Esperas al Jabalí
GENERAL => Relatos => Mensaje iniciado por: Quatermain en Junio 12, 2014, 11:37:05 am
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Un día de campo con Calzones Sucios.
-Oye Calzones, ¿Ya se fueron tu hijo Pablo y su mujer?.
-¡Psss!... Se fueron…
-Han estado poco tiempo, ¿no?.
-¡psss!... El nejesario…
-¿El necesario para que?...
-¡Pa sacarme los cuartos!,¿ pa que va ser?.
-…¡No jodas!
-¡Tes tas vorviendo mas bruto que yo…maestro!...¡Y cállate… que asín no nos va a entrá na!.
…
Llevaban un par de horas de aguardo sin ver nada, y esta fue la primera conversación que rompió el silencio. Calzones no estaba hablador, pero Antonio tenía algunas cosas que quería comentar con su amigo. Después de que le mandara a callar enérgicamente en voz baja y con una sonrisa en la boca, se tuvo que aguantar un rato mas.
Estaban los dos sentados desde bien temprano en un hueco que Calzones había practicado con una hozino en el corazón de una zarza bien espesa, dejando un hueco para entrar que además servía de tronera para disparar. En esta ocasión le tocaba disparar a Calzones. Los dos amigos habían llegado a un acuerdo a petición del maestro. Si se ponían juntos, que ya no siempre se ponían juntos, tiraría cada vez uno de ellos. A Antonio le costó convencer a Mario, que siempre quería que tirara su amigo. Según decía disfrutaba lo mismo y se ahorraba un cartucho. Finalmente, lo convenció y quedaron en alternar la acción de “apretar el gatillo”. Era noche cerrada ya pero había una luna casi llena que lo iluminaba todo de color plata. Sin embargo ellos estaban ocultos en lo más oscuro del interior de la zarza.
-Los guarros tienen que comé to los días, solo que hoy serán mas esconfiaos. Había dicho Calzones por la mañana mientras a cuatro patas vaciaba el zarzalón, observado desde fuera por Antonio que estaba agachado en cuclillas. El maestro pensaba que iba a ser difícil disparar por la tronera tan baja, pero como le tocaba al “maestro de la sierra” no dijo nada.
La noche seguía avanzando sin que hubiese movimiento alguno. El maestro volvió a la carga.
-Calzones… (dijo en voz muy bajita)… ¿Qué es eso de que tu hijo te había sacado los cuartos?
-Psss… pos eso…quel cacho cabrón solo había venio a pedirme cuartos. Questaba agobiao con el coche, que si le podía dejá algo de parné. Sale a mi Juegra el cabrón. To la vida dando por culo, ende chiquitito. Ya mestrañaba que viniera a verme a mí y a su tía. Y encima el tío zorrón echa por delante a su hermano ques en el fondo un cachopan, pa disimulá.
-¿Y que has hecho, Mario? (Llamar Mario a calzones por parte del maestro era señal de lo serio de la conversación).
-¡Pos que va a jacé un padre!¡Pos dárselo! Tenía algunos cuartos de las comías de los jenderistas que pagan mu bién y se lo dao. ¿Pa qué lo quiero yo…?. Calzones hablaba ya en un tono de voz casi normal, sin intentar bajar la voz. Se lo comían los demonios. ¡Queria un millón er joio cabrón! Solo le podio dá, oce mil!.
-A ver Calzones…¿Queria un millón de euros?.
-¡No cojones!, quería un millón de pejetas. Pero como ya no hay pejetas, solo le dao oce mil leuros.
-¿Doce mil euros?... Calzones, tu hijo sí que es un cabrón. (Dijo el maestro con la mano en la frente como si tuviera fiebre).
-¡Pos lo que yo te diga!, sale a su abuela materna, amos que pedirme un millón, que se cree que soy, ¿mellonario acaso?. Pero se fue contento con lo que le dejé, que no creo que me lo evuelva nunca.
-No se va a ir contento si le distes el doble (pensó el Maestro sin querer decírselo a su amigo).
-Calzones, tienes que tener cuidado con los euros y las pesetas, que no son lo mismo.
-Ya lo se, maestro, ¿que te crees ?.
A estas alturas de la noche hablaban ya en un tono normal, sin preocuparse de hacer ruido.
-¿Y el hermano?, ¿Lo sabe?, ¿Sabe Juan, que Pablo había venido a pedirte dinero?.
