Esperas al Jabalí


UN DIA DE CAMPO CON CALZONES SUCIOS

Autor Tema: UN DIA DE CAMPO CON CALZONES SUCIOS  (Leído 15746 veces)

Desconectado Quatermain

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UN DIA DE CAMPO CON CALZONES SUCIOS
« en: Junio 12, 2014, 11:37:05 am »
Un día de campo con Calzones Sucios.

-Oye Calzones, ¿Ya se fueron tu hijo Pablo y su mujer?.
-¡Psss!... Se fueron…
-Han estado poco tiempo, ¿no?.
-¡psss!... El nejesario…
-¿El necesario para que?...
-¡Pa sacarme los cuartos!,¿ pa que va ser?.
-…¡No jodas!
-¡Tes tas vorviendo mas bruto que yo…maestro!...¡Y cállate… que asín no nos va a entrá na!.

Llevaban un par de horas de aguardo sin ver nada, y esta fue la primera conversación que rompió el silencio. Calzones no estaba hablador, pero Antonio tenía algunas cosas que quería comentar con su amigo. Después de que le mandara a callar enérgicamente  en voz baja y con una sonrisa en la boca, se tuvo que aguantar un rato mas.
Estaban los dos sentados desde bien temprano en un hueco que Calzones había practicado con una hozino en el corazón de una zarza bien espesa, dejando un hueco para entrar que además servía de tronera para disparar. En esta ocasión le tocaba disparar a Calzones. Los dos amigos habían llegado a un acuerdo a petición del maestro. Si se ponían juntos, que ya no siempre se ponían juntos, tiraría cada vez uno de ellos. A Antonio le costó convencer a Mario, que siempre quería que tirara su amigo. Según decía disfrutaba lo mismo y se ahorraba un cartucho. Finalmente,  lo convenció y quedaron en alternar la acción de “apretar el gatillo”.  Era noche cerrada ya pero había una luna casi llena que lo iluminaba todo de color plata. Sin embargo ellos estaban ocultos en lo más oscuro del interior de  la zarza.
-Los guarros tienen que comé to los días, solo que hoy serán mas esconfiaos. Había dicho Calzones por la mañana mientras a cuatro patas vaciaba el zarzalón, observado desde fuera por Antonio que estaba agachado en cuclillas. El maestro pensaba que iba a ser difícil disparar por la tronera tan baja, pero como le tocaba al “maestro de la sierra” no dijo nada.
La noche seguía avanzando sin que hubiese movimiento alguno. El maestro volvió a la carga.
-Calzones… (dijo en voz muy bajita)… ¿Qué es eso de que tu hijo te había sacado los cuartos?
-Psss… pos eso…quel cacho cabrón solo había venio a pedirme cuartos. Questaba agobiao con el coche, que si le podía dejá algo de  parné. Sale a mi Juegra el cabrón. To la vida dando por culo, ende chiquitito. Ya mestrañaba que viniera a verme a mí y a su tía. Y encima el tío zorrón echa por delante a su hermano ques en el fondo un cachopan, pa disimulá.
-¿Y que has hecho, Mario? (Llamar Mario a calzones por parte del maestro era señal de lo serio de la conversación).
-¡Pos que va a jacé un padre!¡Pos dárselo! Tenía algunos cuartos de las comías de los jenderistas que pagan mu bién y se lo dao. ¿Pa qué lo quiero yo…?.  Calzones hablaba ya en un tono de voz casi normal, sin intentar bajar la voz.  Se lo comían los demonios. ¡Queria un millón er joio cabrón! Solo le podio dá, oce mil!.
-A ver Calzones…¿Queria un millón de euros?.
-¡No cojones!, quería un millón de pejetas. Pero como ya no hay pejetas, solo le dao oce mil leuros.
-¿Doce mil euros?... Calzones, tu hijo sí que es un cabrón. (Dijo el maestro con la mano en la frente como si tuviera fiebre).
-¡Pos lo que yo te diga!, sale a su abuela materna, amos que pedirme un millón, que se cree que soy, ¿mellonario acaso?. Pero se fue contento con lo que le dejé, que no creo que me lo evuelva nunca.
