Esperas al Jabalí


espera en el maizal

Autor Tema: espera en el maizal  (Leído 3045 veces)

Desconectado feder

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espera en el maizal
« en: Junio 29, 2017, 10:54:45 am »

           En el verano de 2013, mi cuñado Fernando, tenía sembradas unas hectáreas de maíz. Su finca está distanciada del monte unos 20 kilómetros,  pero no obstante todos los años sus maizales son elegidos por los guarros para refugiarse en ellos y así obtener su comida fácil y segura. Su finca está situada en un paraje donde el agua abunda, colindando con  fincas  que también disponen de cultivos de maíz, melones y otros, y con la misma peculiaridad de ser de regadío.



En el mes de julio le comento por teléfono:

*Fernando, como se presenta el año?, ves rastros de los guarros?.

*A lo que rápidamente él me argumenta: Si que se ven, debe haber alguno que no anda mal de tamaño, pues veo pisadas de un solitario y de alguna hembra con primales. Ya van haciendo daño como todos los años, deberías venir a echar un vistazo, además que creo que ya están los permisos pedidos.

Al día siguiente me presenté en la finca.

*Buenos días Fernando, que tal, trabajando como siempre?.

*Ya ves Fede, aquí no se puede parar, si no es con los melones, es con las cebollas y si no con el riego del maíz.

*Que tal la cosecha de cebada, se ha dado bien?, pues parece que paja si ha quedado al menos!.

*Bueno no ha estado mal, las lluvias han sido generosas este año, mereció la pena.

         Fernando, como cualquier agricultor, sufre las inclemencias del tiempo y además las inclemencias de la demanda del mercado, por lo que no arriesga sembrando un solo cultivo; él ha aprendido a sacar todos los años, cuatro variedades de cultivos. Así, si con el cereal el año va malo, puede sacar y arreglar la temporada con una buena cosecha de maíz, de cebollas o de melones. O viceversa, es decir si los melones vienen mal, ya tendrá la posibilidad de compensar, con lo bien que se le pueda dar con  los otros cultivos.

El continúa diciéndome:

*Fede, mira las trochas que hay en el barbecho que separa los melones con el maíz, te darás cuenta que andorrea por ahí el guarro que te dije.

*Lo miraré todo bien Fernando, pues no tengo prisas, hoy dispongo de toda la mañana.

            Así lo hice. Empecé por la parte próxima a la casa, recorrí el camino del maizal que lindaba con el rastrojo  de cebada, vi como en él, se había formado un charco grande de agua, debido al riego del maizal y observé como algún animal se bañaba y dejaba sus huellas.  Seguí  luego el borde del maizal que lindaba con el barbecho que lo separaba con el “pedazo” de  los melones. Pronto observé como había varias trochas con huellas de un guarro grande; se repartían paralelamente a lo largo del mismo, dirigiéndose a unos almendros que separaban en su lindazo, ambos terrenos. Allí el guarro hacía un descanso, se entretenía comiendo los almendrucos que quedaban esparcidos en el terreno desde el año pasado, y luego se dirigía a los melones y a otro maizal muy cercano, correspondiente a la finca de un vecino.

             Volví a la casa, le expliqué a mi cuñado lo que había visto y le pronostiqué sin nada de fanfarronería, que no sería difícil dar con él. Había muestras evidentes de que estaba encamado dentro del mismo maizal de su propiedad, y que debido a lo tranquilo que estaba aquello y a que no se les había molestado aún, podríamos fácilmente, mi hijo y yo, cazarlo.

             Él como siempre hace, antes de partir de nuevo para casa, me llenó el maletero de unos dulces melones, los mejores de toda la región, y los acompañó de unas grandes y hermosas cebollas. El terreno al disponer de mucha agua y al ser una tierra con algo de piedra, recoge las características idóneas para criar los mejores melones, famosos en  toda España.  Pues ya sabéis, a los melones de Manzanares y Membrilla, no hay quien los supere en calidad.

            Tal y como le anuncié por teléfono la noche anterior, me presenté en la finca, pero no lo hice  a la  hora que normalmente acostumbro a ir de esperas, sino que lo hice a  las cinco de la madrugada. Pensé que los guarros, estarían debido a la hora que era, hozando tranquilamente en los rastrojos o en los melonares, colindantes al maíz. 

            Esos días, era  feria en el pueblo, salimos a disfrutarla, como es habitual todos los años, y después de tomar el chocolate con churros, nos fuimos  a casa. Yo en vez de acostarme, procedí a coger los bártulos, y dirigirme a la finca en compañía de mi amigo Melchor, con el que había quedado previamente.

