Esperas al Jabalí


OTRA DE CALZONES SUCIOS (CAP 4)

Autor Tema: OTRA DE CALZONES SUCIOS (CAP 4)  (Leído 10141 veces)

Desconectado Quatermain

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OTRA DE CALZONES SUCIOS (CAP 4)
« en: Febrero 13, 2014, 09:47:45 pm »
Ante la buena acogida de la trilogía de Calzones Sucios, me he decidido a sacar un relato mas. Aquí os coloco la primera parte, no sé si será muy ladrillo. Espero que os guste. Saludos

OTRA DE CALZONES SUCIOS.
Anda Mario algo mustio desde que,  ya va para dos años, que falleció Juana de un cáncer de mama. Los últimos meses fueron duros y si de por si cualquier enfermedad es mala, esta se lleva la palma. Calzones sucios no levanta cabeza desde entonces. Teresa, la hermana de Juana sigue viviendo con él, entre otras cosas porque no tenía donde ir. Además  Mario que es un “cachopan”, le dijo que por supuesto aquella era su casa y que dispusiera como tal. En el fondo le vino bien porque Teresa se ocupa de la casa y de la intendencia. No pueden tener quejas ni uno ni la otra.
La vida de Mario se ha vuelto pertinazmente rutinaria, y monótona.  Juana era, como era, pero la echa de menos. Teresa lo cuida como si fuera un padre y le ha cogido más cariño del que la tenía  cuando vivía su mujer. 
-¡Calzones, que dos hermanas mas dispares! Comentan siempre  los amigos las pocas veces que sale al casino a jugar al dominó.
-¡Parece que no son de la misma madre rediez!. Siempre contesta lo mismo
Va a clases de adultos, algunas tardes cuando las faenas del campo se lo permiten. No es que tenga mucho interés pero los compañeros son los mismos con los que juega en el casino y lo convencieron. Ha realizado una proeza que a él en concreto nunca le pareció, ni importante ni necesaria.  Leyó su primer libro. Un libro poco voluminoso y con las letras grandotas. Lo encontró por casa y se lo empapó como si fuera el más interesante del mundo. “Técnicas de punto de cruz”. No entendió una papa, pero cuando lo acabó (solo 30 paginas incluyendo índice e ilustraciones) se encontró como si hubiese hecho el bachillerato. El libro pertenecía a Juana, que ”tenia algo de letras” y eso siempre la situó en una escala intelectual superior a la suya. Ya lo dice el refrán: “En el país  de los ciegos, el tuerto es rey”.
-¡Rediez!, me terminao un libro yo solo. No si al final me va a gustá leé. Si me viera D. Antonio, a mis años los pogresos que he hecho.

