Esperas al Jabalí
GENERAL => Relatos => Mensaje iniciado por: eduardo en Noviembre 22, 2015, 05:03:18 pm
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Los viajes a Zamora, por tierras de Mombuey se hacían eternos pero no pesados. Mis compadres Manuel G. y Pedro M. me invitaban por aquellos entonces a San Martín del Yermo, la finca que tenían arrendada a un paisano extremeño afincado en la capital zamorana. Me gustaba aquello, por la compañía y por el terreno que pisábamos, un robledal inmenso repleto de misterios y soledades. Cuando te internabas en la finca y en algún camino veías la huella del lobo, se erizaban los pelos de brazos y cogote. Cuánta leyenda entorno al gran depredador y cuánta realidad y mentira en las historias contadas por los lugareños de esa tierra! Pero me gustaba, me alucinaba todo en su conjunto sabiendo que ellos, los lobos, campeaban por allí... Aquella tarde llegamos temprano al pueblo. Habíamos salido de mañana hacia la aventura y a pesar de las diversas paradas técnicas para descansar y comer, nuestra arribada a Mombuey fue tempranera contra todo pronóstico y con tiempo para ponernos de aguardo esa misma tarde... Íbamos Manuel y yo solos pues Perico no podía asistir por asuntos de trabajo. Cuando hablé con él el día antes y me dijo que no venía se lo dije sin tapujos:''Amigo Pedro, si el trabajo interrumpe a la caza, deja el trabajo''. Se rió al otro lado del auricular por mi aserto pero no pude hacerle desistir de su compromiso laboral. Por tanto, Manuel y yo en collera nos bastaríamos para intentar cazar algún jabalí, que por cierto, los había y no pocos...
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En menos que se tarda en contarlo llegamos a las casas de madera de Manzanal para dejar el equipaje y sin más tardanza marcharnos para el cazadero que el tiempo, aunque suficiente, podía agotarse. Poco después de entrar en la finca avistamos la casa del guarda que salió a recibirnos, un portugués que aparentaba tener pocas luces pero que a mi se me hacía más listo que el hambre por mucho que demostrara lo contrario. Los diálogos con él eran graciosos pues chapurreaba un dialecto medio gallego, medio castellano y medio portugués que hacía necesario a veces el concurso de un intérprete, en este caso su hijo, que hablaba castellano puro con tintes campestres, suficiente para entendernos... Mientras desarrollamos una breve charla pudimos enterarnos, más o menos, de la presencia de jabalíes en la finca que era nuestro objetivo. Pero había más. Hacía tres días, el lobo se había presentado en las inmediaciones para hacer de las suyas con las cabras de la finca. La lobada de la manada del gran cazador le había costado al portugués tres cabras y cuatro chivos además de algún animal perdido en paradero desconocido. El lusitano, en su idioma ininteligible, juraba con el puño en alto...''Fillos de puta!!!'' o algo así decía. Nos partíamos el pecho, nos reíamos con él, de sus cosas, a pesar de su disgusto. Tuvimos que abreviar, que la tarde se marchaba y había que colocarse. Le consolamos en la medida de lo posible y nos marchamos a los puestos...
