Hace muchos años, me preguntaba a mí mismo el porqué de mi pasión por la caza. Leia sobre ello, cuando Internet no era una fuente de información brutal. Recuerdo el prólogo de Ortega y Gasset al libro del Conde de Yebes que me regaló mi novia, hoy mujer.
Llegó un momento, cuando empezaron a apretar los ecologetas, en que me negué a dar explicaciones y buscar la comprensión de la gente. Mi mujer y mis hijos me comprenden y aceptan, eso es lo importante para mí. Ellos no son ni serán cazadores muy a mi pesar. Así es que yo sigo cazando con la misma o más pasión que cuando empecé, las explicaciones y razones, para bien o mal, ya no me interesan.