A pesar de los pesares nunca dejaba de subir al monte. Era lo único que le llenaba. Ni escuela de adultos, ni “pogresos”, ni libros, ni ná. También se había aficionado al buen yantar.  Era un sibarita de la buena cocina, buena comida pero sencilla. Y es que su cuñada guisaba que “quitaba el sentio”. Lo mismo guisaba verduras, que legumbres, que carne, que pescado (cuando llegaba de la capital, sobretodo, bacalao, que hacía a la portuguesa, con huevo y patatas), que caza ( que de eso no faltaba en la casa), que postres y… que se yo… de todo guisaba, y de qué manera.
Mantenia su huerta como siempre, dando sus cosechas “ecológicas”, como las denominaban una “especie” venida de la ciudad y que aparecía los domingos bien temprano. Eran los “Jenderistas” a decir de Mario. Pasaban por delante de su casa, se dirigían a la “Fuente de los Olmos”, (“El Manantío de to la vida) que aparecía en la guía de turismo rural,” editada por el Ayuntamiento de Villalba del Fresno, para el disfrute de la naturaleza y el mundo rural”. 
Para llegar  al manantío había hasta catorce indicaciones de madera, del tipo: “Sendero de la Fuente de Los Olmos”. Distancia 5 Kms. Dificultad media”. Y un dibujito de un tío con mochila y bordón de peregrino. Así hasta catorce en cada cruce de  vereda, regajo, etc.  y con la distancia actualizada en cada momento.
-Si es que no pué ser. Si los de la ciudad se pierden pa´i al manantío como van a queré  disfrutá del campo. No pensarán que se van a poner carteles por tó los laos. Pensaba Mario cada vez que subía al manantío con las dos garrafas de agua para traerlas llenas.( porque no había agua mejor que aquella para beber), y a pesar de todo los “jenderistas” beben de su agua embotellada de marca mientras miran el agua correr. –No hay quien los entienda, pagar por un agua que sabe a plástico teniéndola aquí y de gratis.
A Mario le venía bien aquel trasiego que pasaba por la puerta de su casa. Cuando los veía subir, le decía a Teresa:
-¡Tere ¡…¡ ya van parriba los jenderistas!.
Y Teresa sacaba unas mesas y unas sillas a la puerta y les ponía unos manteles de cuadros verdes. Les colocaba unas cestas con pan y unas flores, y a esperar… (a que entren al comedero).
Los “jenderistas” caían como moscas en un pastel. Cuando bajaban, sudaban como si hubiesen estado segando a mano. Veían los manteles y las sillas y se tiraban como posesos.
-¡Eh amigo!...y se dirigían a Mario que casualmente estaba junto a la puerta hablando con Teresa.
-¿Tiene cerveza fresquita?¿Podríamos picar algo? Decían repanchingados en la silla. La formula variaba pero siempre era similar.
-¿Cuantas pongo?. De picar hay un conejo de campo con arroz caldoso que está pa chuparse los deos. ¿Unas olivitas?
Y allí que en un pis-pas se preparaba una comida que a los de la ciudad les sabía a gloria (porque además sabía a gloria el conejo con arroz de Tere)y a ellos les reportaba unos ingresos que les venían muy bien a pesar de cobrarles “na y menos”, por unos alimentos “que no tenían precio”.
-Esto que nos hemos comido aquí, en Madrid nos habría costado lo menos…
-¡Es que esto no te lo habrías podido comer en Madrid ni en el Ritz.!
Las conversaciones eran siempre muy similares, y muy predecibles, mientras, sostenían un botellín de cerveza en la mano, y miraban el plato que habían rebañado con pan hasta dejarlo limpio como una patena.
Otras veces era caldereta de venado, o jabalí con legumbres, o … cualquier otro plato que era el que se iba a comer ese día en la casa, y que amablemente le ofrecían a los forasteros” ya que pasaban por allí”.
Este régimen de comidas  hacia que Mario tuviese que subir casi obligatoriamente a la sierra para abastecer la despensa. Siempre tenía algunas piezas de reserva en el arcón congelador por si el día se daba mal, o sea casi nunca. Y así pasaban los días.
Otra de sus pasiones era limpiar el “mosquetón del maestro”. Desde que se fue a la ciudad hace ya cuatro años no lo había disparado nunca. Se apañaba con la “perra”, lo mismo para la pluma, que para el pelo o para las reses. Sabía que su escopeta, siempre cumplía si él hacía su parte. Lo limpiaba como si lo usara cada día. Colocaba un trapo en la mesa de la cocina junto a la estufa de leña, y desmontaba todo el rifle. Lo limpiaba, limpio sobre limpio y le retiraba todo el aceite sobrante dejándolo listo para usarse cuando fuera menester, que nunca lo era.
Un domingo de Julio, después de que se hubiesen ido los “caminantes”, y que por cierto habían acabado con las reservas de botellines  y alguna botella de tinto, sonó el teléfono.
-¿Quién es?
-Mario, soy Antonio…
-¿Qué Antonio?
-¡Coño Mario!. Antonio el maestro. ¿Ya no te acuerdas de mí?.
-¡Don Antonio!. ¡Rediez! ¿Ande anda usté?.
-Estoy en Madrid, pero ando un poco aburrido de la capital. Demasiado stress, demasiados humos, y no voy al campo hace mas de doce meses. Así que he pedido destino a Villalba del Fresno de nuevo, a ver si hay suerte.
-Por aquí llevamos sin maestro fijo, una eternidad.
-¿Está libre la casa en la que me quedaba?.
-No, Don Antonio. Vive el veterinario.
-¿Tenéis veterinario?
-Es el hijo del alcalde, que cuando terminó los estudios se vino al pueblo, y aquí va saliendo adelante, encargado de la sanidad animal, que no se mu bien lo que es.
-Mario,¡ te oigo muy refinado! Y no cometes faltas como antes.
-Es que he estudiado en la escuela de adultos, y ya se leer y tó.
-Pues si puedes entérate de alguna casa para quedarme, y ya hablamos largo y tendido que estoy deseando.
Esa noche Mario no durmió. Estuvo como un crío haciendo planes. Cuando le cuente a D. Antonio que tenemos que cazar mucho… pa la casa de comidas. Cuando le enseñe el mosquetón limpio…Cuando se entere de que la Juana murió…cuando vea las comidas que damos a los jenderistas…¿Y donde se va a quedar?.
Por la mañana…
-¡Teresa, Se viene pal pueblo Don Antonio el maestro!
-¿El maestro? ¿Y que se le ha perdido aquí?
-Pues no sé, parece que le gusta esto ( pensando: “que lo que le gusta es cazar”). Tu crees que podíamos prepararle el soberao pa viví . Tiene entrada independiente por fuera de la casa y también por dentro.
-Pues… no sé yo… Está hecho un asco.
-Eso déjamelo a mí…voy a llamá a Bernardo el albañil, pa ver si se puede hace un “cuarto baño” arriba en el soberao y de camino adecentamos el de aquí abajo.
Cuatro semanas intensivas de trabajo y… el soberao convertido en apartamento independiente, con su cuarto de baño nuevo, y a su vez comunicado con el interior de la casa por la escalera de siempre. A Mario le faltaban horas en el día con los preparativos, sin que D. Antonio hubiese vuelto a dar señales de vida, y sin haberle comentado sus planes. Estaba mas feliz que una perdiz.