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En un breve trayecto llegamos al fin al sitio donde siempre dejábamos el coche cuando íbamos de espera. Un rellano arrimado al bosque de robles cerca de unas construcciones antiguas derruidas y ajadas por el paso del tiempo. Manuel decidió quedarse en la Raya del Tendido, cortafuegos amplio y extenso que cruzaban los cochinos en sus careos por el monte. A mi me ofreció irme a la Charca de la Perra. La Charca de la Perra es una pequeña laguna en medio de la mancha muy querenciosa para los guarros con el único inconveniente que entrar a ella de día, se entra bien, pero salir de aquellas marañas, por mucha luna que luzca de noche, se hace muy complicado. Me ''vestí de valiente'' y allá que me fui. Sabía bien el camino, de vuelta, si no me despistaba no habría problema en regresar. Mis pasos por la alfombra de hojas se me hacían truenos. Olía a cochino pero no se porqué pensé en los lobos y... los pelillos de los brazos se erizaron y más se erizaban a medida que me internaba más profundo en el robledal. Espanté mis demonios y me entoné por aquello de no querer volverme atrás ya que el puesto lo merecía.''Que tendrán estos bichos'', pensaba,''que es mentarlos o pensar en ellos y comienza a volar la imaginación de manera vertiginosa''. Al fin llegué a un claro divisando la charca que se mostraba en sus orillas cuajada de bañas de los jabalíes que la visitaban. Los árboles de los alrededores, así mismo, mostraban sus troncos manchados de barro por el rascarse de los cochinos. Busqué el poco aire que había que venía bien para la postura y arreglando un poco las matas que servían de parapeto, me senté preparando todo. La luna, cercana a su plenilunio ya andaba por el cielo contemplando mi estampa.''Buenas noches, señora'', le dije y haciéndola un guiño, me dispuse a esperar acontecimientos...
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Se hizo de noche y el misterio de aquellas soledades se acentuó más si cabe. En aquel escenario de sombras y rayos de luna penetrando entre los robles, la imaginación volaba. Me acordé del lobisone gallego y de su leyenda, al fin y al cabo, no estaba Orense tan lejos. Mi mente se iba a historias de hombres lobo y demás chorradas... Paparruchas!!! Mascullé entre dientes, sólo faltaba que me acojonara por cuentos de niños y viejas... Me relajé con el oído despierto y pronto barrunté careos de animales por el robledal. El manto de hojas muertas era tan abundante que por mucho que un bicho quisiera disimular sus pasos, se hacía imposible el conseguirlo. Un ruido se hizo más patente y su aproximación se presentía. El tras tras de sus pasos a mi frente se aproximaba cada vez más a la charca. Pronto vi salir al claro a un buen jabalí que sin muchas precauciones se arrimó al agua bebiendo a continuación para enseguida tumbarse e iniciar su barreo. En ese momento me encaré el 270 y mirándole por el visor aguardé a que se levantara y se cruzara. Tardó poco en hacerlo y colocándole la cruz en la paleta derecha, disparé. El tiro en aquellas soledades retumbó agrio arrancando ecos opacos y oscuros. Me entró el tembleque, como siempre, y mientras me serenaba, la calma, una opresora calma, invadió el campo. El cochino había tardado poco en morir derrumbado sobre sus patas como un toro apuntillado. Era muy temprano y no fui a verlo, tiempo habría de hacerlo cuando acabara el aguardo, de todas formas, no era extraño que pudiera entrar otro animal al paso de las horas y no era cuestión de dejar mis emanaciones por los alrededores de la querencia...
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Promete Eduardo.
Qué tendrá el bosque profundo que nos atrae con sus penumbras y misterios.Y que puede más que los miedos arcanos.Algo de los ancestros celtas nos debe quedar en los genes. ;)
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Parece mentira como pasa el tiempo en una espera, cuando la mente se relaja y se tiene un buen cochino muerto a treinta metros. Y por no ser menos, en la ocasión que nos ocupa, el tiempo también había pasado. No tardé en volver a escuchar ruidos de monteo pero estos eran diferentes, más tenues, más sibilinos, más pausados... Se acercaban por sitios distintos los animales que fueran pero no muy separados. Venían del frente, de la derecha, buscando el aire que se cruzaba en algunos momentos. Cuando les tuve cerca, ya casi en el claro de la laguna, se pararon, creo, sin dudar que eran tres. No rompían, merodeaban y podía escuchar sus idas y venidas... Entre la oscuridad de los troncos de los robles pude ver alguna sombra fugaz y furtiva. Ya sabía y no podía creer, lo que la penumbra ocultaba, lobos, tres lobos ante mi y con mis nervios desbaratados. Me alobé. Me habían contado historias de chimenea, en las tertulias a la lumbre en cualquier cortijo serrano, historias que ahora se hacían realidad. Si en aquellos momentos algún animal de aquellos hubiera aullado no puedo precisar lo que hubiera ocurrido, pero no hicieron nada, creo que venían a beber u habían olido la sangre del jabalí muerto, no lo sé, sólo puedo decir que uno de ellos se vino buscando mi tufo y al encontrarlo huyó arrastrando con él a sus compañeros, sin gruñidos, sin aullidos, se perdieron en la noche y respiré. Estaba sudando y cada pelo de mi cuerpo se mostraba erizado, me temblaban hasta las cejas. No los vi claramente, pero se que eran ellos, los lobos, los que buscábamos en las monterías y no encontrábamos. Me sentí pequeño e indefenso. Ya no importaba el cochino cobrado ni aquel aguardo, lo que realmente me importaba y me preocupaba era salir de aquellas fragosidades...
