo único que asoma  por entre el ramaje más bajo, seco y espeso. Elevo la vista al cielo mientras sombreo sendas manchas en mi rostro mascullo: - Gracias vicente-.
VICENTE
Asi se llama el dueño de mi puesto de esta noche, un tío grande en todos los sentidos. Un gigante que podría aplastarte con una de sus manazas y en lugar de ello la brinda tendida y generosa. Ofrecer casa y comida lo hace casi todo el mundo pero dejar el puesto que llevas preparando durante meses donde entra un guarro espectacular que te ha retado con sus reveses y triquiñuelas ya es harina de otro costal, relleno de oro molido. Un tío elegante y noble donde los haya, fiel a sus amigos como pocos, trabajador incansable que guarda en su camión todas las horas de sueño del mundo. Tiene la sapiencia y el Don de gentes de quién mucho viaja y la elegancia de un galán de los años ochenta vistiendo traje o camiseta. De haber tenido un hermano mayor hubiera cambiado mis pulgares porque fuera él.
El cochino viene y me reta durante dos de las tres horas que dura la espera, el resto de la historia ya lo conoceis. Curiosamente  no me pesa que mi hijo haya espantado el animal, ha aprendido la lección y se disculpa casi tan rápido como yo lo perdono. Tampoco haber dejado intacto el animal que mi amigo lleva persiguiendo largo tiempo que por derecho le pertenece y tendrá oportunidad de abatir. Volvemos a la casa aspirando el bello aire de la noche que se empeña en acompañarnos para nuestro júbilo. Inusualmente despreocupados deleitándonos con los aromas y colores del cielo. Degustando la tranquilidad de saber que no habrá ningún funcionario escondido tras las matas dispuesto a amargarnos la noche pidiendonos los papeles. Nadie va a perseguirnos esta noche como si fueramos culpables de vivir la noche, de sentirnos parte del monte ni por llevar ese moderno estigma con el que pretenden manchar el oficio de CAZADOR.
 Poco tardamos en sentarnos de nuevo a la mesa y degustar los manjares que nos esperan todavía mejores y más elaborados que la noche anterior. Más risas, bromas, chistes y ocurrencias como la mía de no darme cuenta que ando enmascarado más de la mitad de la noche. Tras la cena copas y dulces como es tradición en toda sobremesa Española, yo me aplico bien ya que no pude hacerlo en la comida. Cuando el cansancio llega trae una sombra de tristeza que vagamente lo nubla todo, todos somos conscientes de que el tiempo en lugar de correr vuela y el mañana será más corto que el hoy. No hemos cazado nada y habrá que intentarlo a la desesperada aunque solo sea por llevar carne a casa además de resaca. Conviene llevar caza cuando se sale a cazar para ir preparando el terreno en vista de la próxima escapada. Trazamos un plan secreto contra los cochinos del lugar quedando en ir a ponernos a la recogida, además de otro para cazar gambusinos pero no salió porque nos faltaba el lila que aguantara el saco. Antes de acostarnos sentimos la extraña presencia de un ente sobrenatural que de pocas nos cae encima pero logramos salvar los muebles a última hora. Los muebles y otra cosa más importante todavía.
Si el amanecer del Sábado fue bello el descocado Domingo desperto espectacular. La montaña,  la sierra  entera quiso resarcirnos en hermosura lo que en la caza nos negó con oportunidades.  Mientras corrian las sombras despavoridas a ocultarse de la anaranjada luz nos colocamos en un barranco muy tupido por donde subían los guarros al encame. Desde mi balcón que era lo único limpio que había por allí divisaba un precioso testero lo suficientemente limpio para acertarle a algún guarro o por lo menos darle un buen susto.
Una rapaz mañanera clama con su estridente voz descubriendo su atalaya mientras una pareja de arrendajos nos descubre dando la voz de alarma a todo el monte.Extasiados por los olores y el esplendor del paisaje aguardamos acontecimientos.  Quietos y sin articular palabra para que no nos delate la brisa quedamos petricados al escuchar el rodar de una piedra monte abajo. Debe ser muy grande el cochino por el estrepito que forma, el animal se detiene para intentar disimular su presencia, pero es tarde porque está mas que emplazado. Cincuenta metros por debajo mío remonta la pendiente muy despacio deteniendose a ratos para escuchar las tosinas mañaneras que los fumetas no pueden aguantar. Si no rompe por mi trocha que tiene varias gateras por donde puede asomar podré al menos vislumbrar su corpachón por ellas para enviarle una píldora y llevarlo conmigo de vuelta a la casa.
Minutos interminables que entrecortan respiraciones y silencios, horas que lo parecen sin serlo y el bicho que de repente se detiene y no vuelve a dar señal de andar vivo. Al rato lo dejamos al escuchar que vienen a recogernos. La emoción contenida aflora, mirando el paisaje me relajo y acudo al punto de encuentro cien metros más arriba. Tampoco pudo ser, una lástima no poder dar colofón  al encuentro con un guarro bien gordo sacado entre sudores de lo más profundo del barranco. Mientras caminamos voy rumiando como casi siempre. La finca tiene caza la hemos escuchado y hemos visto infinidad de rastros y señales, lastima que la agreste vegetación nos impidiera verla pero haber hay y mucha.
Lo comento con el otro anfitrión la suerte que tiene por tener tanta caza en el coto. El asiente con una sonrisa sincera, esta muy contento y yo también por él, se lo merece.
ABEL
Hombre de campo tan duro como cetrino que guarda todas y cada una de las virtudes de su vieja estirpe labradora. Honrado, amante de la caza y la tierra a la que mima en vez de trabajarla. Hace poco que caza “la mayor” y se le nota pero sustituye con creces sus ganas de aprender con su falta de conocimientos. Callado cuando escucha y hablador cuando es menester, educado como pocos se hace querer en cuanto lo tratas. Se ha pasado el fin de semana en pie, de aquí para allá procurando que no faltara de nada, comiendo con gusto el plato más frío y bebiendo la cerveza más caliente. Se le notaba intranquilo por todo, por el mínimo detalle, por todos y cada uno de los invitados. También me ofreció su puesto que ocupó otro de los amigos deseandole suerte, pocas personas hay tan generosas para regalarte sus ilusiones como si nada. También conozco su secreto de ser uno de mis escasos e incondicinales lectores. Un gran tío mi amigo Abel.
Una vez desayunados con embutidos y más cerveza desmontamos las carpas y comienza el chorreo de viajeros, los que deben andar muchos kilómetros salen ya por patas. Los que vivimos más cerca nos quedaremos a comer las singulares migas del lugar. Embutidos con migas mejor dicho porque era díficil encontrar el pan entre el condumio de acompañamiento. Tumbado en una hamaca colgada de los árboles repaso mentalmente las alegres horas vividas. Los regalos tan valiosos que me llevo, la navaja, la camiseta que son más una prueba tangible de la inmensa amistad, dos tesoros que cuidaré como los más preciados que tengo. La experiencia en el aguardo, ya son dos las veces que consigo colocarme a menos de treinta metros del cochino y no me dominan los nervios. Templo las ganas y aguanto bien sin nervios para no delatarme, creo que poco me queda para tumbar uno bien magro y grande. El sueño me va venciendo y la promesa de volver me ilusiona casi sin darme cuenta descabezo una breve cabezada mientras traen la comida.
 Al rato la finca queda sola tras el trasiego de coches, viajeros, artilugios y perros. La sierra muda guardará en sus entrañas como un tesoro toda la camaradería de la que ha sido testigo y complice sin pretenderlo. Las enormes alas de los buitres cubrirán el cielo pero nunca podrán llegar a alcanzar la dicha que estos amigos han sentido aunque lleguen a volar tan alto para peinarle la cresta al mismo Sol.
 