-¡Que va a jabé! Sa habría cabreao. Este tiene mejón fondo quel Pablo. Y la puñetera Arpía ni se endespidió. No lo digo por mí, sino por la Tere que se desvivió dándoles gloria bendita enmientras estuvieron aquí. ¡Una Arpía es lo que es! ¡Así la arrepuye un marrano viejo!. (No sabía Mario que su sentencia se cumpliría unos años más tarde cuando Juana dejó a su marido por uno viejo y con dinero, con el que acabó bastante mal). –Juan y Lucía están pensando en adoptar un crío, creo que tienen dificultades pa jacé uno por ellos mesmos.
-¡Eso está bien Calzones!, no estaría mal tener un nieto “pa” malearlo, jaja, ¿verdad Calzones?.
-Oye Maestro, ¿Tu tas dao cuenta questamos daguardo?, po en este plan no nos entra ni el fresco.
-¿Y no estamos bien?, arreglando el mundo, no todo va a ser llegar y besar el santo.
-¡Pos tiés razón!, saca la merienda y el clarete caunque sean las once sa petece. De camino te vi a contá como maté yo mi primer jabato.
Después de esta afirmación, al maestro dejó de clavársele en el trasero la lasca de piedra en la que estaba sentado, por expreso deseo suyo. Le había dicho a su amigo que si él se sentaba en una piedra, los dos lo harían igual. Fue un arranque de amor propio del que se arrepintió varias veces a lo largo de la noche, pero que mantuvo con dignidad.
Sacaron los bocadillos de tortilla que había hecho Tere, y el clarete. Apoyaron convenientemente las armas en las cepas de los laterales de la zarza. Y empezaron, uno a relatar y el otro a escuchar.
Calzones pegó un par de bocados y un par de tragos antes de empezar su relato, como para aclarar la garganta y coger fuerzas.
-Tenía yo por entoces ocho años, ¡un chavá!. Pero ya me conocía er monte mejón que naide en er pueblo. En esa época había mucha jambre en la casas y habia que apañá, pal gasto, de tos laos. Con las costillas era un fiera, los días antes de llové, salían las aluas…
-¿Las aluas son las hormigas voladoras? Calzones…
-¡Claro, coño, las reinas jin reiná!, ¡pos que van a jé!... pos decía que salían las aluas a cientos, y la metía en un bote de cristal, y en la Era ponía cincuenta o sesenta costillas con sus aluas bien vivas pa que se movieran y atrajeran a los gorripatos. Ponía otras cincuenta o sesenta en el monte apretao y allí pillaba mirlos y tordos a esportones. Así, el domingo la madre guisaba arroz con pajaritos, pa to la familia. ¡Como los guisaba la madre!, que Dios tenga en su gloria. Si llevaba bastantes pajaritos, como premio, el Padre, solo si llevaba juficientes pal arroz, me ponía en la parma de la mano, disimulando delante de la madre, un cartucho de oce milímetro de perdigón fino, y miraba la escopeta de un caño que colgaba en la pared. Yo le contestaba con una sonrisa malijiosa, poque ya jabia lo que quería dejí. Eje cartucho je convertía en un conejo de fijo. Luego con el conejo, el padre me daba dos cartuchos de la escopetilla. Yo miraba entonjes a la “Perra”, que tenía el padre apollada en el rincón tras la puerta. El padre decía, eja hasta que seas un hombre y mates un guarro, ¡ni lo jueñes, rapaz!.
De los dos cartuchos, jiempre usaba uno, y guardaba el otro pa mis enreos…
…Tiento a la botella de clarete… se limpiaba la boca con la bocamanga de la chaqueta y seguía…
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Me encantan estos relatos y demuestras tener una mente privilegiada compañero
Sigue , sigue que ya estamos esperando ;)
Muchas gracias y saludos
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Compañero Quatermain, cada dia que te da por escribirnos un relatos de Calzones, nos alegras el dia! No te canses nunca!!!
Gracias.
Un saludo.
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Estoy mas enganchauuu que a una telenovela....
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Ya se echaba de menos al Calzones y al Maestro trajinando por el monte!!! A ver la que preparan ahora.... ;D
Gracias Quatermain.
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Bienvenida la saga de Calzones Sucios, ya lo echaba de menos.
Putos euros >:( >:( >:( Sin comentarios.
Un saludo.
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Quatermain, siga usté con el relato ento que pueda questo se está poniendo a tope de emocionante :) :) :). Un saludo
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Como diría un amigo:
Asin que dosemí, no? ¡Ende ve! Er chavá nos malo, es la mujé!!
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Menos mal que ya conocemos a Calzones,porque el titulo del relato se las trae ;D.
Gracias amigo,por alegrarnos la vida con tus fantasticos relatos ;).Esperando la proxima entrega :D.