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Recogí mis cosas con una premura desconocida y un sigilo, si cabe, más acentuado de lo habitual. Me acerqué a ver el cochino de puntillas, era un buen navajero, a la luz de la linterna se le apreciaban buenas navajas y amoladeras. Seguía nervioso, ni lo abrí, ni lo capé, ni lo sangré y me separé de su lado sin la alegría habitual pues la incertidumbre me consumía. Antes de salir del claro para regresar al coche miré el teléfono con ansia, nada, sin cobertura, cosa que ya sabía de otras veces. Me quise dar ánimos por la extraña sensación que me oprimía y entrando en el robledal con el pie derecho avancé en busca del punto de encuentro. La linterna, una simple linterna, me amparaba mucho en esos momentos porque la luna, que alumbraba sobremanera no me era suficiente. Me paraba cada poco tiempo para escuchar, por si oía algo pero el silencio más absoluto me acompañaba. No puedo decir lo que tardé en salir de allí, lo que si es claro es que tardé un siglo o así me pareció. Dicen que el que canta su mal espanta pero no estaba el cuerpo ni para un fandango... Qué cosas!!! Cuando salí a la traviesa y me topé con una vieja alambrada todo se fue aclarando. Con todo, me había separado mucho del recorrido habitual. Seguí la alambrada hacia el llano y cuando salí a él y divisé a lo lejos el coche brillando a la luz de la luna, comencé a reírme de la preocupante y absurda situación pasada. El misterio se había disipado y con él, el miedo. Cuando toqué la chapa del coche al llegar fue como tocar el manto de la Virgen. Manuel, aún, no había llegado. Fumando un cigarro lo esperé pensando como le narraría mi ''terrible'' noche de lobos.
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Que tendrá el lobo que es escuchar su nombre y evocar leyendas y mitos de antaño, además de provocar esa sensación de "canguis" ;D
El lobo y el hombre siempre han vivido juntos, hemos compartido territorio desde hace miles de años en una evolución paralela, es posible que en nuestro instinto nos queden todavía reminiscencias del pasado, un pasado en el que el lobo era el rey y en el que el homo sapiens podia ser perfectamente su presa. Puede ser que venga de ahí esa sensación que nos produce a todos al escuchar mentarlo y ese pavor al escuchar su aullido.
Muy buen relato Eduardo ;)
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Como las medicinas, a base de pildoritas....
Que gusto le das a tus escritos Eduardo!!
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Que incertidumbre debe provocar sentirlos cerca, en la noche, sin verlos pero sabiendo que son ellos. Dichoso aguardo tuviste, con navajero abatido, y encuentro inolvidable.
Estupendo relato, gracias por compartir tan insólita experiencia.
saludos
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Magistral relato querido amigo :D.Creo que todavia,en lo profundo de nuestro ser,tenemos todavia presente,que somos una posible presa ante los depredadores.En nuestro pais y en la actualidad,podemos asegurar que el lobo es el unico depredador existente y son tantas las historias y leyendas acerca de el,que solo con saber de su presencia,renace en nosotros ese temor a volver a convertirnos en su presa.Pero ademas,a ese temor,ahora le añadimos la posibilidad de ser nosotros quienes le demos caza.Por resumirlo de un modo escueto,la posibilidad de un "duelo entre cazadores" nos pone ;).Dudo mucho que ningun cazador autentico,no sienta algo similar ante la presencia de los lobos.