 

Desconectado fltzillva

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Re:Memorias de un Aborigen. Todavía quedan Lunas.
« Respuesta #1 en: Octubre 29, 2015, 10:44:22 pm »
Habia oido cosas de ese encuentro y sabia que lo pasasteis genial, pero ahora que leo tu magnifico relato diria que genial se queda corto. Lo importante en esta vida es disfrutar ,en este caso de tu hijo, los amigos, el monte, los animales... que mas se puede pedir. Respecto a como describes a algunas personas, la verdad es que conociendo a algunas de ellas desde hace muy poco ves exactamente lo que tu has descrito, gente como ellos hoy en dia es escasa y dificil de encontrar. Me alegro de que lo pasaras bien.
Un saludo

Desconectado VIEJETE

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Re:Memorias de un Aborigen. Todavía quedan Lunas.
« Respuesta #2 en: Octubre 29, 2015, 11:47:09 pm »
pocas cosas puedo decir amigo, un relato de tu experiencia tremendo, fascinante
creo que tus escritos,saben resaltar los puntos más ocultos de nuestra naturaleza y fauna que nos rodea y que decir de la amistad
la amistad, de lo que por supuesto tiene culpa la propia naturaleza, ella nos une, como las propias raices de la encina que aguanta veranos e inviernos, sequías, lluvias y vientos, y hasta las más fuertes de las granizadas
que pasen los centenarios años al olivo y sigan las raices apretando la tierra con fuerza, un abrazo
solo me gustaría saber lo que no se

Desconectado Fozzie

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Re:Memorias de un Aborigen. Todavía quedan Lunas.
« Respuesta #3 en: Octubre 30, 2015, 01:39:08 am »
Así, entre migas y siestas, es como se caza de verdad...
El niño, la proxima vez que mueva una cremallera será para mojarte la oreja... Si vuestro recuerdo es bueno, el suyo..
Ese finde me ha recordado a una tertulia conquense a pie de lumbre, no hace demasiado.
Que bonita es la caza!!!