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Preciosa las historias de calzones mi enhorabuena de nuevo esperando la sigiente un saludo
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QUATER... Venga hombreee!! Que esto me sabe a poco, a muy poco; no tardes en cogar el resto de esa noche, no seas mala persona y no nos dejes así, en plena tensión.
Un salido.
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Precioso Quater, pero no nos tardes tanto tiempo en ponernos la continuación que perdemos el hilo jejeje
Un fuerte abrazo
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precioso quatermain,
aunque me pillo el toro, todavia estoy con los otros enganchao
pero poco a poco me pongo al día,gracias compañero
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Abrir el foro por los "relatos" y ver, con alegría, que hay uno nuevo de QUATER y, además,. de la saga de Calzones y el Maestro es empezar bien el día ¡vive Dios!. Y más cuando alguien como QUATER, que sabe bucear en el alma de los serreños como pocos (Polainas es otro que trastea bien "el asunto") ya entra en la parte afectiva de nuestro Calzones. Y es que estas gentes, son capaces de quitarse un cacho pan de la boca para dárselo a quien consideren amigo, sobre todo si, en sus adentros, consideran que el amigo tiene alguna cualidad que ellos creen no tener, como cultura y "hablar bonito". Entonces, además de ser los mejores aprendices del mundo, desparraman toda su amistad y puedes, si eres el afortunado, considerarte agraciado. Agraciado porque si una persona de estas te abre su corazón, la sabiduría popular se desparrama a borbotones y sales ganando, por goleada, en el trasvase de conocimientos. Tu a lo mejor le aportas "cultura ciudadana". El te aportará la cultura ancestral de la vida y, sobre todo, nunca, nunca, te fallará, aunque tenga que quitárselo a sí mismo. Esta gente es que me tiene enganchado de tal manera que si QUATER, POLAINAS, o los que entienden bien de esto, se deciden a hacer "algo largo" lo entronizaré en mi apartamento encima de un pedestal, porque la vida de esta gente se lo merece.
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He estado fuera el fin de semana (No precisamente de aguardo) así que os dejo la segunda parte y en breve el final. Saludos.
Continuación.
-Tenía un cajón, con veinte o treinta cartuchillos, sin usá. Un domingo espues de comé, limpiaba el padre la Perra, y tenia las piejas encima la mesa, junto con unos cuantos cartuchos. A mi me se iban los ojo, detrás de los perrillos de lascopeta y de los caños gordos y lustrosos. Señale los cartuchos, y le dije a padre, ¿puedo cojé uno destos?. El me respondió que esos no le servían a la escopetilla de un caño. (¡Como si yo no lo jupiera!). ¡Ya lo jé! Pero me gustan, y en un descuido apañé uno. Luego cuando lo miré de fijo, vi que tenía unos perdigones mu gordos. Solo seis y del tamaño de la boca de la escopetilla dun caño. Sin pensá que lo que iba a jacé era una salvajá, desmonté aquellos garbanzos y le quité la munición a uno de oce milímetros. Con un garbanzo en el cartucho hize una bala del oce milímetros. Jacía tiempo que los marranos se comían los mirlos y los tordos de las costillas del monte como no estuviera listo. Y quería tomarme la revancha, por los cartuchos que mabian hecho perdé.
Un sábado, espues de acabá la faena, había estao cogiendo esparto hasta er mediodía, le dije a la madre que endispué de come me subiría ar monte y que iguá vorvia tarde. No había problema con que estuviera, a las cinco la mañana pal ordeñe.
Después de la siesta, que era sagrada y naide se movía en la casa hasta que se levantaba el padre, me cojí un cacho pan partio por la mitá y empapao por dentro en ajeite, y una calabaza dagua, y tiré pal monte apretao. Tenía las costillas puestas desde por la mañana, y había echado unos granoz de maíz pa reforzá. Llegué en un pispas porque entonjes tenía los pies ligeros.
-Que cabrón, Calzones, como si ahora no los tuvieses, que me cuesta seguirte por el monte a pesar de tus setenta años.
