Esperas al Jabalí

GENERAL => Relatos => Mensaje iniciado por: POLAINAS en Mayo 04, 2014, 11:01:36 am

Título: LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: POLAINAS en Mayo 04, 2014, 11:01:36 am
Hace tiempo que no conecto, demasiado.

El otro día un amigo -no solo mío, sino de todos los que por aquí andamos- estuvo en casa y nada más bajarse del coche, al llegar, me dijo algo que todavía sigue haciendo efecto en mi ánimo: "Lo eres, pero solo lo conseguirás cuando tú mismo te lo creas".

¡Qué verdad más grande!

No me refiero a la primera parte de su dicho, si no a la segunda. Muchas cosas hay que creérselas para conseguirlas.

Dice echar en falta las cosillas que yo venía aportando a este querido foro. Lo creo, claro, si él lo dice... pero no solo por eso retomo mi participación (en la medida de mis posibles, que ahora vivo en el campo y no puedo pillar internet, por más lazos que le ponga), si no porque me trae dos satisfacciones, la propia y la de la deuda  contraída.

Bueno, ahí va el inicio de uno de mis cuentos. En un principio las cosas llevaban otra deriva, pero... fíjate por dónde van discurriendo ahora, J. B.

Espero, como siempre, que os entretenga y, también como siempre, que seáis críticos.
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: POLAINAS en Mayo 04, 2014, 11:13:52 am
- - - LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS - - -


De poco más de metro y medio de talla, de cuerpo aceporrado, tosco y basto, envuelto en fajas y refajos, cubierto por entero de buenos paños negros y con una trenza larga de pelo canoso, rematada a media espalda por un enorme e inmaculado lazo blanco. Así era Gloria. Orgullosa, de cara redonda y ojos azules. Austera, sincera en su afecto y más que ardorosa en su temperamento, ama de casa de su marido y su vigilante a todas horas -más que consejera y mejor amiga-. Buena cocinera y algo desastrada en sus labores domésticas, hablaba siempre con voz alta y áspera. Su libertad de palabra era incluso excesiva. A todo lo llamaba por su nombre. Yo calculo que esto se debía a su sencillez y a su condición tan absolutamente espartana. ¡Qué mujer!.

Había parido once veces. En su primer parto fue asistida por su madre, que todavía vivía. A continuación parió sola en su charnaque, con los ojos atónitos de sus hijos mirándola, sin quejas, a pelo, en cuclillas y con un mocoso agarrado a su teta. Así lo hizo hasta cinco veces. Más tarde asistida ya por su única hija que, con seis años y por primera vez, le ayudó en estas batallas por la vida. Lo hizo hasta cuatro veces más, y acabó haciéndose partera. Matrona como le decían en el pueblo. Lorita la llamaban. Qué buena mujer, qué guapa y qué historia la suya!. No es la que nos ocupa ahora, pero un día, con tiempo, os la contaré, que, de verdad, merece la pena.
De los diez hermanos varones solo pasaron de los seis años, siete, y solo seis de los siete. Cada año iban en procesión hasta el pueblo la familia al completo. Los más chicos en brazos de los padres y los demás a pie, y todos tras la burra que cargaba, atado como una res, el cadáver de un hermanito que no había podido superar los rigores del invierno, que se había deshidratado por una simple colitis, o al que había reventado el pecho una bestia de una coz, que eso también pasó. Tardaban en hacer el viaje un día, desde que salía el sol hasta que se ponía. Iban a velarlo dos noches completas y el día que las separaba. Al otro día le daban santo sepulcro, y de vuelta a la sierra a seguir con la tarea. Aquellos duelos acabaron por ser, por repetidos y ya casi esperados, algo livianos. Al final nadie acudía a ellos. Tan solo la familia y el cura párroco iban tras el ataúd, atado a lomos de la burra, hasta el Campo Santo. Allí se unían al duelo las que por allí andaban, mostraban su pesar fingido y cuchicheaban en voz baja. “Llorar, coño, que es mi hijo! -les gritó Gloria girándose para ver sus caras, en una ocasión- ¡Tanto cuchicheo!”. A pesar de aquel grito desesperado, por supuesto, nadie lloró. Todas siguieron allí detrás, con su maledicencia, tapándose la boca con sus manos.