-A ver si al final no viene... A ver si no le van a parecer bien tus planes…A ver si quiere otra cosa…Estos eran los “aver” de Teresa que a Mario le entraban por un oído y le salían por otro.
Entre tanto Mario visitaba cada día, cuando daba de mano, las bañas, huertas, rastrojos, almendros, manantiales, etc…que podían ser querenciosos para sus correrías.
-La primera noche que nos pongamos, mata Don Antonio un buen marrano, …por mi  Juana que lo mata… y se besaba la uña del pulgar derecho, mientras observaba, la chita que había dejado un buen “individuo”.
-¡Este marca hasta los uñeros. Bueno es!. Pero creo que mejón el de los almendros.
A veces se tiraba la noche de aguardo sin escopeta, mirando un reloj casio negro pequeñito al que se le iluminaban los números al apretar un botón. Pensaba que era un chisme realmente útil.
- Funciona debajo del agua, bajo el barro, con polvo y no hay que darle cuerda. Si que es un chisme practico y ma costao ná.
En su cabeza memorizaba la hora a la que entraban los guarros, si lo hacían a hora fija o cambiaban, si entraban solos o precedidos por algún aprendiz. Si eran gorrinas o marranos machos. No tenia que apuntar nada. Todo quedaba registrado en su mente limitada pero eficaz. Controlaba a que hora se bañaban, donde había algún venado bueno. Un venado proporciona mucha carne y un buen trofeo que a lo mejor le gustaba al maestro. Por si fuera poco cebaba con maíz un regajo de cantos rodados que se estaba quedando seco, por si cuando viniese D. Antonio estaba seco del todo. Así los guarros venían a entretenerse buscando el maíz entre la piedras además de a las bañas escasas.
Había construido un apostadero porque el aire venia de la zona donde se podía ocultar y el lado bueno estaba al descubierto. Todos los días que subía, después de echar el maíz dejaba unos palos en el sitio del puesto, unas ramas de chaparro o de roble, forraje etc. y se iba. Otro día montaba la estructura de palos, y lo dejaba estar. Volvía y cubría con el ramaje de chaparro que estaba ya seco y amarillo igual que el de  roble, pero como a este se le caían mas fácilmente las hojas lo usaba para dar consistencia al “sombrajo” como decía él. Dejó dos troneras, una para el maestro y otra para él. Por supuesto no pensaba tirar de ninguna de las maneras (como la última vez) , pero nunca se sabe…lo que puede pasar.
Pese a estar en un limpio y bajo un olivo viejo como único compañero, el sombrajo se mimetizaba perfectamente con el entorno de tal manera que parecía que siempre había estado allí. Era amplio como para cobijar a dos personas cómodamente, incluso para echar un sueñecito. De hecho antes que llegara el maestro, calzones sucios  había dormido alguna noche en el sombrajo, mientras controlaba a algún guarro remolón.  Igual que este, había ido preparando varios apostaderos mas y todos estaban muy tomados. No veía el día de subir con D. Antonio  al monte. Que buenos ratos habían echado hacia ya algunos años en las noches de luna.
Pasó todo el mes de Julio y ni rastro de D. Antonio. Un viernes a comienzos de Agosto, con una calina mas propia del sur que de estos pagos serreños, apareció en el pueblo un “Land rover Santana” cargado hasta los topes con un matrimonio y un niño pequeño. Se dirigió al ayuntamiento y se bajó el conductor. Todas las miradas del pueblo estaban clavadas en los forasteros como era habitual, y eso que en esa época había algunos “turistas” de verano que empezaban a llegar al pueblo.
No tardó ni veinte minutos la primera llamada “radio-cotilla” a casa de Mario.
-¿A que no jabe, Carjone, quien a llegao ar pueblo?, pos er Maestro, pero no er maestrillo que se fue el año pasao, ¡no!, er Maestro, Don Antonio er Maestro.
-¡Vaya!, primera noticia, le contestó a Joaquín el de la lechería, como si no supiera nada.
Una hora mas tarde, después de arreglar los papeles antes de que cerraran el ayuntamiento durante todo el fin de semana, embocó el Land rover la calle que acababa en la casa de Mario. Calzones llevaba sentado en el poyo de la puerta desde la primera llamada de teléfono. Hubo varias pero le dijo a Teresa que dijera que no estaba. Al ver el coche se le puso el corazón como al que ve a su mejor amigo regresar vivo de la guerra.
-¡Teresa! ¿Hay cerveza fresquita?, sal que viene Don Antonio.
Calzones se quedó un poco parado cuando vio que del coche se bajaba además de su amigo, una mujer con  un niño de unos dos años. Enseguida se le pasó y se fue a saludar al maestro extendiéndole la mano.
-¡Coño Calzones! (fue la primera y la única vez que lo llamó por su mote) ¿me vas a dar la mano después de tanto tiempo? Y le agarró un abrazo que calzones no esperaba, y que le saltó las lagrimas, y eso que Mario era duro para eso, no lloró ni cuando enterraron a Juana. Para él llorar era de blandos, estaba chapado a la antigua y no lo podía evitar.
Mientras lo abrazaba se fijó en la mujer y en el niño. El niño era un “maestro” pequeñito. La mujer era evidentemente la esposa del maestro y  le sonreía como diciendo “He oído hablar mucho de calzones sucios”.
Después de que se  presentaron, se sentaron en una de las mesas que estaba a la sombra bajo una hermosa parra. Teresa puso unas cervezas, un picadillo y chacinas de la matanza. Hablaron de lo humano y de lo divino. De la enfermedad de Juana, lo que ensombreció la charla, y de los planes que tenían, lo que la animó.  Cuando llegaron al tema del alojamiento, Mario comentó como disculpándose, su idea del apartamento del soberao, pero que no contaba con que viniera acompañado, dijo bajando la vista como si hubiese dicho un pecado. 
-¡Ningún problema Mario! Nos apañaremos. Con que bajemos la cuna, es suficiente. Mañana descargamos el resto, ¿te parece?.
-Es que la cama es pequeña…
-Ya te digo que no hay problema, si a estas alturas de mi matrimonio me resulta la cama pequeña ¡no se yo!. Dijo guiñándole un ojo a Mario a la vez que  recibia un codazo de Marta su mujer.
Señalando al niño, le dijo a Mario
-¡A Antoñin habrá que ir enseñándolo, ya sabes! …Y otro guiño.
Mientras marta y Teresa hacían las camas. Mario llevó con mucho misterio a D. Antonio a la cocina y levantó el paño que cubria la mesa. Allí estaba el Santa Barbara mod Coruña del 8x57 como si fuera la primera vez que viera la luz.
-Lo he cuidao como si fuera mío.
-Es que era tuyo, Mario, ¿no me digas que no lo has usado?. Pues eso habrá que remediarlo.
Continuará…
« Última modificación: Mayo 04, 2014, 12:43:43 pm por Quatermain »