-No se va a ir contento si le distes el doble (pensó el Maestro sin querer decírselo a su amigo).
-Calzones, tienes que tener cuidado con los euros y las pesetas, que no son lo mismo.
-Ya lo se, maestro, ¿que te crees ?.
A estas alturas de la noche hablaban ya en un tono normal, sin preocuparse de hacer ruido.
-¿Y el hermano?, ¿Lo sabe?, ¿Sabe Juan, que Pablo había venido a pedirte dinero?.
-¡Que va a jabé! Sa habría cabreao. Este tiene mejón fondo quel Pablo. Y la puñetera Arpía ni se endespidió. No lo digo por mí, sino por la Tere que se desvivió dándoles gloria bendita enmientras estuvieron aquí. ¡Una Arpía es lo que es! ¡Así la arrepuye un marrano viejo!. (No sabía Mario que su sentencia se cumpliría unos años más tarde cuando Juana dejó a su marido por uno viejo y con dinero, con el que acabó bastante mal). –Juan y Lucía están pensando en adoptar un crío, creo que tienen dificultades pa jacé uno por ellos mesmos.
-¡Eso está bien Calzones!, no estaría mal tener un nieto “pa” malearlo,  jaja, ¿verdad Calzones?.
-Oye Maestro, ¿Tu tas dao cuenta questamos daguardo?, po en este plan no nos entra ni el fresco.
-¿Y no estamos bien?, arreglando el mundo, no todo va a ser llegar y besar el santo.
-¡Pos tiés razón!, saca la merienda y el clarete caunque sean las once sa petece. De camino te vi a contá como maté yo mi primer jabato.
Después de esta afirmación, al maestro dejó de clavársele en el trasero la lasca de piedra en la que estaba sentado, por expreso deseo suyo. Le había dicho a su amigo que si él se sentaba en una piedra, los dos lo harían igual. Fue un arranque de amor propio del que se arrepintió varias veces a lo largo de la noche, pero que mantuvo con dignidad.
Sacaron los bocadillos de tortilla que había hecho Tere, y el clarete. Apoyaron convenientemente las armas en las cepas de los laterales de la zarza. Y empezaron, uno a relatar y el otro a escuchar.
Calzones pegó un par de bocados y un par de tragos antes de empezar su relato, como para aclarar la garganta y coger fuerzas.
-Tenía yo por entoces ocho años, ¡un chavá!. Pero ya me conocía er monte mejón que naide en er pueblo. En esa época había mucha jambre en la casas y habia que apañá, pal gasto, de tos laos. Con las costillas era un fiera, los días antes de llové, salían las aluas…
-¿Las aluas son las hormigas voladoras? Calzones…
-¡Claro, coño, las reinas jin reiná!, ¡pos que van a jé!... pos decía que salían las aluas a cientos, y la metía en un bote de cristal, y en la Era ponía cincuenta o sesenta costillas con sus aluas bien vivas pa que se movieran y atrajeran a los gorripatos. Ponía otras cincuenta o sesenta en el monte apretao y allí pillaba mirlos y tordos a esportones. Así, el domingo la madre guisaba arroz con pajaritos, pa to la familia. ¡Como los guisaba la madre!, que Dios tenga en su gloria. Si llevaba bastantes pajaritos, como premio, el Padre, solo si llevaba juficientes pal arroz,  me ponía en la parma de la mano, disimulando delante de la madre, un cartucho de oce milímetro de perdigón fino, y miraba la escopeta de un caño que colgaba en la pared. Yo le contestaba con una sonrisa malijiosa, poque ya jabia lo que quería dejí. Eje cartucho je convertía en un conejo de fijo. Luego con el conejo, el padre me daba dos cartuchos de la escopetilla. Yo miraba entonjes a la “Perra”, que tenía el padre apollada en el rincón tras la puerta. El padre decía, eja hasta que seas un hombre y mates un guarro, ¡ni lo jueñes, rapaz!.
De los dos cartuchos, jiempre usaba uno, y guardaba el otro pa mis enreos…
…Tiento a la botella de clarete… se limpiaba la boca con la bocamanga de la chaqueta y seguía…