Los Tragahumos los llamaban. El apodo les venía por el oficio del padre, de nombre Sebastián, que de toda la vida se había dedicado, igual que su propio padre, al carbón. Eran carboneros. Bastián el Tragahumos. Hombre serio, espigado, estrecho de cara y enjuto de carnes –se parecía al Quijote-, de tez morena y mascota al ristre desde que se levantaba, si no antes. Furtivo como era menester, con el olor a monte pegado a las entrañas, sucio, menesteroso y dulce con los suyos. Amante de los niños -no solo de los suyos- y respetuoso con todo y con todos, salvedad hecha de la caza necesaria para el sustento de su familia, claro, que no le importaba su pertenencia. Conejos, ciervas, cochinos, perdices, palomas y zorzales. Hasta truchas, barbos y cangrejos, lagartos, erizos y tejones, ya digo, lo que fuese menester para el sustento de los suyos trampeaba, tiroteaba o laceaba con maestría. Los lobos los metía en otro saco él mismo, que matar semejante alimaña nunca se había considerado furtiveo. Sus faenas con los lobos eran consideradas, más bien, como un servicio a la comunidad, por el que incluso se cobraban los presentes que a bien tuvieran los vecinos afectados ofrecer. Se pasaba uno de sus hijos con el lobo cargado en una bestia por todos los cortijos y caseríos. En uno le daban un kilo de miel, en otro una saca de lentejas o de harina, en otro, quizás, un borrego… hasta que el lobo era ya un despojo hediondo y putrefacto por el que ya nadie daba nada, y lo tiraban a los zarzales del primer arroyo con el mayor de los desprecios.

Aquella mañana andaba el Tragahumos rozando monte con su azadón, ya mediada su jornada, cuando olió algo que traía el aire regajo arriba, desde muy abajo. Se quedó por un momento parado y olfateando. Estaba todavía lejos, pero olía a quemado. Por su oficio de carbonero sería capaz de distinguir el olor de los rescoldos de una troncha de brezo del de una de madroña, el de un lentisco, del de una cornicabra, el de las varetas de un olivo, del de las bajeras de un acebuche, y tantos otros, pero aquel no era de monte quemado, no. Olía a los cigarros que fumaba D. Andrés, propietario de todos aquellos cerros. Enseguida lo distinguió. Olía a cigarro puro.
- Por ahí vié D. Andrés. Qué raro, a estas horas, con la caló!. Qué hará por aquí tan retiráo?
- Ramoncete –le dijo a uno de sus hijos que le ayudaba en el tajo-, ve recogiendo las herramientas y deja to esto bien apilao, que pa’mí que D. Andrés sa’straviao. Voy a ver si quiere algo y ahora vengo pa´trás”.

Cogió para abajo, buscando la vereda de los corcheros, que era la que supuso que traían los que venían subiendo. Por un momento quiso echarle las voces, pero no lo hizo. D. Andrés se lo podría tomar como una falta de respeto: “Yo pegándole voces a él. ¡Quita, quita!”
La vereda cogía derecha hacia abajo, hacia el arroyo, saltando unos riscos muy afilados por debajo de un rodalón de acebuches viejos, desde la solana en la que estaban, hasta cruzar el arroyo. Entonces se ensanchaba y cogía umbría abajo entrellana. Había más monte, pero el trazo allí era más afable, más limpio, culebreando entre quejigos y alcornoques viejos, mejorándose a su paso por cada cañailla, ganando cota en su descenso, poco a poco.
Pasaba por la fuente de los tres caños. Los tres chorros manaban por tubos iguales de hierro. En la cabecera de la fuente, empotrada sobre el terreno, una pequeña obra de mampostería, rematada con una cruz en el centro, mal enlucida y encalada, sujetaba tres azulejos blancos escritos con letras azules y caligrafía antigua. Uno sobre cada caño: Salud -el de la izquierda-, Suerte -el del centro- y Amor -el de la derecha- rezaban los azulejos. El agua caía a un pilón hecho con sillares de piedra bien labrados, como se hacían las cosas antaño. Unos monjes franciscanos (los que remataron la obra con la cruz hacía tantos años), plantaron allí mismo un Eucalipto. Con la abundancia de agua que proporcionaba la fuente, aquella exposición de umbría y el paso de tantísimo tiempo, el árbol había crecido enormemente. Se había convertido en un ejemplar espectacular, con un tronco que hacía falta toda una cuadrilla, con su manijero y todo, para abarcarlo, sobresaliendo su copa muy por encima de todo lo que la rodeaba, haciéndose ver desde cualquier punto y desde mucho más allá.