Edito: que bonito está Aquiles!!
« Última modificación: Octubre 30, 2015, 04:19:10 pm por Fozzie »

Desconectado adol

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Re:Memorias de un Aborigen. Todavía quedan Lunas.
« Respuesta #4 en: Octubre 30, 2015, 08:38:01 am »
Cuando la promesa es disfrutar los kilometros no importan y se tragan con ansia. Un pequeño paraiso muy dificil de encontrar tanto en naturaleza como en amistad, muchas gracias a los anfitriones insuperables....................... Gracias por contarlo de esa manera. Viva a los cabromochos.
« Última modificación: Octubre 30, 2015, 10:28:25 am por adol »
Si abates la mitad de lo que tiras, eres muy bueno, pero si tiras, solo, a lo que puedes abatir, eres de lo mejor.
La caza, la pesca y cuidar nuestro entorno, son nuestras herencias, respetemoslas.

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Re:Memorias de un Aborigen. Todavía quedan Lunas.
« Respuesta #5 en: Octubre 30, 2015, 09:11:26 am »
Envidia me dais¡.Lo bien que os  lo montais.  ;D

Desconectado Manuel

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Re:Memorias de un Aborigen. Todavía quedan Lunas.
« Respuesta #6 en: Octubre 30, 2015, 09:17:22 am »
Los buenos momentos no tienen precio, aunque a veces no puedan durar lo que a uno le gustaría, pero la esencia de las personas se capta en unos pocos minutos.
Gran relato para  una mejor ocasión. Gracias Lobaco.  ;)

Desconectado Jack

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Re:Memorias de un Aborigen. Todavía quedan Lunas.
« Respuesta #7 en: Octubre 30, 2015, 04:01:54 pm »
Grande LOBACO!! Y GRANDES TODOS LOS CABROS, lástima que la distancia no me dejó disfrutar de tan espléndido plan.

Gracias por este magnífico relato.

Desconectado eduardo

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Re:Memorias de un Aborigen. Todavía quedan Lunas.
« Respuesta #8 en: Octubre 30, 2015, 04:42:26 pm »
Buen relato Lobaco. Como sabía por Javi que andabais por allí os mandé un mensaje para desearos suerte y daros un abrazo a todos. Qué buena reunión!!! ;)
Me dispuse a esperar a un macareno que no había dado palabra de acudir...

Desconectado Buhogris

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Re:Memorias de un Aborigen. Todavía quedan Lunas.
« Respuesta #9 en: Octubre 31, 2015, 10:21:56 am »
Despues de lo ya escrito poco mas se puede añadir.Aun asi,agradecer enormemente a nuestros anfitriones,los multiples desvelos y el trabajo por hacernos una estancia agradable ;).Agradecer nuevamente los detalles con los que nos obsequiaron,tanto Vicente y Abel,como Gonzalo y Angel :D.Pero por encima de todo,gracias a todos y cada uno de los Cabromochos,por un encuentro inolvidable,repleto de sincera amistad y camaraderia,en un marco incomparable,que hizo que la ausencia de presas,fuese totalmente secundario.
A ti LOBACO,felicitarte una vez mas por tu cronica del encuentro,agradecerte tus inmerecidos halagos hacia mi persona :-[ y que nos hayas unido en este grupo al que me sumo en el deseo de una larga vida.VIVAN LOS CABROMOCHOS  :D.
"No subestimes a tu presa y prepara su caza,como el mayor de los retos"

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Re:Memorias de un Aborigen. Todavía quedan Lunas.
« Respuesta #10 en: Octubre 31, 2015, 09:00:49 pm »
El grupo de cabromochos:




« Última modificación: Octubre 31, 2015, 09:03:14 pm por Buhogris »
"No subestimes a tu presa y prepara su caza,como el mayor de los retos"

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Re:Memorias de un Aborigen. Todavía quedan Lunas.
« Respuesta #11 en: Octubre 31, 2015, 09:06:43 pm »
Exhibicion de armamento:



Disfrutando de la compañia en la mesa:

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Desconectado Buhogris

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Re:Memorias de un Aborigen. Todavía quedan Lunas.
« Respuesta #12 en: Octubre 31, 2015, 09:08:07 pm »
Las migas estan debajo  ;):

"No subestimes a tu presa y prepara su caza,como el mayor de los retos"

Desconectado Fozzie

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Re:Memorias de un Aborigen. Todavía quedan Lunas.
« Respuesta #13 en: Octubre 31, 2015, 09:12:11 pm »
Ahora se explica todo !!!!

Desconectado eduardo

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Re:Memorias de un Aborigen. Todavía quedan Lunas.
« Respuesta #14 en: Octubre 31, 2015, 09:35:49 pm »
No me explico como no se echaron a temblar los cochinos de la zona cuando os vieron llegar!!! :o Qué buena cuadrilla!!! ;) :D
Me dispuse a esperar a un macareno que no había dado palabra de acudir...

 

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