Desconectado Mochuelo

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Re:UN DIA DE CAMPO CON CALZONES SUCIOS
« Respuesta #1 en: Junio 12, 2014, 12:23:32 pm »
Me encantan estos relatos y demuestras tener una mente privilegiada compañero
Sigue , sigue que ya estamos esperando  ;)
Muchas gracias  y saludos

Desconectado yo_mismo

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Re:UN DIA DE CAMPO CON CALZONES SUCIOS
« Respuesta #2 en: Junio 12, 2014, 01:38:53 pm »
Compañero Quatermain, cada dia que te da por escribirnos un relatos de Calzones, nos alegras el dia! No te canses nunca!!!

Gracias.

Un saludo.

Desconectado Fozzie

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Re:UN DIA DE CAMPO CON CALZONES SUCIOS
« Respuesta #3 en: Junio 12, 2014, 03:39:00 pm »
Estoy mas enganchauuu que a una telenovela....

Desconectado Manuel

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Re:UN DIA DE CAMPO CON CALZONES SUCIOS
« Respuesta #4 en: Junio 12, 2014, 05:53:18 pm »
Ya se echaba de menos al Calzones y al Maestro trajinando por el monte!!! A ver la que preparan ahora.... ;D

Gracias Quatermain. 


Desconectado colmilloblanco

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Re:UN DIA DE CAMPO CON CALZONES SUCIOS
« Respuesta #5 en: Junio 12, 2014, 06:42:35 pm »
Bienvenida la saga de Calzones Sucios, ya lo echaba de menos.

Putos euros >:( >:( >:( Sin comentarios.

Un saludo. 
"Para tener enemigos no hace falta declarar una guerra; solo basta decir lo que se piensa".

Martin Luther King

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Re:UN DIA DE CAMPO CON CALZONES SUCIOS
« Respuesta #6 en: Junio 12, 2014, 07:17:03 pm »
Quatermain, siga usté con el relato ento que pueda questo se está poniendo a tope de emocionante :) :) :). Un saludo

Desconectado POLAINAS

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Re:UN DIA DE CAMPO CON CALZONES SUCIOS
« Respuesta #7 en: Junio 13, 2014, 11:37:44 am »
Como diría un amigo:
Asin que dosemí, no? ¡Ende ve! Er chavá nos malo, es la mujé!!
¡Larga vida a la caza!

Desconectado Buhogris

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  • Lo que cada uno aporta aqui queda.
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Re:UN DIA DE CAMPO CON CALZONES SUCIOS
« Respuesta #8 en: Junio 13, 2014, 02:41:01 pm »
Menos mal que ya conocemos a Calzones,porque el titulo del relato se las trae  ;D.
Gracias amigo,por alegrarnos la vida con tus fantasticos relatos  ;).Esperando la proxima entrega  :D.
"No subestimes a tu presa y prepara su caza,como el mayor de los retos"

Desconectado Carpintero

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Re:UN DIA DE CAMPO CON CALZONES SUCIOS
« Respuesta #9 en: Junio 13, 2014, 07:58:40 pm »
Preciosa  las historias de calzones mi enhorabuena de  nuevo esperando la sigiente un saludo

Desconectado arriero

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Re:UN DIA DE CAMPO CON CALZONES SUCIOS
« Respuesta #10 en: Junio 14, 2014, 02:06:27 pm »
QUATER... Venga hombreee!! Que esto me sabe a poco, a muy poco; no tardes en cogar el resto de esa noche, no seas mala persona y no nos dejes así, en plena tensión.

Un salido.

Desconectado Pedro Moreno

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Re:UN DIA DE CAMPO CON CALZONES SUCIOS
« Respuesta #11 en: Junio 15, 2014, 11:48:16 am »
  Precioso Quater, pero no nos tardes tanto tiempo en ponernos la continuación que perdemos el hilo jejeje
 Un fuerte abrazo
Cazador de silencios en las noches tenebrosas.