 Allí paró el Tragahumos para beber del caño de la Salud, como siempre hacía, aunque era el que menos agua traía. Solo un hilillo. Las ramas del eucalipto, con poco aire que hubiera, crujían. Nunca ninguna había caído, pero parecía que iban a desgarrarse en cualquier momento. Al Tragahumos, por eso, no le gustaba aquel sitio. Le daba un buchillo al caño de la salud, por superstición, cada vez que pasaba, pero se ajilaba pronto, a pesar de ser el mejor sitio para tomarse un descanso. Siempre recordaba, en sus tiempos de novio con Gloria, la de veces que ella lo había llevado hasta allí, con su hermana mayor, solo para cogerle de la mano y beber juntos del caño de la derecha. Aquel recuerdo lo sujetaba allí un poco más: “El día que dejes de quererme, como no vas a tener riles pa decírmelo -le repetía Gloria en aquellos tiempos de niños y con la misma rudeza que había tenido siempre-, tapa, con una rama de este eucalipto, el caño del amor. Así veré que te has acercao hasta aquí tú solo y que ya bebes del agua de otra fuente”.
Al Tragahumos le satisfacía ver que ese caño era, siempre, el que más agua traía. En vez de la rama de eucalipto, le metía el cuchillo que llevaba al cinto, hasta donde podía y trajinaba con él por allí dentro con mucha bulla y poco sentido, para limpiarlo y que nunca se obstruyera. Alguna vez había ido hasta la fuente solo para eso. El tiempo justo para mantener el caño saneado, limpiar de gusarapos el pilón y ajilarse ligero -por los crujidos de las ramas-, tentándose la ropa.
Cumplió con todos sus deberes y continuó camino abajo en busca de D. Andrés, que muy lejos ya, no podía estar. Enseguida, en cuanto se separó del sonicheo del agua y el crujir de ramas, oyó unos ruidos metálicos, como de choque entre herramientas. D. Andrés no iba solo, pero ¿Qué llevaban?, ¿Qué era ese ruido? Se mejoró un poco repechando para coger vistas. Enseguida los vio, donde la vereda cruzaba al otro lado del arroyo, un poco “porbajo”. Venía un hombre primero, abriendo camino, encaramado en una bestia. A él no, pero a la bestia la reconoció nada más verla. Era la Rusa, una yegua arabita de capa torda rodá, propiedad del Gumer, guarda mayor de todo aquello. Detrás venía otro a pie. Era D. Andrés. Lo llevaban atado por las muñecas y el jinete lo reataba. Detrás venía otra bestia más con su jinete también forastero. A un lado, atado igual que el dueño, el Gumer, y al otro, atada igual que los otros y dando trompicones… ¡La Gloria, su Gloria!
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: POLAINAS en Mayo 04, 2014, 12:07:33 pm
(http://i1180.photobucket.com/albums/x413/vic1003/IMG-20140227-00914_zps2cd5e021.jpg) (http://s1180.photobucket.com/user/vic1003/media/IMG-20140227-00914_zps2cd5e021.jpg.html)
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: JUANFRAN en Mayo 05, 2014, 01:02:32 pm
Albricias! .... y me explico.  He estado intentando entrar en "ingresar", para poder contestar a POLAINAS, pero hete aquí que nos han eliminado el "explorer" en la Junta de And. y tenemos que funcionar con el MOZILLA. Como en el dichomo mozilla no tenía archivo de mi nombre de usuario, que no coincide con JUANFRAN, me las he visto y deseado para dar con él, escrito a ADOL incluído donde me han mandado una nueva contraseña que tampoco puedo leer por no funcionar el explorer en esta casa desde ya.  En otro orden de cosas, POLAINAS reaparece en el foro con su expectacular poderío narrativo y prosa de tronío.  Es difícil dar con alguien que describa tan bien los caracteres de sus personajes y su talante de actuación.  Como buen enamorado de la gente serreña, entiendo que tiene una manera personalísima de comprenderles que no dudo en calificar como acertadísima y entre las mejores (incluído  todo el personal que publica profesionalmente).  Me consta que tiene escritos de un poder narrativo y de dibujo de la personalidad intrínseca de sus actores que remueve cualquier espíritu inquieto.  Aquí nos ofrece una muestra de lo que "es capaz".  Y avanzo que no es nada fácil meterse en la piel de los personajes de este modo.  Hay que "amarlos profundamente" y "sentirlos como de tu propia sangre".....   
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: Quatermain en Mayo 05, 2014, 02:02:45 pm
Fabuloso, polainas...supongo que esto va a seguir... que no nos dejarás así, con solo este anticipo. Cuanto antes continúes con el relato,...¡por favor!... antes nos sacarás de la incertidumbre que nos has creado. Yo estoy ya...enganchado.
Gracias por el relato.
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: colmilloblanco en Mayo 05, 2014, 06:51:38 pm
Bonito relato Polainas, ahora como siempre a esperar ;)