Desconectado Carpintero

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Re:OTRA DE CALZONES SUCIOS
« Respuesta #1 en: Febrero 13, 2014, 10:59:20 pm »
Quatermain  preciosa  historia la de calzones muchisimas gracias por relatarnos  deseando leer la sigiente parte un saludo

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Re:OTRA DE CALZONES SUCIOS
« Respuesta #2 en: Febrero 14, 2014, 12:49:59 am »
Es siempre un placer leerte maestro Quatermain
Las historias de Calzones Sucios  son estupendas y darían para un libro
También hacen ver tu gran experiencia en esta arte de los aguardos y en el respeto por la naturaleza y lo antiguó
Magnífico de verdad
Saludos y ya nos tienes esperando
Gracias

Desconectado Buhogris

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Re:OTRA DE CALZONES SUCIOS
« Respuesta #3 en: Febrero 14, 2014, 07:16:29 am »
Deseando estoy leer la siguiente entrega  :D.Este calzones,me tiene enganchado con sus historias y no solo por las de caza,que lo de los "jenderistas",tambien tiene su guasa ;D.Enhorabuena Quatermain,espero que te queden muchos "ladrillos" como este por compartir con nosotros  ;).
"No subestimes a tu presa y prepara su caza,como el mayor de los retos"

Desconectado JUANFRAN

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Re:OTRA DE CALZONES SUCIOS
« Respuesta #4 en: Febrero 14, 2014, 08:13:02 am »
Bueno, bueno, pues ya tenemos a nuestro Mario "calzones" convertido en aprendiz de tabernero, para saberle sacar partido a las marchas de los jenderistas.  De que sigue siendo un cazador de tronío no creo que haya demasiadas dudas a estas alturas.  Pero algo le faltaba al bueno de Mario para conseguir la cuadratura del círculo.  Y hete aquí que, gracias al talento literario de nuestro QUATER, vuelve a aparecer en su, ultimanente, rutinaria vida, el bueno de Antonio, con algún año más, mujer y un "jurumbel".  La emoción está servida y las aventuras de los dos juntitos se presumen abundantes.  QUATER puede hacer, con estos ingredientes, una verdadera polifonía de relatos.  Ah... y observese qué bien esta expresado el abance  cultural de nuestro Calzones Sucios y su nuevo estilo de hablar (antes de "jablar").  Gracias QUATER.  Solo en una cosa discrepo contigo ¿dos capítulos solo?  No hombre no.  Aquí hay mucho tomate como para condersarlo en dos episocios (lo de episocios es "a propósito").   