Desconectado VIEJETE

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Re:UN DIA DE CAMPO CON CALZONES SUCIOS
« Respuesta #12 en: Junio 15, 2014, 09:22:45 pm »
precioso quatermain,
aunque me pillo el toro, todavia estoy con los otros enganchao
pero poco a poco me pongo al día,gracias compañero
solo me gustaría saber lo que no se

Desconectado JUANFRAN

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Re:UN DIA DE CAMPO CON CALZONES SUCIOS
« Respuesta #13 en: Junio 16, 2014, 08:15:46 am »
Abrir el foro por los "relatos" y ver, con alegría, que hay uno nuevo de QUATER y, además,. de la saga de Calzones y el Maestro es empezar bien el día ¡vive Dios!.  Y más cuando alguien como  QUATER, que sabe bucear en el alma de los serreños como pocos (Polainas es otro que trastea bien "el asunto") ya entra en la parte afectiva de nuestro Calzones.  Y es que estas gentes, son capaces de quitarse un cacho pan de la boca para dárselo a quien consideren amigo, sobre todo si, en sus adentros, consideran que el amigo tiene alguna cualidad que ellos creen no tener, como cultura y "hablar bonito".  Entonces, además de ser los mejores aprendices del mundo, desparraman toda su amistad y puedes, si eres el afortunado, considerarte agraciado.  Agraciado porque si una persona de estas te abre su corazón,  la sabiduría popular se desparrama a borbotones y sales ganando, por goleada, en el trasvase de conocimientos.  Tu a lo mejor le aportas "cultura ciudadana".  El te aportará la cultura ancestral de la vida y, sobre todo, nunca, nunca, te fallará, aunque tenga que quitárselo a sí mismo.  Esta gente es que me tiene enganchado de tal manera que si QUATER, POLAINAS, o los que entienden bien de esto, se deciden a hacer "algo largo" lo entronizaré en mi apartamento encima de un pedestal, porque la vida de esta gente se lo merece. 

Desconectado Quatermain

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Re:UN DIA DE CAMPO CON CALZONES SUCIOS
« Respuesta #14 en: Junio 16, 2014, 10:29:12 am »
He estado fuera el fin de semana (No precisamente de aguardo) así que os dejo la segunda parte y en breve el final. Saludos.

Continuación.