Enhorabuena por el relato Eduardo ;).
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Magnífico relato Eduardo. Lo que yo daría por tenerlos cerca, aunque seguramente también se me escapa se algún pedo jejej.
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Muchas gracias por vuestras respuestas. Me alegro que os guste el relato ''por etapas''. ;D Tengo que volver, algún día volveré a por ''mi lobo'' zamorano. ;)
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ENORME el relato e inolvidable la situación. Joder Eduardo , me he dejao los ojos buscándolos.
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Estupendo relato Eduardo!!!
Yo si he visto al lobo puesto de espera y la sensación como dices es rara, muy extraña y nunca sería capar de trasmitirlo tan bien como tu lo has hecho ahora.
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Ay el patas pardas ...
Buen relato, muy bien contado Eduardo
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Evocador bucólico y acojonante, eso es cazar con tensión. Si ya aguardar en la noche hay veces que un escalofrío te recorre el cuerpo y no sabes porqu e imáginate si invades territorios loberos
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"Haberlas ahilas" como decia un amigo mio de Asturias, junto a él tenia que estar en el puesto en todas las esperas que hacia, me has recordado sus ojos y como se movia tras de mi al quitarnos, no quiero ni pensar en esa situacion que has escrito tan magistralmente. Gracias,
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Eduardo bonito relato tenia los pelos de punta leyendolo imajinate en el campo
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Muchas gracias amigos foreros. Ahora me río de aquella situación pero las pasé más putas que Caín. El miedo existe!!! ???
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Eduardo me ha encantado, tu relato me ha trasmitido un escalofrió que me ha tele trasportado, y al leerlo has conseguido emocionarme, gracias y enhorabuena.
Has sido muy valiente al contarlo tal cual sucedió y lo de "Tengo que volver, algún día volveré a por ''mi lobo'' zamorano. ;)" SOBRESALIENTE ;)
Un saludo.
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Muchas gracias Colmillo... ;) Volveré!!! ;D
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El charabasqueo que se acerca, las rápidas idas y venidas, el silencio entre cada una de ellas, la soledad, la quietud, el respiro al recordar que te ampara tu 270. Una carrera por tu espalda ahora aquí, ahora allí, la búsqueda del brillo de unos ojos encarnados, la luna entrando entrerramada provocando sombras que se mueven, el monte apretao y recrecío, el silencio de nuevo. El trasteo por detrás de dónde los imaginas, saber que te están cogiendo el aire a puñaos, rumiar un cuerpo a cuerpo, el resuello que se pierde, respirar con alivio al palpar el cuchillo de remate. Un entronchar de piedras, el corazón que se te sale, las miradas furtivas sin mover un pelo, el frío intenso que te cubre, el viento que se detiene, de nuevo el silencio, el sudor sobre tu frente, la ropa que no te llega al cuerpo, la respiración entrecortada, el lento paso de los minutos…..
La magia del lobo. Su embrujo, su hechizo.
Al final, tocar la chapa del coche, es como tocar el manto de la Virgen.
Enhorabuena por el relato, Eduardo, y gracias por tan buen rato.
¡Qué bueno!
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Muchas gracias Polainas. :) Ya hace tres lustros de aquello y parece que fue ayer. ::)
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¡Como te gustan las noches zamoranas!
Muy bien narrado hermano chico.
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¡Como te gustan las noches zamoranas!
Muy bien narrado hermano chico.
Y las mozas zamoranas... ;D Pedro, que me tiés mu abandonaooo... Y el 12 te vas a perder una mu güenaaa!!! ::)
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Enhorabuena por el relato Eduardo, lo he saboreado !!
Polainas, no se porqué he contenido la respiración mientras te leía.
Uf qué respiro al final.
Es un auténtico lujo poder leeros.