Desconectado adol

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Re:OTRA DE CALZONES SUCIOS
« Respuesta #5 en: Febrero 14, 2014, 09:27:22 am »
Menuda se va a liar, Calzones sin Juana que lo frene y el Maestro con los deberes hechos, para seguir disfrutando aun mas de tus relatos.
Si abates la mitad de lo que tiras, eres muy bueno, pero si tiras, solo, a lo que puedes abatir, eres de lo mejor.
La caza, la pesca y cuidar nuestro entorno, son nuestras herencias, respetemoslas.

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Re:OTRA DE CALZONES SUCIOS
« Respuesta #6 en: Febrero 14, 2014, 01:17:41 pm »
  Bufff, calzones y el maestro de nuevo juntos  ;D ;D ;D  No tardes en poner esa segunda parte Doc.
Un abrazo
Cazador de silencios en las noches tenebrosas.

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Re:OTRA DE CALZONES SUCIOS
« Respuesta #7 en: Febrero 14, 2014, 03:01:49 pm »
Estoy enganchao al calzones este.
Esta muy interesante..

Desconectado PIKI

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Re:OTRA DE CALZONES SUCIOS
« Respuesta #8 en: Febrero 14, 2014, 03:54:38 pm »
Precioso relato este de calzones sucios  y ya se me esta haciendo larga la espera del siguiente capitulo .
Felicidades al autor por compartirlo con nosotros y hacernos pasar estos ratos que nos recuerdan a esos personajes que ,aunque cada dia menos, aun quedan en algunos pueblos ,llenos de sabiduria ,gramtica parda y sobre todo una gran humanidad  y que solo esta accesible a quien tenga un poco de tiempo para  apreciarla .

Desconectado Manuel

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Re:OTRA DE CALZONES SUCIOS
« Respuesta #9 en: Febrero 14, 2014, 04:06:50 pm »
Quater ya nos tienes más atentos a la continuación de la vuelta a las andadas de Mario y cía, que cuando sentimos crujir una ramita en el silencio de una noche de espera.... y es que estas historias que nos regalas, son una maravilla de principio a fin.

saludos.

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Re:OTRA DE CALZONES SUCIOS
« Respuesta #10 en: Febrero 14, 2014, 10:26:09 pm »
Muy buena, me encanta la historia, es un placer poder leerla. gracias compañero y siiiguueeee.
solo me gustaría saber lo que no se

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Re:OTRA DE CALZONES SUCIOS
« Respuesta #11 en: Febrero 15, 2014, 12:11:53 pm »
Un placer volver a saber de Calzones sucios ;)

Ilusionado como un niño chico esta Calzones y no mucho menos Don Antonio, buena pareja forman. Esto no acaba más que empezar de nuevo, así que esperando inpaciente las nuevas aventuras y gracias por compartirlas con todos nosotros gracias.     

Un saludo.
"Para tener enemigos no hace falta declarar una guerra; solo basta decir lo que se piensa".

Martin Luther King

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Re:OTRA DE CALZONES SUCIOS
« Respuesta #12 en: Febrero 15, 2014, 10:54:31 pm »
¡¡¡¡Gracias!!!
 :D
Un Abrazo
Soy cazador como soy moreno, como la Sinta es bizca. Bueno o malo apechugo con ello. ¿Que otra cosa podría ser?
(El mundo de Juan Lobón)

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Re:OTRA DE CALZONES SUCIOS
« Respuesta #13 en: Febrero 16, 2014, 01:17:24 pm »
Impresionante!!!Enhorabuena por los relatos me he leído los cuatro del tirón y porque no había mas que sino...

Un saludo y de nuevo te felicito

Desconectado Quatermain

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OTRA DE CALZONES SUCIOS (CAP 4) Parte segunda
« Respuesta #14 en: Febrero 16, 2014, 09:23:52 pm »
Aquí teneis la segunda parte. Espero que os guste.