-Con ocho año no me pillaban ni las liebres. Gueno, sigo…No tenia mu claro lo que iba a jacé, pero lo que fuera lo tenía que jacé con el aire de cara, queso me lo había enseñao el padre. ¡Caza como quieras pero huele al bicho antes que er te huela a ti!. ¡Me icía siempre!. Me coloqué a cuatro metros de las costillas, entre dos matas de lentisco que casi se juntaban, sentao en el juelo. Pude ver lo que nunca había visto. Yo ponía laj costillas y recogía los pajaritos, pero nunca loj había visto caé. Aterrizaban y empejaban a picoteá hasta que la costilla pegaba un zarto con er mirlo pillao y los demás zalian volando. A los cinco minuto vorvian y se repetía la historia. Cuando habían lo meno una ocena, apareció un guarrete joven, y jempezo a comé los mirlos y los tordos como zi tar cosa, lo apunté pero me entemblaba tor cuerpo, tenía hasta frío y era agosto. No había forma de jacé puntería desa forma. Er marrano siguió cascando costillas y yo estaba mas azustao que robando melones a los pies de los jiviles. La ultima costilla estaba casi a mis pies, onde acababa la mata en la que estaba escuendío. Se acercó el marranete que a mí se me asemejaba a un burro, y aún temblaba mas. Se puso a comer casi a la mano, fui acercado lascopetilla con la mano derecha en la agarraera y la izquierda en la cantonera hasta llegá a poné la punta el caño a una cuarta de la oreja der marrano que no sabia coscao. Apreté el gatillo… ¡y aquello fue Troya!. Las copeta me zartó de las mano y me pasó rozando por la derecha, el marranete chillaba y los demás marranos que no había visto pasaban corriendo en toas direcciones. No se lo dicho nunca a naide, pero me cagué enjima.
Cuando to se queó tranquilo recuperé las copeta, el cierre se había estallao y un trozo de la bizagrilla que lo bajaba y zubia, había zalio dispará y mabía herido la mano erecha, pero solo un rasponazo sin importanjia. La boca las copeta había aguantao pero pa mi questaba maz grande. El marrano estaba listo que en er fondo era lo que me importaba. Si guervo a casa con las copeta rota y sin el guarro, se me cae er pelo, pero con treinta kilos de carne, la cosa zeria mas juave, pensé equivocao.
Me lave el culo y los carzones en el regato de agua, y me quedé secando ar zol hasta que pude baja ar pueblo. Treinta kilo de carne era mucho pa un chaval de ocho años. Busqué a mi amigo Jesús que le llamaban “Er Viriato”, y tenía dos años mas que yo. Se trajo una carretilla de mano de su padre y con su ayuda bajé el guarro der monte. Llegué a casa con cara de triunfo, y el padre ya me estaba esperando, barruntando algo. La madre unos metros por detrás con cara de preocupación.
El Padre dijo; ¡Viriato, pa tu casa, y llevate la carretilla!, ya hablaré con tu padre.( En ese momento me estalló en la nuca una señora colleja que me desplazo hacia adelante, y que no se porqué se ma pareció que podía haber sido ma juerte de lo que fué).¡Y tu tira pa entro! Me dijo a la vez que arreaba la colleja. Mientras entraba dijo entre dientes pa que yo lo oyera y la madre no, - ¡No vah a tené peligro tú ni ná!, y en voz alta ¡ya hablaremo tu y yo!. Y ma agrró las copetilla por el tubo y se la llevo pa entro. No la vorví a vé mas. Der cochino sa provechó hasta er aliento. Y no se vorvió a habla der tema, pero sa cavaron los cartuchos de oce milímetros.
-¡La leche, Calzones!, estás vivo de milagro.
-Bueno maestro, estoy vivo de “muchos” milagros. Estaba guena la tortilla papas ¿eh? “don Antonio”, que pena que saya acabao el clarete.
-Calzones, son las dos de la mañana, llevamos aquí desde las seis de la tarde, mañana es domingo, ¿que hacemos…? ¿Volvemos o que?...
-Digo yo, que estamos bien aquí, ¿no?. Damos una cabezá, y vemos si jentra algo da manecía. Pero jabrá que está callaitos.
-¡Hecho!
Y se arrebujaron los dos en sus mantas, para echar un sueñecito. Calzones dormía profundamente a los cinco minutos, pero el maestro no era capaz de conciliar el sueño, como la mayoría de veces que lo intentaba de espera. La zarza mantenía una temperatura interior agradable y les quitó el relente. Cuando empezó a clarear se incorporó Mario y a continuación lo hizo Antonio que solo esperaba a que su amigo lo hiciera primero. No había rastro de ningún bicho en los alrededores, la “zarza parlante” había ahuyentado a todos los que se acercaran. Pero Antonio no cambiaba aquella “noche de aguardo” por ninguna otra.
Salieron a cuatro patas de la zarza y se desentumieron un poco antes de pensar en desayunar.