Un saludo.
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: Carpintero en Mayo 05, 2014, 09:39:25 pm
Muy buen relato precioso esperemo que sea pronto  la sigiente parte un saludo  :)
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: Manuel en Mayo 06, 2014, 10:18:51 am
Que buena noticia Polainas!!
Gracias por animarte a compartir estas historias tuyas, que por cierto, pintan mejor que bien en su primera entrega, y ya espearmos continúen.

Un saludo.

Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: Buhogris en Mayo 06, 2014, 08:17:35 pm
Extraordinario relato Polainas (te echabamos de menos  ;)) al que ya nos tienes enganchados.Lo seguiremos con el maximo interes  :).Enhorabuena y gracias.
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: PIKI en Mayo 06, 2014, 11:37:29 pm
Polainas me he "bebido" esta parte del relato de un solo trago y me ha dejado tan buen sabor de boca que ya quiero mas.
 Tu forma de describir a estos personajes tan duros como autenticos y a un mundo que se fue para no volver ,,forjado por HOMBRES Y MUJERES asi con mausculas me emociona .
Muchas gracias por compartirlo   y aqui me quedo a la sombra del eucalipto disfrutando del ruido del agua de la fuente y su frescor esperando que continue .
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: VENERO en Mayo 07, 2014, 11:22:07 am
Precioso. Yo no conocía tus "cuentos" pues soy nuevo en estos foros.

Como ya dice algún compañero, magnifica descripción de los personajes, en toda su dureza, en toda su realidad.

Esperando la siguiente entrega!!
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: POLAINAS en Mayo 08, 2014, 08:42:45 am
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.

El desarrollo de cada episodio de estas historias, para mí, es como seguirle los rastros a un oso malherío: No puedo intuir por dónde va a tirar porque no conozco sus querencias, y tengo que ir con mucho cuidao, que puede darme un buen susto, aculao detrás de cualquier roalillo.

Por cierto, PIKI, ándate con mil ojos, que si al Tragahumos no le gusta quedarse debajo del eucalipto, por algo será.
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: Pedro Moreno en Mayo 08, 2014, 01:02:18 pm
  Como siempre en tu linea Polainas, sumamente descriptivo con personajes y paisajes, no tardes mucho en poner la continuación de este precisoso relato.
  Un abrazo
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: tarteso39 en Mayo 16, 2014, 08:06:51 pm
Hermoso relato que me transporta a los "años mozos" cuando iba a la sierra de Huelva al pueblecillo de mi madre y donde puedo ir recordando días y detalles que estaban aún en mi memoria. Lleno de momentos que hacen apasionada su lectura sin duda alguna la continuación del relato me llena de incertidumbre pues "huele" a los ajustes de cuentas que se llevaron por estas tierras en los años de la guerra civil española. Me encantó su prosa y no se me olvidará nunca el "detalle" de la limpieza del caño del amor tan necesario en la vida... ;).