-Tenía un cajón, con veinte o treinta cartuchillos, sin usá. Un domingo espues de comé, limpiaba el padre la Perra, y tenia las piejas encima la mesa, junto con unos cuantos cartuchos. A mi  me se  iban los ojo, detrás de los perrillos de lascopeta y de los caños gordos y lustrosos. Señale los cartuchos, y le dije a padre, ¿puedo cojé uno destos?. El me respondió que esos no le servían a la escopetilla de un caño. (¡Como si yo no lo jupiera!). ¡Ya lo jé! Pero me gustan, y en un descuido apañé uno. Luego cuando lo miré de fijo, vi que tenía unos perdigones mu gordos. Solo seis y del tamaño de la boca de la escopetilla dun caño. Sin pensá que lo que iba a jacé era una salvajá, desmonté aquellos garbanzos y le quité la munición a uno de oce milímetros. Con un garbanzo en el cartucho hize una bala del oce milímetros. Jacía tiempo que los marranos se comían los mirlos y los tordos de las costillas del monte como no estuviera listo. Y quería tomarme la revancha, por los cartuchos que mabian hecho perdé.
 Un sábado, espues de acabá la faena, había estao cogiendo esparto hasta er mediodía, le dije a la madre que endispué de come me subiría ar monte y que iguá vorvia tarde. No había problema con que estuviera, a las cinco la mañana pal ordeñe.
Después de la siesta, que era sagrada y naide se movía en la casa hasta que se levantaba el padre, me cojí un cacho pan partio por la mitá y empapao por dentro en ajeite, y una calabaza dagua, y tiré pal monte apretao. Tenía las costillas puestas desde por la mañana, y había echado unos granoz de maíz pa reforzá. Llegué en un pispas porque entonjes tenía los pies ligeros.
-Que cabrón, Calzones, como si ahora no los tuvieses, que me cuesta seguirte por el monte a pesar de tus setenta años.
-Con ocho año no me pillaban ni las liebres. Gueno, sigo…No tenia mu claro lo que iba a jacé, pero lo que fuera lo tenía que jacé con el aire de cara, queso me lo había enseñao el padre.      ¡Caza como quieras pero huele al bicho antes que er te huela a ti!. ¡Me icía siempre!.  Me coloqué a cuatro metros de las costillas, entre dos matas de lentisco que casi se juntaban, sentao en el juelo. Pude ver lo que nunca había visto. Yo ponía laj costillas y recogía los pajaritos, pero nunca loj había visto caé. Aterrizaban y empejaban a picoteá hasta que la costilla pegaba un zarto con er mirlo pillao  y los demás zalian volando. A los cinco minuto vorvian y se repetía la historia. Cuando habían lo meno una ocena, apareció un guarrete joven, y jempezo a comé los mirlos y los tordos como zi tar cosa, lo apunté pero me entemblaba tor cuerpo, tenía hasta frío y era agosto. No había forma de jacé puntería desa forma. Er marrano siguió cascando costillas y yo estaba mas azustao que robando melones a los pies de los jiviles. La ultima costilla estaba casi a mis pies, onde acababa la mata en la que estaba escuendío. Se acercó el marranete que a mí se me asemejaba a un burro, y aún temblaba mas. Se puso a comer casi a la mano, fui acercado lascopetilla con la mano derecha en la agarraera  y la izquierda en la cantonera hasta llegá a poné la punta el caño a una cuarta de la oreja der marrano que no sabia coscao. Apreté el gatillo… ¡y aquello fue Troya!. Las copeta me zartó de las mano y me pasó rozando por la derecha, el marranete chillaba y los demás marranos que no había visto pasaban corriendo en toas direcciones. No se lo dicho nunca a naide, pero me cagué enjima.
Cuando to se queó tranquilo recuperé las copeta, el cierre se había estallao y un trozo de la bizagrilla que lo bajaba y zubia, había zalio dispará y mabía herido la mano erecha, pero solo un rasponazo sin importanjia. La boca las copeta había aguantao pero pa mi questaba maz grande. El marrano estaba listo que en er fondo era lo que me importaba. Si guervo a casa con las copeta rota y sin el guarro, se me cae er pelo, pero con treinta kilos de carne, la cosa zeria mas juave, pensé equivocao.
Me lave el culo y los carzones en el regato de agua, y me quedé secando ar zol hasta que pude baja ar pueblo. Treinta kilo de carne era mucho pa un chaval de ocho años. Busqué a mi amigo Jesús que le llamaban “Er Viriato”, y tenía dos años mas que yo. Se trajo una carretilla de mano de su padre y con su ayuda bajé el guarro der monte. Llegué a casa con cara de triunfo, y el padre ya me estaba esperando, barruntando algo. La madre unos metros por detrás con cara de preocupación.