2ª parte:

Mario sabe que a pesar de que el maestro le regaló el Santa Bárbara, este será siempre suyo y el se apañará como siempre con su escopeta. No necesita más.
El sábado temprano después de subir los chismes al soberao, le insinúa el maestro, que podían dar una vuelta por el campo.
-Mario, es que tengo mono de “verde”.
-¿Que es eso de “mono”, D. Antonio?
-Eso es lo que les entra a los drog… ¡bueno dá igual!, que hace mucho que no veo un algarrobo, por poner un ejemplo. ¡Ah!, y ya va siendo hora de que me llames Antonio a secas, ¿estamos?.
-Bueno, yo le llamo Antonio y usted me llama “Calzones”, así sí que estamos.
-¡Hecho, Calzones!.
-¡Hecho Don Antonio!
-¡Calzones!, ¡Coño!...
-Perdone usted Antonio.
-Joder Calzones, contigo no hay manera.
-Pues digo yo de irnos…Cojo “la Perra” y usted se agarra el mosquetón. Y voy a echá una taleguilla por si nos demoramos, ¡arreando! ( y le guiña otra vez el ojo).
-¡Vaya con los socios!, (dice la Tere), me parece que hoy les doy de comer yo sola a los jenderistas.
-No te preocupes que te echo una mano.
-Gracias Marta, que  estos dos, no vuelven  pronto ni “pa Dios”.
Y como si fuera un guión escrito, punto por punto, los “jenderistas comieron hasta hartarse, (ni siquiera subieron a la fuente, que venían buscando directamente, el condumio de “casamario” como ya denominaban el sitio), y acabaron con varios cestillos de botellines fresquitos. Y cuando caía el sol, apareció Mario andando deprisa sin escopeta ni nada.
-¿Que pasa Mario? Le preguntó Tere sin preocupación, pero sabiendo que Marta que estaba a su lado mostraba cara de tenerla.
- ¿Qué va a pasá?...¡ Na , que ya nos hemos cargado una jangá!.  Mañana caldereta de venao pa los jenderistas.( dijo en voz baja) Y esbozó una media sonrisa. Mientras sacaba la carretilla de mano del corralón y volvía sobre sus pasos.
-¡Vaya dos patas pa un banco!  Dijo Teresa mientras se secaba las manos en el delantal.
-¡Sí vaya dos que se han juntado! Confirmó Marta quedándose más tranquila.
-Voy a preparar los cuchillos que estos traen carne para apañar. Anda échame una mano y así dejamos todo listo para que mañana tengamos guisote.
Pasada media hora, ya de noche, (aprovechando la discreción de la oscuridad)  apareció la carretilla con Mario detrás, sudando como un pollo,  en mangas de camisa, (a pesar de que a esta hora en agosto, refresca), y con Antonio  a su izquierda, cargado con las dos armas y la talega. Y cargado también con una sonrisa de gamberrete de callejón. Encima de la carretilla viene un venao con una cabeza con dieciséis puntas, eviscerado, y que nadie, ni ellos mismos, sabe como han conseguido aupar a la carretilla y amarrarlo para que no se caiga. Han tenido que turnarse para llevarlo porque como dice Mario. –¡Este cabrón pesa un güevo!, ¡pero que lomos tiene!.
En el corralón lo echan abajo, simplemente volcando la carretilla, y comienza la faena. Lo despezuñan y le cortan la cabeza. Lo desollan  con la espalda contra el suelo, y tras sacar los jamones y las paletas, le dan la vuelta y sacan los lomos y los solomillos, después parten el costillar a trozos.
-Estas con papas las guisa Tere de escándalo. No sé si dejarlas pa los jenderistas o pa nosotros.
Han dejado el espinazo limpio en cuestión de media hora escasa. Cuando terminan se limpian las manos en el grifo del pilón. Antonio le dice, admirado de la habilidad de Mario.
-Si que eres rápido apañando una res.
-Es que hay que acostarse temprano que mañana tenemos un piquito de luna, y señala al cielo con un dedo cómplice.