            La noche estaba templada, sin apenas nada de aire, típica de las noches de julio en la mancha…..el silencio nos trasportaba cierta relajación, y más después de haber pasado un día cargado de calor; era como si la noche nos hubiera concedido una tregua, antes de que amaneciera otro día más,  asfixiante y bochornoso… Sólo se oían los grillos y algunas chicharras lejanas.

             Paramos el coche lejos de la casa, y sin hacer ruido, bajamos con nuestros rifles y nuestros prismáticos, cerramos las puertas con sumo cuidado y nos dispusimos a andar el rastrojo cercano al maizal. En él había grandes pacas de paja, correspondientes a la recogida de la cosecha de este año, eran de las gigantes que suelen hacerse hoy en día,  estaban tumbadas por su parte más larga, lo que hacía que mejorase nuestra intención de ocultarnos y que bajo sus sombras pudiéramos andar sin ser vistos.

             Avanzábamos despacio, haciendo oído y a la vez visualizando el horizonte a través de nuestros prismáticos. Recorrimos unos cien metros de rastrojo, sorteando las pacas de paja, Melchor tras de mí, calculábamos nuestros pasos, haciendo coincidir nuestras pisadas y parándonos al unísono ante los gigantes de paja; era bonito el paisaje, se dibujaban las enormes sombras que se repartían en aquel terreno de tierra blanqui-amarillenta,  como si se tratara de un tablero de ajedrez, nosotros nos sentíamos “minúsculos peones”.


          Avanzo unos metros más y visualizo con los prismáticos…allí al final veo una sombra que no me cuadra,… que será?...me pregunto;  me esfuerzo y logro apreciar como una masa grande de color oscuro, que a la vez disimulada y casi oculta del resto de las sombras, que corresponden a las “pacas”, deambula tranquilamente…. dirigiéndose al pie de un almendro. Está muy lejos, le digo a Melchor, mira tú y confirma la distancia…, él me contesta: si, en efecto es un jabalí, está a  unos cien metros, debemos esperar o avanzar algo más. Quédate tú aquí, y voy a  acercarme, le digo.

          Muy despacio, ralentizando mis pasos, avanzo semi-agachado…..miro, creo que no me ha detectado, está ahí comiendo el resto de alguna almendra caída; lo observo tranquilamente y me recreo con la escena. Estaré a unos setenta metros….empieza a andar, pero considero no tirarle hasta que no se pare de nuevo, pues hay que asegurarse, la distancia puede hacer que al tirar  lo hierre, o provocar que quede herido y perderlo al   introducirse en el maizal, debido a la cercanía del mismo. El aire está terciado, podría detectarme….

          No dejo de tenerlo en la cruz del visor…se para de frente, enciendo el punto luminoso, me decidido a tirar, pero me refleja en el fondo unas luces que están situadas por encima de él, son potentes y corresponden a una central eléctrica; “joe” que fastidio….me deslumbra, no lo veo claro….avanza y tras ponerse por detrás de una “paca” se introduce en el maizal…

          Llamo a Melchor, viene hacia mi situación, y le comento: no pude, la fortuna no  me acompañó…se metió en el maizal. Me responde: lo veía bien desde aquí, aunque algo lejos. Bueno, que le vamos a hacer, volveremos otro día a por él. Nos retiramos sin hacer nada de ruido y cogiendo la misma dirección que trajimos. A las ocho ya estábamos en nuestras respectivas casas, dando el necesitado descanso a nuestro cuerpo, el cual merecíamos  tras pasar la noche de feria y la desafortunada espera.

           Pasan dos días, la finca seguía tranquila, nos decidimos a ir, mi amigo  Miranda, Fede (mi hijo) y yo. Llegamos aquel día, tan  caluroso  como el anterior, por la tarde, a una hora temprana, al llegar saludamos a mi cuñado y estuvimos hablando de cómo se presentaba la noche de espera. Mi cuñado mantenía el que los guarros seguían por allí, el más grande dejaba sus huellas por el mismo sitio, por lo tanto era cuestión de dejar el coche en la casa y bajarse con Fernando, en su furgoneta, a la misma hora que el acostumbraba a irse al pueblo todos los días. Realizando esa estrategia, evitaríamos que se mosquease el guarro, el cual debía oír todos los movimientos de la casa, al estar encamado dentro del maizal y al parecer muy cerca.
          Así lo hicimos, primero se bajó Miranda, situándose en el almendro donde vimos al guarro la noche anterior; después se bajó Fede, colocándose en los siguientes almendros, estos distanciados del anterior unos cien metros; desde allí el dominaba la cara este del maizal, a una distancia de unos sesenta metros, coincidiendo con el barbecho que normalmente cruzaba el jabalí solitario para ir a comer las almendras. Yo me bajé del coche en el último lugar, dominando el maizal por su cara sur, el cual dejaba una franja de terreno de unos cuarenta metros, para empalmar con otro maizal colindante; Fernando se alejó con el coche por  el camino que habitualmente le lleva a casa.