El Padre dijo; ¡Viriato, pa tu casa, y llevate la carretilla!, ya hablaré con tu padre.( En ese momento me estalló en la nuca una señora colleja que me desplazo hacia adelante, y que no se porqué  se ma  pareció que podía haber sido ma juerte de lo que fué).¡Y tu tira pa entro! Me dijo a la vez que arreaba la colleja. Mientras entraba dijo entre dientes pa que yo lo oyera y la madre no, - ¡No vah a tené peligro tú ni ná!,  y en voz alta ¡ya hablaremo tu y yo!. Y ma agrró las copetilla por el tubo  y se la llevo pa entro. No la vorví a vé mas. Der cochino sa provechó hasta er aliento. Y no se vorvió a habla der tema, pero sa cavaron los cartuchos de oce milímetros.
-¡La leche, Calzones!, estás vivo de milagro.
-Bueno maestro, estoy vivo de “muchos” milagros. Estaba guena la tortilla papas ¿eh? “don Antonio”, que pena que saya acabao el clarete.
-Calzones, son las dos de la mañana, llevamos aquí desde las seis de la tarde, mañana es domingo, ¿que hacemos…? ¿Volvemos o que?...
-Digo yo, que estamos bien aquí, ¿no?. Damos una cabezá, y vemos si jentra algo da manecía. Pero jabrá que está callaitos.
-¡Hecho!
Y se arrebujaron los dos en sus mantas, para echar un sueñecito. Calzones dormía profundamente a los cinco minutos, pero el maestro no era capaz de conciliar el sueño, como la mayoría de veces que lo intentaba de espera. La zarza mantenía una temperatura interior agradable y les quitó el relente. Cuando empezó a clarear se incorporó Mario y a continuación lo hizo Antonio que solo esperaba a que su amigo lo hiciera primero. No había rastro de ningún bicho en los alrededores, la “zarza parlante” había ahuyentado a todos los que se acercaran. Pero Antonio no cambiaba aquella “noche de aguardo” por ninguna otra.
Salieron a cuatro patas de la zarza y se desentumieron un poco antes de pensar en desayunar.
-Como que ¿Qué vamos a esayuná?. Le dijo Calzones al maestro ante la pregunta de este. A dos pasos está la Era del Cisco, y tiene dos vacas suizas que dan una leche de primera, le cogemos “prestá” un poco de mié de las colmenas, que ya me lo tié dicho, y fijate la de moras que tié el zarzón. Las echamos en la leche con la mié y nos ponemos moraos. Señaló su taleguilla y sacó dos cazos de hojalata con cara triunfante.
Antonio no acababa nunca de asombrarse lo suficiente con Calzones. Le encantó la leche “caliente” tal como salía de la vaca, que fundió la miel, y el toque de “Chef” de las zarzamoras dentro.
-¡Eres un artista Calzones!, no quiero ni pensar lo que vamos a comer, porque yo no bajo al pueblo, que esta noche hay que matar un buen guarro.
-¡Pos algo comeremos! Y volvió a señalar la taleguilla, en la que al menos, como ya sabía el maestro siempre había, sal, pimienta, panceta y vinagre. –¡Ámonos! que vamos a da un paseo… Y se levantó calzones con una agilidad envidiable. Empezaron a andar por el monte aparentemente sin una dirección concreta, según le pareció al maestro. Sin embargo Mario iba a tiro hecho. Pasaron por un vivar de conejos donde puso dos lazos. (-Es temprano, así caen cuando se vayan a embocar, necesitamos uno pal almuerzo). Después fueron a la vera de un arroyo, que el maestro no conocía y le enseñó a coger esparto. Fueron también a una zona de pinos, mas umbría donde Calzones le enseñó lo que eran los tentuyos (- Estos jon los que  los “finos” los llaman “boletos”), unas setas enormes que a decir de Calzones, a la plancha con ajetes y cebollinas  están “pa corré a un fraile”. Cogieron tres o cuatro, y… a la talega. Cuando empezaba a apretar el calor pasaron por los lazos, en los que un conejo estaba dando saltos para soltarse del lazo y otro estaba ya listo. Calzones cogió el muerto y soltó al “nervioso” como él mismo lo llamó. La talega iba abultando. Parecía elástica.
-Ahora vamos a dí a un sito fresco, porque el Lorenzo aprieta de serio. Pero vamos a dí sin jacé ruio. Que vaj a vé.
Siguieron andando por una zona cada vez mas apretada en la ladera de umbría. Lo hacían despacio y Calzones explicaba al maestro las plantas y los tipos de arboles del bosquete. Al llegar a un recodo Calzones se paró en seco y fue avanzado a cámara lenta mientras que con la mano hacia atrás le decía a Antonio que se acercara. Bajo unos robles en el regajo había una charca, y en la charca, sumergidas con solo la cabeza la mitad del cuello fuera estaban tres ciervas.
-Esto es lo que te quería enseñá, la piijina  de las pepas. Fiate lo agusto questán. El agua viene del manantío que está mas arriba, que  a donde vamos a pasá la canicula nojotros.
-Están a tiro, ¿que hacemos?.
-Dejarlas, que nos forma de arrearlas candela.
-Antonio estuvo de acuerdo.