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Enhorabuena Eduardo, me ha gustado tu relato, y he sentido contigo la incertidumbre y resquemor que te produce una espera con lobos; atípica en nuestras costumbres de esperistas al jabalí. Gracias y sigue deleitándonos de vez en cuando.
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Muchas gracias Beagleh. Gracias a ti también Feder y que buenos ratos he pasado leyendo tu libro. ;)
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Precioso relato enhorabueva Eduardo un nabajero y tres o cuatro lobos menuda espera un saludo
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Para abrir boca me he encontrado esta fabulosa historia y magistral relato. Así que darte las gracias Eduardo por ello y sobre todo por las ganas que de repente me han entrado de reanudar lo antes posible con mis esperas.buena caza.
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Gracias Carpintero y Garrofa. Me alegro que os guste. :)
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buenas noches
la verdad lo cuentas como si fuera ayer cuando te viste en medio de los lobos :o,
ahora imagínate que puedes hacer con este trasto 8) y que lo oyeran los ecologistas de l,,,, marley ::) y que tuvieran la suerte de que les aullara el lobo de cerca :-X
https://www.youtube.com/watch?v=uT-7GrpogEQ
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Hombre Químico, si yo lo que quería es que se fueran, que me alobé y no tenía precinto para cazar uno, que si no... ::) ;)
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Eduardo,
Te dedico esta foto.
El truco ha sido colocar en el camino que frecuenta las sobras y el mondongo de un jabalí cazado el jueves.
Un saludo,
PD: La cámara es la de ALDI, con una buena habría sido un fotón.
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:o Impresionante :o
:)
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¡Qué buena Jondalar! Muchas gracias. ;) :)
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Enhorabuena, Jondalar. IMPRESIONANTE.
Qué buena foto!!!
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Vaya fotaca Jondalar
esas las saca la camara de aldi
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Fotaza Jordalan, que pasada tenerlos en el coto.
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Uff.... Vaya rato debiste pasar Edu.
Hace muchos años, una mañana plomiza de primeros de enero en la que la niebla lo cubría todo, me sentí vigilado durante un largo paseo. Tuve la sensación de ser seguido muy de cerca por un animal que mantenía las distancias hasta las mismas puertas de las primeras casas del pueblo. Vi unas huellas enormes y mis perros no se separaban de mi con un recelo poco normal....
No puedo asegurar que fue lo que me siguió, pero al pisar las primeras calles del pueblo un largo aullido se dejo escuchar desde un cerro cercano... Un mastín?. Nunca lo sabré. Aunque algo en mi interior siempre me ha dicho que no fue un perro.
Más tarde en el tiempo, escuché un tímido rumor de que por aquellas fechas alguien había visto lobos no muy lejos de aquí. Un rumor efímero que se desvaneció casi antes de ser rumor por el mero hecho de que aquí era casi imposible que un encuentro similar pudiese suceder en aquellos tiempos.
Ahora que empieza a ser una realidad la posibilidad de tener compañía cualquier noche, tengo que reconocer que no me hace ni pizca de gracia la idea.
Creo que Extremadura no está preparada para acoger de nuevo al lobo y que no va a ser bien recibido... si ya no lo es....
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que exelente relato Eduardo !!! en un rato se lo voy a leer a mis hijos !!!! muchas gracias por compartirlo !!!
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Lo cierto es que lo pasé bastante mal Ruíz. :-\ Pablo, ten cuidado con los niños no vayan a tener pesadillas esta noche acordándose del relato. ??? ;D
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El sábado pudimos oírlos casi a medianoche en la sierra norte de Guadalajara. Aunque se oía bastante lejos se te queda un nosequé en el cuerpo que ya no deja tranquilo el resto de la espera. El camino hasta el coche de después lo hice con el rifle en la mano, la linterna de cabeza a tope de luz y silvando.
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El sábado pudimos oírlos casi a medianoche en la sierra norte de Guadalajara. Aunque se oía bastante lejos se te queda un nosequé en el cuerpo que ya no deja tranquilo el resto de la espera. El camino hasta el coche de después lo hice con el rifle en la mano, la linterna de cabeza a tope de luz y silvando.