-Como que ¿Qué vamos a esayuná?. Le dijo Calzones al maestro ante la pregunta de este. A dos pasos está la Era del Cisco, y tiene dos vacas suizas que dan una leche de primera, le cogemos “prestá” un poco de mié de las colmenas, que ya me lo tié dicho, y fijate la de moras que tié el zarzón. Las echamos en la leche con la mié y nos ponemos moraos. Señaló su taleguilla y sacó dos cazos de hojalata con cara triunfante.
Antonio no acababa nunca de asombrarse lo suficiente con Calzones. Le encantó la leche “caliente” tal como salía de la vaca, que fundió la miel, y el toque de “Chef” de las zarzamoras dentro.
-¡Eres un artista Calzones!, no quiero ni pensar lo que vamos a comer, porque yo no bajo al pueblo, que esta noche hay que matar un buen guarro.
-¡Pos algo comeremos! Y volvió a señalar la taleguilla, en la que al menos, como ya sabía el maestro siempre había, sal, pimienta, panceta y vinagre. –¡Ámonos! que vamos a da un paseo… Y se levantó calzones con una agilidad envidiable. Empezaron a andar por el monte aparentemente sin una dirección concreta, según le pareció al maestro. Sin embargo Mario iba a tiro hecho. Pasaron por un vivar de conejos donde puso dos lazos. (-Es temprano, así caen cuando se vayan a embocar, necesitamos uno pal almuerzo). Después fueron a la vera de un arroyo, que el maestro no conocía y le enseñó a coger esparto. Fueron también a una zona de pinos, mas umbría donde Calzones le enseñó lo que eran los tentuyos (- Estos jon los que los “finos” los llaman “boletos”), unas setas enormes que a decir de Calzones, a la plancha con ajetes y cebollinas están “pa corré a un fraile”. Cogieron tres o cuatro, y… a la talega. Cuando empezaba a apretar el calor pasaron por los lazos, en los que un conejo estaba dando saltos para soltarse del lazo y otro estaba ya listo. Calzones cogió el muerto y soltó al “nervioso” como él mismo lo llamó. La talega iba abultando. Parecía elástica.
-Ahora vamos a dí a un sito fresco, porque el Lorenzo aprieta de serio. Pero vamos a dí sin jacé ruio. Que vaj a vé.
Siguieron andando por una zona cada vez mas apretada en la ladera de umbría. Lo hacían despacio y Calzones explicaba al maestro las plantas y los tipos de arboles del bosquete. Al llegar a un recodo Calzones se paró en seco y fue avanzado a cámara lenta mientras que con la mano hacia atrás le decía a Antonio que se acercara. Bajo unos robles en el regajo había una charca, y en la charca, sumergidas con solo la cabeza la mitad del cuello fuera estaban tres ciervas.
-Esto es lo que te quería enseñá, la piijina de las pepas. Fiate lo agusto questán. El agua viene del manantío que está mas arriba, que a donde vamos a pasá la canicula nojotros.
-Están a tiro, ¿que hacemos?.
-Dejarlas, que nos forma de arrearlas candela.
-Antonio estuvo de acuerdo.
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Sensacional.Que no pare :D.
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Bestial !!!!
Sencillamente eres un monstruo, en dos minutos me has vuelto a transportar a cientos de kilómetros de Madrid...
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Dejaron atrás a las pepas en remojo, y continuaron ascendiendo por la umbría hasta llegar al manantial, que Antonio reconoció enseguida.
-Este es el manantío de los zarzones, donde dejamos la zamarra sudá, el otro día que queríamos matar un guarro grande.
-¡Siempre queremo mata un guarro grande “Maestro”!. ¡Claro ques esta!. Aquí vamo a echa una mañana fresquita. Y tenemos to el agua fresca que queramos. Solo hay que entrá a cogerla. Ajín que mientras yo enjiendo la candela, tu tagachas a cuatro patas y entras por el bujero der zarzón a por el agua.
