Cómo ha cambiado el panorama en pocos días. Después de un verano dando una de cal y otra de arena sin castigarnos en demasía, ha venido el agua y las tormentas y la berrea... Qué bonitos los aguardos con el berrido cercano y lejano de los venados. Canta la Sierra y la acompaña el monótono gotear de la ''melosa'', aún verde y por cuajar pero muy apetecida ya por los cochinos que la buscan con afán. De día, el suelo ''canta'' lo que ELLOS hacen de noche y las pistas y las vueltas y revueltas se entrecruzan por el encinar, testigo mudo de sus idas y venidas. Ya no quieren el cebadero o quizás lo quieren menos por aquello de exponer el pellejo a algo no natural. Durante siglos han buscado sus comidas llevados por las estaciones y la disponibilidad del campo y eso imprime carácter anclándose en su instinto que heredan generación tras generación. Toca buscarlos ahí, en la dehesa, en las encinas, en su despensa y pistear mucho y preguntar al paisano de turno que árbol las da mas dulces, que él lo sabrá y nos ahorrará trabajo pero no esfuerzo para cazar uno GRANDE. Luego vendrá la luna arriba, la noche encima, y la espalda en el tronco de la encina, a la sombra, pero ÉL no vendrá y habrá que insistir dejando pasar a la ''gente'' menuda, a la zorra ''picuda'', al cochino ''nuevete'' incluso a alguno ya mas ''mayorcete''. Y una noche, la noche, vendrá con paso cansino, alto el morrillo y el culo escurrío con andares antiguos de viejo tosco conocedor del monte que es feudo suyo parará su careo un tiro tuyo y mientras revoca su eco en las piedras de la Sierra, rezarás un PADRENUESTRO por ser testigo en tú tierra de lo salvaje, de lo bravío del rebotar de las bellotas en el rocío. A mis compadres del foro. Que se os de bien...