Gracias por compartirlo... :D
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: LOBACO en Mayo 18, 2014, 08:23:05 am
Bonito relato Polainas bien descrito y con fuerza en su arranque, retrato de una España que por desgracia existío y que jamás debió existir.
Bienvenido de nuevo.
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: adol en Mayo 20, 2014, 04:42:36 am
En el campo disfrutando de continuo, acercate de vez a en cuando al wifi y danos un poco. Como siempre drisfrutando de lo tuyo, gracias.
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: POLAINAS en Junio 07, 2014, 10:46:12 am
El Tragahumos “se quitó los zapatos” y salió corriendo pa’arriba. Ni una ramilla fuera de sitio, ni un rodalillo de pasto quebrado, ni una pisada visible iba dejando a su paso. Pensaba, conforme corría, en lo que iba a hacer, en los avíos que necesitaría: Lazos, cepos loberos, la maestra, cuchillos, azadones, hachas, fuego… y dar aviso a los civiles. Sí, eso también, pero a aquellos forasteros los quería para él solo. Él solo les haría pagar lo que habían hecho, lo que estaban haciendo. Estaba enfurecido y no entendía lo que acababa de ver. Había oído hablar de los Maquis, de esos que se echaron a la sierra cuando acabó la guerra, pero eso ya había pasado. Serían cuatreros de los de antes, de los que le contaba su padre de pequeño, que mataban a alguien en la capital o en un cruce de caminos y los pelaban de todo lo que llevaran, o abusaban y violaban a alguna señorita principal, y se echaban al monte con su trabuco, huyendo de jueces y civiles. “¿Por qué a Gloria? –se preguntaba-, a D. Andrés sí, que tiene tierras y muchos cuartos, y al Gumer, que trabaja para él y es más malo que un dolor, pero a mi Gloria… ¿Por qué?”. Desde aquel momento se podría haber dicho que tenían los días -las horas- contados. El Tragahumos en su medio era un enemigo fatal.
Se cruzó con un pájaro perdiz que ni siquiera llegó a verlo. El pobre pájaro, empeñado como estaba en su polvero, cuando levantó la cabeza, ya había pasado el Tragahumos por su lado y ni lo había visto, ni lo había sentío. No pegó el repullón. Allí siguió con su baño y sus alas entreabiertas, sus plumas repujaitas, agachao, con la cabeza por bajo, levantando polvo, sacudiéndose y disfrutando como un marrano en su baña. Así iba Bastián.
Paró un momento en la fuente, metió un palillo medio ajustado con dos cortes de su cuchillo en el caño de la derecha, en el que acababa de limpiar. No ajustaba bien, de manera que decidió perder un momento en recortarlo. Lo volvió a meter y lo ajustó con un par de golpes por detrás. Gloria seguro que lo vería y lo entendería. 
Del caño de la salud hasta aquel momento, solo caía un hilillo. Al cortar el otro y de un taponazo que lo lanzó hasta mitad del pilón, salió un avispero completo y, tras él, un revuelo furioso de avispas y un hermoso y generoso caño de agua fresca.
Se daba la vuelta a toda prisa viendo lo que había, con el miedo que le tenía desde chico a los avisperos y para seguir con su carrera, cuando, al hacerlo, vio la rama que se le venía encima. Nunca había pasado, es verdad, pero pasó. Sin tiempo para reaccionar, sin poder taparse siquiera, una rama del eucalipto se le vino encima. Una de las gordas. No venía en vertical. Venía haciendo el columpio, balanceándose, enganchada por allí arriba, por su parte media. Le golpeó en el hombro. No fue un golpe frontal, fue casi un chasponazo, pero el peso de la rama y la velocidad que traía lo lanzaron hacia atrás, contra el cabecero de la fuente. La rama, con su balanceo, pasó por lo alto derribando y haciendo añicos el crucifijo. Finalmente, con gran estruendo y desgajando también otras menores, cayó al otro lado. Bastián quedó dentro del pilón, sin mascota, aturdido, con una herida sangrante y un enorme desgarro provocado por la rama, un buen boquete por detrás, un poco por debajo del hombro, y un revuelo de avispas furiosas castigándolo. Se le había clavado en la espalda el palo con el que acababa de taponar el caño del Amor. Enseguida encontró hueso y no profundizó más, pero, en aquel momento, más que sus heridas y mataúras, lo que dolía y aterraba al Tragahumos eran las avispas, que se cebaban con él, vengando semejante afrenta.