Calzones preparó una fogata y en un lateral colocó tres piedras con una lasca plana de pizarra encima. Mientras se asaba el gazapo, colocó los tentuyos en la lasca de pizarra que tenia abundantes ascuas justo debajo, y los roció con sal y cebollinas silvestres picadas menuditas. Mientras Antonio había ido con la botella de agua al manantío. Se puso a cuatro patas y comenzó a gatear. El túnel era más largo de lo que él creía, pero estaba fresco y se ve que bastante transitado, por lo limpio del suelo. Llegó hasta el final y allí se pudo poner en pié para recoger el agua que caía de una roca llena de musgo y verdín. No pudo reprimirse y bebió agua directamente del chorro libre. Nunca había probado un agua tan pura como aquella. No pensó que el agua realmente pudiese “saber” a agua. Para quien no ha bebido agua directamente de un pozo o un manantial, todas las aguas tienen el mismo sabor, el anodino de las aguas tratadas. Después de beber embocó de nuevo a cuatro patas el túnel que le llevaba al exterior del zarzón. No mas de cuatro metros de túnel de zarzas y cuando estaba a mitad del túnel… se encontró de frente con … un enorme jabalí, que en dirección contraria se dirigía en pleno mediodía a beber a la charca que se había creado al pié del chorro. El cochino se paró a dos metros de aquel humano raro que caminaba a cuatro patas. La sorpresa fue mayúscula para los dos. Antonio miraba la boca llena de babas del macareno, que lucía unas navajas y amoladeras, chascandolas con el mismo asombro que tenía el maestro. Le llamó la atención que tenia media oreja izquierda, fruto de alguna pelea con perros o con algún competidor. Parecia decir “¿que demonio hace este bicho raro de cuatro patas en mi manantial”?. Ninguno de los dos se movía. Esta situación no duraría mas de unos segundos pero al maestro le parecieron horas. Estaba paralizado, pensando que aquel bicho se le iba a arrancar como un miura. No pensaba nada más que en la arrancada, y en que él no podría hacer nada. Se le ocurrió recular despacio, y cuando iba a empezar, sin saber cómo, el guarraco se giró en un espacio que no existía y en un arreón, salió zumbando hacia la boca del túnel. Lo hizo sin hacer ruido ninguno. El maestro no se movía, seguía a cuatro patas sin saber muy bien lo que hacer, hasta que en la boca del zarzón apareció la cabeza de Calzones desde arriba, que le preguntó:
-¡Maestro, en er tiempo que has tardao en recoger agua, he asao el conejo y los tentuyos y casi me los jamo, si no fuera sío porque tengo la boca seca. Ají que ajoma la cabeza y vamo a comé.!
-¿Lo has visto?
-¿Qué je jupone que tengo que vé?
-¡El pedazo de guarro!
-¿Onde?
-¡Coño Calzones. Se ha metido en el zarzón!
-¿Te las topao?
-Casi me topa él a mí. ¿Que dijiste que te hiciste en los calzones con ocho años?, pues yo casi me lo hago en los pantalones a mi edad.
Le contó detenidamente lo que había pasado, y a Calzones le costaba creerlo, si no fuera porque sabía que su amigo no le mentiría y menos en algo como aquello.
-¡Tié cojones, como ha salió en guarro del zarzón sin que me coscara! ¿Como iba a pensá yo…?... Pero a este l´acabamos dando un justo nojotros. En habrá que dejarlo tranquilo uno días, pero lo ajustamos, vaya si lo ajustamos.
El relato acababa una y otra vez en carcajadas de los dos amigos, y Calzones solo decía: ¡Tié cojones!... ¡Tié cojones!...¡Tié cojones la cosa!.
Comieron y se quedaron dormidos los dos a la sombra en aquel lugar tan fresco. Fue Calzones el que despertó al maestro diciéndole:
-Maestro, va a sé menesté, matá un guarrete, que no vorvamos con las manos vacias.
-¡Hecho Calzones!, ¿donde nos ponemos?.
-Nos vamos a poné separaos. Tu te vas a poné en un portillo cerca de aquí, cai hoy una buena luna y podrás tirá sin alumbrá niná, pero tate atento que tendrás un segundo. Yo voy a trasponé la laera de encima y me colocaré a la vorcá en otro portillo.
Para esa noche no tenían merienda pero se resignaron estoicamente. Llevaban mas de venticuatro horas de excursión y si tenían suerte estarían de vuelta antes de amanecer y si no…también.
El maestro se colocó donde le dijo Mario, a cuatro metros del portillo en la pared de piedra y pegado a la misma. Quedaba con la espalda apoyada en la pared. El portillo, al contrario que los que había visto el maestro otras veces en los muros de piedras, estaba en la parte baja y no en la alta como era lo normal. Era un agujero por el que se colaban las reses y que se había ido agrandando con el paso de estas hasta quedar muy amplio, como una puerta ojival. Normalmente se caian las piedras superiores y el paso de los animales iba tirándolas progresivamente, pero en este caso era un agujero muy particular. Para evitar rebotes se tuvo que colocar de forma que pudiese disparar a lo largo de la pared, a los que apareciera por el orificio. Mario lo dejó con sus cachivache colocados a su alrededor y una última advertencia.
-Andate espabilao, maestro, que van a pasá como aviones, de ligeros.