             En fin, que casi por sus tres cuartas partes, dominábamos con la vista el perímetro del maizal, y la estrategia empleada fue la de que el guarro pensase que mi cuñado había abandonado la finca, como habitualmente realizaba todos los días, quedándose la finca solitaria y por lo tanto a su antojo.

             Eran las nueve y media de la tarde, aún quedaba bastante luz y el maizal presentaba una tranquilidad aparente. Se cruza un zorro no muy lejano, lo observo, veo como se distancia hasta perderlo de  vista; la fauna empieza a despertar de su letargo  diurno. Se dejan ver por lo alto del maizal vecino, un revoloteo continuo de pájaros, quizás asustados por la piara  que abre camino por las cañas  tras de ellos, era buen presagio, además el ruido ya nos alertaba a mi hijo y a mí, por lo que nos hacemos señas desde la distancia. Debido a que venteábamos ambos dicho maizal, teníamos la necesidad de estar  quietos sin hacer ruido y esperar, pues aún así nunca se sabe.

            Pasan los minutos…en el maizal que está casi a nuestras espaldas ya no se oye  ningún ruido, debe ser que la piara nos ha venteado. Por lo tanto la única opción que nos quedaba, era pensar que el solitario  apareciera procedente del maizal de mi cuñado, el cual se nos ofrecía enfrente de nosotros, y que dominábamos entre los tres por toda su cara norte-este y sur. La noche se aproxima, aparecen las sombras y estando a la espera de acontecimientos, repentinamente….suena un estruendo próximo que me sobresalta, era en la dirección de mi hijo, por lo que cojo los prismáticos y miro rápidamente hacia su posición, y confirmo como  Fede, levantándose, emprende una carrera a través del barbecho y en dirección de la linde más próxima del maizal, pues quería verificar, si había matado al jabalí que instantes antes  recorrería el  perímetro del maizal por el lado que él dominaba. Pronto me llama por teléfono y me dice emocionado, que era un guarro grande aunque sin mucha boca, el disparo lo había dejado fulminado al atravesar su cuello. Le respondo: vuelve a tu sitio y siéntate de nuevo, pues la espera acaba de empezar, debemos esperar, al menos dos horas más, pues puede haber algún otro.
             Llegada la hora, dimos fin a la espera, nos reunimos y le felicitamos, cargamos el cochino y emprendimos los tres, camino de vuelta a casa. Las fotografías de rigor, y los envíos de las mismas por “email”, a los amigos y a Fernando, mi cuñado”.
             Su contestación fue categórica: “Ese ya no va a hacer más daño a los cultivos”.

Desconectado JUANFRAN

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Re:espera en el maizal
« Respuesta #1 en: Junio 30, 2017, 08:11:44 am »
Buena espera os montasteis tú. Feder, tu hijo y acompañante.  Espera suigéneris, pero espera al fin y a la postre.  Estoy de acuerdo contigo en lo de "la boca pequeña".  Nosotros en Huesca, en verano, cazamos al estilo "resaque" los cochinos del maiz, también por los terribles daños que ocasionan, y, jamás, nunca, hemos cazado una "buena boca".  Casi todos son enormes, entre los 70 y los 90 kilos, pero se ve que son muy crecidos por tener acceso fácil a mucha comida pero de muy poca edad, de ahí la falta de colmillos.  Me has recordado con tu bonito relato que ya se acerca la segunda quincena de Agosto, fechas en que les damos caña.

Desconectado colmilloblanco

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Re:espera en el maizal
« Respuesta #2 en: Junio 30, 2017, 12:04:30 pm »
Gracias por compartirlo Feder y aunque ya ha pasado tiempo de esta bonita historia es bonito recordarlas ;)

Un saludo.
 
"Para tener enemigos no hace falta declarar una guerra; solo basta decir lo que se piensa".

Martin Luther King

Desconectado Buhogris

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Re:espera en el maizal
« Respuesta #3 en: Julio 07, 2017, 10:57:11 am »
Magnifico relato  ;).Enhorabuena por ese guarro :D.
"No subestimes a tu presa y prepara su caza,como el mayor de los retos"

Desconectado Argoflauta

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Re:espera en el maizal
« Respuesta #4 en: Julio 07, 2017, 11:46:08 am »
Que buena espera y que buen final, las esperas que no se culminan el primer dia parece que tengan un sabor especial. Gracias por compartirlo ;)

 

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