El domingo se le pegan las sábanas a Antonio y a Tere, porque el niño ha dormido como un bendito, cosa que no hacía desde hace por lo menos tres meses. Se encuentran una cafetera preparada, y tostadas con manteca de lomo con tropezones listas para zampar.
Después de los buenos días  por ambas partes, Marta le insinúa de broma a Antonio
-Esto es lo que te ha recomendado el médico para el colesterol, ¿ no Antonio?.
-¡Esto y ejercicio. Jajaja!
Tere que está guisando las costillas de venao con patatas, se suma a las risas, y Mario dice que “eso no le pue sentá mal a nadie”. Mario está en el corralón, cociendo el espinazo troceado en una olla para que lo coman los perros, porque no le gusta darles carne cruda y la cabeza del venao en medio bidón de hierro, dejando los cuernos por fuera.
-Antonio, cuando termines de desayunar y yo le eche esto a los perros vamos a subir, antes de que sea más tarde, al canchal del regajo a echá un poquillo de maíz que están picaos los guarros a rodá los cantos, pa buscá los granos.
-Bueno Calzones, déjame que le pegue un poco al colesterol y nos subimos donde tu quieras.
Después de campear, y almorzar, Antonio se quedó frito bajo la parra. Lo despertó Marta para decirle que Mario estaba esperando para subir al canchal pero que no quería despertarlo.
-Le he añadió una lintennilla de petaca al mosquetón, pa que pueda tirá con luz y las pilas son nuevas, así que como entre el enseñao que espero, va a estrená usted el mosquetón. Ágase cuenta, Antonio que vamos a está toa la noche si hace farta. Ya se lo he dicho a su mujé y no hay pegas. Así que vámonos. Arreando que tengo tol el resto el equipo listo en el sombrajo.
Cogieron las armas, y una manta cada uno y se tiraron al monte. Cuando llegaron, Antonio se quedó asombrado de lo que había preparado Mario. El aguardo era de libro, la distancia la justa, ni muy lejos ni muy cerca, unos treinta y cinco metros. Buena para tirar sin visor. Antonio en estos años lejos de Villalba del  Fresno, había leído todo lo que había caído en sus manos sobre caza de aguardos o esperas ya fuera , con luna o sin ella. Incluso había abatido en una ocasión un guarrillo miserable en una invitación del padre de un alumno.  Desde el episodio del guarro mancón, tenía el veneno metido en el cuerpo, y ese es un veneno sin antídoto.
Una vez dentro del apostadero, estaban de lo más confortable. Mario había subido un asiento trasero de un Seat 1500. Lo tenía afianzado sobre unos tocones de pino y quedaba a la altura justa. El rifle se apoyaba sobre un travesaño de madera y quedaba muy estable. Así podían pasar la noche completa si hacía falta. Al estar cubierto por arriba no notarían el relente así que a esperar.
Una vez sentados, Mario empezó a susurrarle la situación.
-A cincuenta metrosss a la izquierdaa está la bañaa, pero ya estáaa seca. Los cantos rodaooss del regajoo están sembraos de maizz, y al guarroo le gusta revolcarlos para buscar el maíz y las loombricesss. Es un guarroo de categoría. Cada día entra a una hora y desde una zona distinta. Loss  guarroos enseññaoos entran siempre con el aire de cara, y a horas distintas. Pero si la primera vez lo hacen de cara la segunda lo hacen cogiendo el aire un poco terciado pero por un sitio diferente, son impredecibles. Así te pueden sacar te pongas donde te pongas.  Lo mejor es tener los vientos un poco de costado. Este lleva entrando cada día de una parte y nunca repite la entrada. Ayer, me sé fijo, que entró rodeando el sombrajo, porque dejó la pista, onde antes había yo barrido el suelo. Que los guarros son mu listos pero nosotros lo jomos mas.
-¡Lo que se aprende contigo no está en los libros, Calzones!
-Eso está en el campo, no en los libros. ¿Sabe usted que he leído un libro?...shissss…se oyen unas piedrasss.
El sol había caído y con la penumbra solo se veían sombras en la maleza. Eran muchas sombras y no muy grandes. Salieron al canchal y empezó la fiesta, piedras rodando, gruñidos…
-¡Gente menuda! Dijo Mario.
-Se van a comer el maíz.
-No se preocupe, hay de sobra y los cantos gordos no los pueden mover.
Poco después las sombras se hicieron mas grandes, y Antonio estaba nervioso y empezaba a encarar el rifle.
-Tranquilo “señor maestro”, ( bromeó Mario) que jon hembras, grandes pero hembras.
La familia hambrienta estuvo comiendo casi una hora, las hembras comían y se retiraban, los pequeñajos comían y comían. Hasta que una de las hembras se retiró y todos la siguieron. Después todo se quedó en calma.
Se oyó un ruido de piedras y apareció la figura majestuosa de un venado, que no se paró ni a intentar comer.
-¿Qué hacemos?, parece que los guarrillos no han dejado nada. ¿Necesitas mas carne , Calzones?.
-Deja al venao tranquilo, que esta noche matamos a un macarraco. Le tengo bien pillas las vueltas.