Y tiró para arriba, con la perra al hombro, dos balas en los tubos y los martillos bajados. El maestro lo vió perderse poco a poco, y quedó todo en silencio. A poco empezaron las mirlas a prepararse la cama. Y por el portillo el trasiego era constante, conejos, algún zorro, tres meloncillos uno detrás de otro, (que si los ve Calzones, les arrima estopa, de lo dañinos que son, según dice siempre). Aún de día pasó una cochina con cuatro lechones, que no pararon ni mirar.
-La cosa va a estar complicada, no se les oye y no se paran, ¡veremos!.
Se hizo de noche, pero la luna estaba fuera antes de que el sol se pusiera del todo, se veía bastante bien. A eso de las doce, le pareció oir ruido de piedras al otro lado de la pared y se preparó. Se giró un poco a la derecha y apoyó la palma de la mano izquierda en la pared, con el rifle encima por si se cansaba. Las piedras volvieron a sonar, ya estaba seguro que algo estaba detrás de la pared. La silueta apareció recortada en el muro poco a poco, pero no terminó de salir. Era un cochino macho que mascaba las navajas de forma amenazante, pero no era muy grande. Al menos la cabeza que era lo que veía. Apuntó a la cepa de la oreja. La veía bien y estaba muy cerca. Apretó el gatillo y el ¡bluuuum!, atronó la sierra. Juraría que oyó carreras al otro lado de la pared. El cochino quedó tendido en mitad del portillo. Iba a esperar a Mario, que bajaría al oír el disparo cuando escuchó el disparo inconfundible de la Perra.
-¡Joder, si Calzones ha hecho carne también!. ¡Que noche!.Dijo mientras miraba su guarro. Era un piñonero bien gordo y con poca boca, pero haría una tablilla decente y una caldereta excelente.
A poco vió venir la linternilla de petaca de Calzones, que llegó hasta unos veinte metros y se paró.
-¿Cas hecho?, preguntó Calzones.
-Un guarro macho, gordo pero sin boca.
-¡Ejo está bien!. Pos sube pa rriba, que yo tengo otro y me ayuda a bajarlo hasta aquí abajo.
- Voy para allá.
Le costó llegar al sitio donde Calzones, había apiolado a su guarro que era mas grande y viejo que el del maestro. Es mas, era un señor guarro, como dijo Antonio al verlo.
-Cuando tu le arrimaste estopa al de abajo, este se vorvió pa’rriba. Ejte era er señó, seguro. Er tuyo er escudero.
Cuando Antonio, lo agarró para arrastrarlo vió que el guarraco tenia media oreja izquierda, y le dijo a Calzones.
-¿Sabes Calzones?. No vamos a poder darle un susto al guarro del manantial de la zarza.
-y ezo porqué si pué saberse. (Jalando del cochino).
-Pues porque se lo has dado tu esta noche. ¡Es este. Le falta media oreja izquierda!.
-¡Tie cojones!, que bicho mas tonto. Este estaba diciendo, pégame un tiro, por javor. ¡Tié cojones!.
Terminaron la noche bajando la carne que pudieron y dejando guardada el resto para el día siguiente, pero eso es otra historia.
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Que grande maestro Quatermain ;)
Precioso , buenas aventuras las del maestro y calzones :o
Muchas gracias y un saludo ;D
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De tirada me lo acabo de leer y como siempre un placer leer las historias de Calzones y el maestro, el desayuno ni en el Ritz lo superan ;) pena que acabe la historia, se me ha hecho cortaaaaaa ;)
Un saludo.
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Ya no me quedan mas adjetivos,asi que simplemente voy a decir ¡gracias! :D y que siga esta estupenda saga de relatos ;).
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Sin palabras. Esto es increíble.
Pensaste la primera vez que creaste esto seria una autentica obra de arte??.
Espero que esto sea como la serie "Cuéntame"( aunque esto le da 300 mil vueltas) que empezo casi en la reconquista y sigue hasta hoy.
Un SaLUdo
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Si señor muy bueno .
Se nota que sabes mucho de sierra .
No habras vivido alguna experiencia con calzones??
Un saludo Quater.
