En aquella ocasión el Dios Venado se olvidó de bajar a Cuenca a velar por los suyos ...
LA ÚLTIMA SALIDA
Me acompañaba el padre, Anastasio, y era la última salida, una mañana fría de últimos de Septiembre. Estuvimos por uno de los mejores sitios de la finca, y no conseguimos ver nada interesante. De hecho, casi ni berreaban. En eso, que llegando al punto de encuentro donde nos recogerían con coche, empezó a picar el sol y algún venado se animó y uno se animó tanto que nos llamó la atención. Vamos a por él, me dijo. Pero está lejos. A por él, que tú no te vuelves sin un buen pavo. Pues detrás que nos fuimos, y así alcanzamos la cuerda de nuevo ... y a seguirla mientras el sol ya de mediodía picaba y el venado faldeaba por delante y debajo de nosotros. No sabíamos cómo era, y no era la primera ni la segunda vez que entrábamos a un venado que luego no merecía la pena. Ni la décima. Pero era nuestra "última bala". Al final le dimos alcance, pues se paró, nos pusimos en su vertical y comenzamos a bajar, aprovechando sus bramidos para ganarle terreno desde arriba. No tardamos mucho en oirle muy cerca, aunque no lo veíamos. Tras unos cuantos berridos, minutos eternos, y tronchar de ramas, mi amigo me da en el brazo, y me señala con la mano y con los ojos ... allí estaba una buena cuerna ... Es muy bueno, muy bueno, espera que salga y le tiras. No le teníamos a más de 25m. El venado salió de un espino y siempre mirando hacia abajo se paró y bramó. Mi amigo reaccionó cuando yo no tiraba y me vió bajar el rifle.
¿Qué pasa? Me dijo con los labios y todo el cuerpo. Le hice una señal de calma, no pasaba nada.
Estaba tan emocionado que no era capaz de meter la retícula en un venado parado a 25m del tembleque que tenía. Y decidí bajar el rifle y respirar profundamente, tranquilizarme. A mí me tranquilizó pero a Anastasio se le llevaron los demonios, con lo nervioso que era él ya de por sí, y sus gestos no me ayudaban a tranquilizarme precisamente. La espera nos regaló un par más de bramidos del animal, inocente, sin tener conciencia de que nos tenía a su espalda. Y el riesgo que corrimos de que se fuera, tremendo!!! La siguiente vez con la retícula tranquilamente pausada sobre su codillo no se fue el tiro. El caso es que el venado pareció no acusarlo más allá de un leve encogimiento, 180gr de Nosler Partition del 308W. A paso lento muy lento se desplazando unos metros mientras Anastasio me decía repite repite que se va. Pero yo no repetí pues sabía que estaba muerto y así se lo dije un par de cientos de veces.
Tardó aún muchos segundos en desplomarse, y me fundí en un abrazo con Anastasio, y tardaré toda una vida en olvidarlo, cuando me vaya. Y "si no e vero e bon trovato", sin ánimo de faltar a la verdad. Cierro los ojos y huelo la pinada y me pica el sol en la frente como en aquel día ...
Que bueno es dar con alguien que es cazador y amigo del alma, que se alegra de esa manera cuando cazas un bicho que era suyo, y que tantos años después te sigues fundiendo en un abrazo largo y sincero, emocionante.
En fin, que me desvío. No lo recuerdo tanto por el momento del disparo ni por las enseñanzas conquenses (tipo "cuando pase el venado por aquella
calle le silbo y te lo paro y le tiras" ... ¿qué calle? Si no hay más que un mar de pinos, pensabas) ... sino por el recuerdo de la camaradería y la diversión. Seguro que los recuerdos los idealizamos, pero yo cierro los ojos ... y recuerdo con cariño aquellas cabaña a 1200m rompiendo el hielo en las palanganas aún de noche para lavarte la cara, el olor a café caliente, el reparto de puestos, la novedad, el olor, la berrea, los amigos, el almuerzo docenas de huevos rotos con panceta y regado con buen vino, la buena comida, el compartir las experiencias, los fallos (muchos) y los aciertos (pocos), las risas, contar las anécdotas una y otra vez, y reirte como si fuera la primera, el mus, el sueño, la comida, el trabajo en equipo. Habrá gente que no se lo crea o no lo entienda, pero o no es cazadora de verdad o no es persona, qué bonita es la caza entre un grupo de amigos como aquel. Los recuerdos se idealizan, no? Pero aún nos quedan unos cuantas balas.
Espero que me entiendan, y que les haya gustado otra vez. No siempre el Dios Venado se rie de uno. Yo nunca me río de él ni de los suyos, siempre les presento mis respetos, tanto si se escapan como si yacen tendidos.