Don Antonio pegaba cabezadas a medida que la noche avanzaba. Cada vez que la cabeza se le caía, despertaba y daba un respingo.
-Eche un sueñecito, Antonio, el que esperamos nos va a avisar cuando llegue.
-No hace falta, Mario, estoy despierto.
El mismo Mario apoyó la cabeza en el respaldo del asiento, y cerró los ojos como durmiendo, de tal forma que Antonio lo imitó… y se quedó frito…pero es que Mario por inducir al maestro para que se echara, también se durmió.
Los dos dormían cuando se oyó un leve ruido de una piedra. Como un resorte los dos abrieron los ojos y se miraron sin decir nada.
Mario pensó…
-¡Coño! el maestro tiene alma de esperista. No estaba dormido.
Se incorporaron lentamente y se asomaron cada uno por su tronera con las respectivas armas a punto.  El primero que habló en voz baja fue el maestro.
-¡No essss muy grande!
-Este no esss.
-Pues son las cuatrooo, nos vamos a quedar sin nocheee. Bueno ya no tengo sueño
-Yo tampocooo.
El cochino estaba comiendo y volteando piedras grandes, a medida que pasaba el tiempo Antonio cada vez veía mas grande al guarro. Y le hacia señas a Mario como diciéndole ¿le arreo?, y Mario negaba con la mano.
Hasta que el guarro pegó un arreón,  y todo se quedó en silencio. Antonio miró a Mario como preguntándole ¿Se acabó?, y Mario le hizo un gesto con la mano que quería decir “Espera”.
No había pasado ni diez minutos cuando volvió a aparecer el mismo guarro de antes, pero  no terminaba de ponerse a comer, volteó alguna piedra y pegó otro arreón. 
Mario se llevó un dedo a los labios pidiendo silencio. Antonio no pensaba ni moverse, estaba atento al ventanuco y al canchal. De hecho fue él, el que primero vio una silueta en la sombra de un roble, inmóvil. Le hizo una señal a Mario, (que inconscientemente envidió la vista del Maestro, los años no perdonan), pero localizó inmediatamente, al enseñao.  La respuesta de Mario fue fulminante, hizo un gesto como de apretar un gatillo imaginario.
-¿Essspero a que llegue al comederoooo?
Y Mario volvió a apretar el gatillo imaginario como más  enérgicamente y mirando fijamente al maestro, que no se lo pensó dos veces y se asomó a la tronera. Y apuntó a la zona para rectificar después e  Intentó dar luz a la linterna, pero esta no se encendía. De pronto tras dos intentos vanos, la silueta del guarro se iluminó y pudo rectificar la puntería y disparar en cuestión de segundos, pero él no tenia el dedo en el interruptor  de la linterna. Miró a Mario, y lo vió con un faro de coche asomado por la tronera y una sonrisa de oreja a oreja.
-¡Vaya tiro las  pegao, maestro! ¡El guarro grande a la primera!, por si se lo piensa y no entra.
-Pero si no ha caído, lo he visto correr.
-¿No has oído el cacho monte ca tronchao?.
-¿Vamos a ver?.
-¡Quieto, Antonio. Este hay que dejarlo enfriar!.Ahora voy a sacar la talega y te vas a comer una panceta que te vas a caer de espalda. Luego un sueñecito y al alba lo buscamos. ¡Anda que no!.
Comieron la panceta y un poco de chorizo, pan del  lote de gratis, y un tinto que estaba algo peleón pero que les supo a gloria. Charlaron y rieron animados por el vino. Y se echaron a dormir.  Antonio en el sillón y Mario en el suelo arrebujado en su manta. A pesar de la diferencia de camastros Mario durmió como un lirón y Antonio no pudo pegar ojo. Revivía el lance una y otra vez, ya tuviera los ojos cerrados o abiertos. Cuando amanecía estaban los dos incorporados esperando.
Salieron del sombrajo y se estiraron, estaban entumecidos. Se acercaron al roble y Antonio iba como el niño que se acerca al tablón de notas del colegio.
El primero que habló fue Mario.
-¡Mira aquí está la sangre y aquí la arrancá, no marca la mano de la derecha.
-¿Otro mancón?.
-¡Mancón lo ha dejado tú, Antonio, la lleva encogía, las pegao bien!
-¡Coño, Calzones hay que matá un guarro pa que me tutees.
-A vé, Antonio, si tú estás hablando ya como  yo, estás perdiendo las formas. ¡Jajaja!. Anda, amos a buscarlo.
A no mas de cincuenta pasos, al final de un túnel de jaras, que había ido rompiendo hasta quedar muerto, estaba el enseñao. Un arochón que lucía una boca de categoría, con un tiro en el codillo derecho que lo había finiquitado sin casi enterarse. Daba un tufo a macho se olía desde metros antes de llegar.
-A este no nos lo vamos a poder comer, mira como huele.
-¡Anda como aprende el señó maestro!. Pos va ser que no, que este está encelao y apesta que tira pa´tras. ¡Anda, vamos a por la carretilla! Cuando se lo cuentes a Marta se va a quedar de una pieza.
Y como el que ha saldado una cuenta pendiente  se dirigió al pueblo charlado con su amigo Antonio y preparando la próxima jangá.
FIN


« Última modificación: Marzo 20, 2014, 03:14:33 am por adol »

 

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