Chapoteó y se sacudió lo que pudo, pero las avispas no cesaban. Se dio cuenta de que únicamente podía estar seguro si se sumergía por completo, y así lo hizo. Salía a respirar y allí estaban las avispas sobrevolándolo, dispuestas a seguir con su venganza. Volvía con su chapuzón. Salía de nuevo y las avispas, sin escantillarse ni una, allí seguían, rabiosas y esperándolo. Otra ahogadilla en el pilón, y otra y otra, hasta que entre una de esas, cogiendo aire antes de sumergirse, vio un forastero frente a él, a quince pasos y apuntándole con una maestra desde lo alto de la Rusa. “Ya he metío el carro por las piedras”, se dijo, ya bajo el agua de nuevo. “A ver cómo salgo de esta”.
- ¡Haga usté argo, coño!, gritó al salir, antes de comprobar que “su amigo” ya estaba pie a tierra a menos de un paso, y que tenía la escopeta pegaita a la frente.
 - Sal despacito, bacalao, que ya te has remojao -fue lo que le dijo-, ¿Qué ta’pasáo?
- Se ma’venío una rama encima, ¿no lo ve usté?, y detrás ma’breáo un avispero, que si no me meto por entero en el pilón, me comen las malamadre como un buho a un lirón, acaraperro.
Bastián salía del pilón sin el más mínimo gesto de dolor, con la camisa hecha girones dejando ver sus escasas carnes heridas, apretando el gesto, intentando recomponerse un poco el pelo con las manos, estirándose la camisa por delante y por los lados, pensando en su Gloria –“la ropa mojá se plancha con las manos”, le vino a la mente en aquel momento, tal como ella le decía, ¡ya ves tú!-, sacudiendo los pies y chorreando agua clara.
La mascota flotaba en el pilón. Se giró para recuperarla -que sin ella no era él- cuando sintió el culatazo que le dio en el hombro herido aquel siniestro personaje con su escopeta:
- ¿Quién te ha dicho que te vuelvas, bacalao? -le preguntó sin retirar el medio puro encendido y mordisqueado de entre sus labios-. A lo que yo te diga, ¿estamos?
El golpe lo hizo casi desvanecerse. Cayó de rodillas sujetándose el hombro con su mano izquierda, apretándolo hacia adentro, con el brazo derecho cayendo inerte. Tenía la clavícula partida, un boquetón en la espalda y todo el hombro, por delante, en carne viva. Se sentó sobre sus talones. Estaba herido seriamente, pero no eran esas sus heridas más graves, las que más le dolían. Tenían a su Gloria y él no iba a poder defenderla. No quería ni mirarla por no sufrir más. Miraba al suelo. Veía el agua caer a goterones de su cabeza al suelo, de su barbilla a su brazo. Las sentía resbalar por su cara. “¿Son lágrimas?”.
Levantó la mirada y vio, a ras de suelo, algo correr entrerramado por encima de ellos, donde el monte se apretaba un poco. Había entreclaros entre tanto brezo, lentiscos y  madroños. Estaba a contraluz y había sido solo un trasluzón, pero por detrás de los filos se había movido algo. Le pareció un lobo por su rapidez, por su silencio y por cómo se tapó. Los recordó con el sigilo que gastan, con su silencio y sus carreras, dando vueltas antes de entrarle al ganado. Había sido una alucinación. “¿Lobos?, Te quié’hi?”, se dijo.
- A lo que yo te diga -le repitió el del puro, con la escopeta ya mirando al suelo-, trae pa’cá el cuchillo ese y sácalo despacito y con talento. ¿Andas solo?
- Como usté me ve, solo y malerío.
Sacó lentamente el cuchillo de su cinto, lo giró y al levantar la mirada para entregarlo, vio la cabeza de su Ramoncete, por detrás de todos ellos, asomar por encima de unas coscojas, mirándolo con los ojillos como platillos de café. Había oído el estruendo de la rama al desgajarse y caer, y se había acercado a ver qué pasaba.
Podría parecer que tuviera alguno más, pero eran catorce los años que tenía. De mirada afilada, vivaracho, esmirriaillo y andrajoso, pero ágil, espabilao y más listo que los ratones coloraos. Así era Ramoncete, el orgullo de su padre. 
Le hizo un gesto cruzando su dedo índice sobre sus labios y desapareció.
- Parece que t'as quitao un peso de encima, le dijo el de la escopeta a Bastián, al recoger el cuchillo.
Había notado un gesto de alivio y una medio sonrisa en su rostro y, es verdad, algo de eso hubo. Al ver desaparecer a su hijo entendió que la situación todavía estaba en manos de los suyos, de los Tragahumos.
- Le voy a decí una cosa a usté (por primera vez, pensando en su hijo y con el pecho lleno de orgullo, lo dijo en plural): Al juanico que se acerca al corrá, lo abrimo en caná.

Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: Carpintero en Junio 07, 2014, 10:24:44 pm
Preciosa historia la del Tragahumos mi enhorabuena Polainas deseando que llege la sigiente parte un saludo
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: Buhogris en Junio 09, 2014, 09:42:46 am
Ese del puro y la escopeta no sabe la que le espera  ::).Genial Polainas.Deseandito leer una nueva entrega  ;).
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: Pedro Moreno en Junio 09, 2014, 10:36:51 pm
Joer Polainas, no nos cortes en lo mejor.  ;D ;D ;D ;D ;D magistral amigo.
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: colmilloblanco en Junio 10, 2014, 07:39:11 am
Esta historia promete, me he quedado con ganas de mas,,,,,,,,,,,,,,,,,,

Un saludo.   
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: Quatermain en Junio 10, 2014, 08:22:43 am
Que cortas se hacen estas entregas. Espero ansioso la siguiente. enhorabuena.
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: JUANFRAN en Junio 10, 2014, 11:42:36 am
Carajo que razón tiene el QUATER.  Esto se hace más corto que la felicidad humana.  Lo bueno de los escritos de POLAINAS es que eres el protagonista de la historia.  Está todo tan bien pintado y descrito que no cuesta nada sentirse a lomos del caballo del  que encañona a nuestro protagonista.  Si, en este caso, uno no prefiere ser EL TRAGAHUMOS es, sin duda, por la magnífica descripción de las heridas que laceran su cuerpo y que, al leerlas te hacen poco menos que sentir el dolor de nuestro protagonista.  En fin, lo de siempre.... que estamos ante un maestro de la narrativa de la naturaleza y del mejor costumbrismo de la gente de la sierra.  Que siga la Saga, que buena falta nos hace a todos.
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: Jmako en Junio 10, 2014, 06:54:12 pm
Polainas , sublime el relato  :) :) :) la cosa está rojo vivo, por favor...continue ento que pueda   :). Un saludo
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: Manuel en Junio 12, 2014, 05:12:22 pm
Menudos aires está tomando el ambiente junto a la fuente....

Estupendo Polainas, gracias.
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: LOBACO en Junio 12, 2014, 09:54:09 pm
Una "razzia" con los capullos esos tiene que hacer el tragahumos sin demora.
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: eduardo en Julio 02, 2014, 08:17:55 am
Ya la ha vuelto a liar una vez mas el amigo cordobés... ::) Muchas gracias, polainas. ;) Esperando acontecimientos...
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: Tks en Julio 17, 2014, 11:16:36 am
Muchas gracias polainas, grande eres y grande es la historia.
Título: Re:LA FUENTE DE LOS TRES CAÑOS
Publicado por: arriero en Julio 28, 2014, 03:18:35 pm
Te tengo que felicitar por estos relatos. No tardes mucho en colgar mas partes de las aventuras y desventuras de esta familia.

Un salido