La voluntad que me pidió el cura- Son siete mil...Los cabrones de los amigos que hacía tiempo que no veía y me querían disfrazar de capullo, los que vinieron por la jeta y sobre todo la enorme montaña de billetes "de a mil" que recogí encima de la mesa después de pagar la cuenta.
Que tiempos, hace tanto de aquello ya.
En fin Amigo Eduardo ya podemos sentarnos un rato a ver si el guarraco se digna a acudir.