Otro que se ha alobado... ::) ;D
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Creo que Extremadura no está preparada para acoger de nuevo al lobo y que no va a ser bien recibido... si ya no lo es....
Opino igual. Extremadura tuvo lobos antaño pero ahora no creo que fueran bien recibidos.
Por mi zona hace años que no se habla de él, pero se han visto ya muy cerca, en el sur de Castilla y León. Es cuestión de tiempo que alguno se deje ver por la zona.
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Pues ya podéis ir comprando balas de plata... ::) ;D ;D ;D
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No hace tanto que a un conocido se le cruzaron cinco en el límite de provincia entre Cáceres y Salamanca. Y menos aún que causaron problemas en Serrejón, junto al parque de Monfragüe. Poco después uno cojo se dejaba ver con frecuencia en el pantano de Almaraz. Aquí al lado.
No estamos preparados porque Extremadura está llena de ganado y de fincas de caza valladas. Vacas, ovejas, cabras e inmensidad de cerdos ibéricos se crían en nuestras dehesas y campos en semiextensivo, sin más protección que los cercados que los contienen dentro de las fincas, y no creo que con la abundancia de comida fácil, el lobo se dedique a perseguir reses salvajes.
De igual manera, existe una próspera economía que gira entorno a la caza mayor que genera muchos puestos de trabajo directos e indirectos, y no creo que nadie esté dispuesto a que el lobo ponga en peligro el pan de sus hijos.
No olvidemos que Extremadura está acostumbrada a tratar con el lobo, para lo bueno y para lo malo, así que si alguien está pensando que van a venir para quedarse, espero que tenga un buen plan para que sea así, y que no sea tan ingenuo como para pensar que van a conseguir mantenerlos encerrados sin problemas en las zonas protegidas.
Lo dicho. Que o mucho me equivoco o el lobo en Extremadura no va a pasar de ser una anécdota esporádica.
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Bueno, bueno, bueno. Pues yo sigo poniéndome al día y si genial fue el primer relato que leí, de CAMPOSOLILLO, éste del bueno de EDUARDO no le va a la zaga. Maravilloso también. A mi sobre todo me interesan las descripciones de los estados de ánimo, quizás por cierta deformación profesional y bastante influenciado por las técnicas psicoanalíticas francesas del gran LACAN, que se centra, fundamentalmente, en el análisis de los contenidos verbales del lenguaje. Bueno.... me interesa todo el relato en su conjunto, pero, no lo puedo remediar, me detengo mucho más en esto que menciono. Por poner ejemplos del escrito de Eduardo: "Me vestí de valiente".... Creativa y genial forma de decir que "con mi temperamento habitual... la situación a lo peor me sobrepasaba". "Me entró el tembleque, como siempre...". Perfecta forma de afirmar que "sigo viviendo la caza como cuando era un crío" y, además, en este caso concreto, de forma superlativa. Y, finalmente y a modo de traca final: "El misterio se había disipado Y TAMBIEN EL MIEDO". Grande.. EDUARDO. El miedo, efectivamente, siempre es a lo desconocido, a lo que vendrá, a lo que no tengo perfectamente controlado. Cuando el misterio se convierte en certeza, desaparece el miedo o, al menos, aparece de otra forma que a veces se confunde con el asombro o, más francés, epatamiento. Como lo que me quede por leer tenga este nivelazo, voy a tardar un tiempito largo.... Ya no te digo gracias Eduardo... Me parecería demasiado poco. En otro orden de cosas, sólo he estado en Zamora, capital, una sóla vez. Quiero ir en Semana Santa porque me han comentado que tiene unas procesiones impresionantes. A los lobos, en visión directa, no los he visto nunca, aunque, de niño, recuerdo perfectamente a la pareja de la Guardia Civil regalando "postas prohibidas" a los habitantes de los pueblos del Pirineo cuando había nevadas copiosas.
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Pues yo si te doy las gracias Juanfran, muchas gracias. Y te envío un fuerte abrazo. :)