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enhorabuena macho, eres un crak
sin duda relatos que nos transportan a lugares de ensueño, mientras leemos, gracias compañero
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Estimado Quatermain
Simplemente fantástico , ,,,,,,,,,,,,,,
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Que el QUATER es un maestro único no creo que le ofrezca dudas, a estas alturas, a "naide". Que conoce a los serreños como pocos, tampoco. Me voy a limitir a repetir dos frases que retratan bien el interior de estas gentes: "Der cochino se aprovechó hasta el aliento". Eran tiempos duros y la vida no estaba como para excesivos remilgos. Y una segunda, que muestra, a las claras, quien gana cuando tiene la suerte de conocer a un "Calzones" espectacular como éste: "No acababa nunca de asombrarse con calzones". Y es que, ya lo decía el otro día, estas gentes son una enciclopedia de la vida abierta, salen de cualquier apuro con lo que les depara el medio en que se mueven y, como alguien ha dicho, preparan desayunos mejores que los del Ritz, con lo que más a mano tienen. Si algún día agarro dinero imprevisto (ya sabeis, quinielas, bonoloto y cosas de esas), compraré una editorial. Esto no se puede quedar en la soledad del foro.
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Bueno, que manera mas inapreciable de recompensar los, al lado de estos y todos los relatos, ya pequeños esfuerzos de tener abierto el foro. Muchas gracias.
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Como siempre, una delicia de relato.
Gracias. Saludos.
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Muy bueno el relato y muy entretenido deseando ya el siguiente ;)
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La verdad es que leyendote QUATERMAIN a uno le vienen a la memoria los ajados rostros de los auténticos hombres del campo que ha conocido en su vida. Los de antes, los que se meaban las manos en invierno para que no se les cortaran y cargaban más leña en sus costillas que la que ataban en sus caballerías.
Gentes por lo general buenas, resabiadas, iletradas pero no ignorantes que hacían sus propios utensilios y producían sus alimentos, arrancándolos de las entrañas de la tierra con su esfuerzo y sus manos.
Seguro que tu has conocido algunos más que yo, seguro que ya no quedan. Los pueblos se han reconstruido perdiendo toda su esencia. Los burros están en reservas y en los escaparates de carretera compras una navaja de aluminio por menos de diez euros.
En las frías noches de invierno, cuando el único rastro de presencia humana sean tres humeantes chimeneas y los languidos ladridos de los perros, es fácil que yo me acuerde de ti y de calzones sucios. Y tambien es fácil que tras un amargo y ardiente trago de orujo de los que te llegan a los pies y casi te hacen escupir el alma, no pueda ni quiera dejar escapar en homenaje a los dos un:
¡Tié cojones!
ENHORABUENA maestro por crear un mundo o por saberlo retratar.
Gracias.
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Mae Mía, como diría Calzones vaya pedazo de historia.
Para escribir un libro, yo sin duda lo compraría.
Muchas gracias por los relatos.
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No me gustaría cerrar mi intervención en este último y excitante episodio de CALZONES sin citar la última intervención de LOBACO
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No me gustaría finalizar mi intervención en este emotivo capítulo de CALZONES sin agradecer a LOBACO su magistral última intervención, comentando el genio y el duende de estos héroes antiguos. Que bonito lo que dices LOBACO y que real. Lo de orinarme en las manos me lo enseñó uno de ellos cuando tenía 16 años y, cazando con medio metro de nieve en los piés y temperaturas bastente por debajo del cero, jamás se me han agrietado las manos. Yo he visto a estas gentes encender fuego ¡¡¡encima de la nieve!!! con más facilidad de la que empleo yo para encenderme un pitillo. Todo lo que se diga de ellos es poco. Qué pena que tiendan a la extinción si no se han extinguido ya.
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No me gustaría finalizar mi intervención en este emotivo capítulo de CALZONES sin agradecer a LOBACO su magistral última intervención, comentando el genio y el duende de estos héroes antiguos. Que bonito lo que dices LOBACO y que real. Lo de orinarme en las manos me lo enseñó uno de ellos cuando tenía 16 años y, cazando con medio metro de nieve en los piés y temperaturas bastente por debajo del cero, jamás se me han agrietado las manos. Yo he visto a estas gentes encender fuego ¡¡¡encima de la nieve!!! con más facilidad de la que empleo yo para encenderme un pitillo. Todo lo que se diga de ellos es poco. Qué pena que tiendan a la extinción si no se han extinguido ya.
Te lo agradezco amigo pero no quitemos protagonismo al calzones ni a su creador
SAludos.
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Quatermain, como siempre, MUCHAS GRACIAS por tus relatos.
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Eres un crack Quatermain un artista. :)
Por fin he leido los relatos, en este formato del foro no los trago pero copiando y pegando cambio de letra y fondo....
Fenomenale.y más para nosotros que nos gustan estos temas, solo animarte a que sigas escribiendo y nos los subas. ;D
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Preciosas las aventuras de calzones y el maestro mi enhorabuena Quatermain un saludo