[eduardo]

En un principio puede parecer una tontería ir a un aguardo sin arma, pero cuando los permisos no llegan y ''el mono'' se hace insufrible, la solución es marcharse al campo y sentarse a esperar, que verlos también satisface y mucho. En estos momentos recuerdo tres ocasiones en las que aguardé ''sin muerte'' y ''sin arma'' para de ésta forma, rizar el rizo. La primera vez fue hace muchos años. Vino un amigo por la tarde a verme a casa y en la terraza, tomando algo, surgió el tema de las esperas. Nos fuimos emocionando por momentos al ver salir la luna y me propuso marcharnos a la Sierra para quitarnos el mono. Tenía permiso para oír la berrea en una afamada finca de Aliseda y allí nos presentamos y buscando sitio querencioso en un rastrojo plagado de encinas, hicimos parada sentándonos en el suelo con las espaldas apoyadas en el tronco de una centenaria encina. El concierto de bramidos comenzó y observamos reses en cantidad. Pero ya de noche vimos venir un cochino de aquí te espero surcando el rastrojo como un trasatlántico, cruzando su enorme mota negra a poca distancia de nosotros. Vaya un verraco!!! Bueno de verdad. Un animal que nos dejó los dientes largos, como los suyos, supongo, para varios días. Ni venados ni leches, ya sólo supimos hablar del guarro mientras que permanecimos en el campo y en el camino de vuelta su estampa ocupó por entero nuestros comentarios. Aún hoy, cuando nos vemos lo recordamos. Menudo bicho!!!

[eduardo]

El amigo con el que compartí este aguardo sin arma era Francis ''el chico'', bautizado así por Pepe Murillo en su libro Jabalíes a la Espera.

[tarteso39]

No me parece una tontería aunque seamos muchos los que hayamos practicado la espera sin armas. A mi me gusta también no perderme detalle aunque no pueda llevar arma. El hecho de estar en el campo y próximo a una baña es una sensación única que si llevas arma, la puedes estropear. Llega un momento en la vida del esperísta, por lo menos en mi caso, que lo único que rompe la armonía del campo es el disparo y sesgar esa experiencia acumulada de un buen macareno...

[eduardo]

Otro más. Mediado el mes de abril de hace varios años, me fui con un socio del coto a dar un paseo por la finca, para ver el campo y hablar de los temas que nos interesaban sobre la caza y sus cosas. Al atardecer, sobre la marcha, decidimos apostarnos en un lugar querencioso para hacer una espera sin más ayuda que los prismáticos. Aún con el día presente pero con el sol puesto, vimos venir por un valle un buen cochino que careaba tranquilo hacia su careo nocturno. Le hicimos un rececho en toda regla y conseguimos ponernos a buena distancia para verlo pasar a treinta metros de nosotros. Era un navajero lustroso que no se percató de nuestra presencia. Días más tarde, cuando llegó el permiso de esperas le hice varios aguardos consecutivos y no volví a verle las cerdas. Cosas que pasan.

[Narni]

Suele pasar amigo Eduardo... esas noches buenas de primavera e incluso invierno, cuando aquí no tenemos permisos y la luna está bien cuajá, nos vamos prismáticos en ristre a observar las querencias y pasos de nuestros queridos jabalíes, esperando quizás encontrarnos con algún buen navajero que puedas tener la suerte de aguardarlo meses después cuando las autorizaciones estén aquí. Pero como ya se sabe, el campo es caprichoso y no es cuando tú quieres, si no cuando él quiere... suele pasar