Esperas al Jabalí


Memorias de un Aborigen. El fantasma de la lluvia.

Autor Tema: Memorias de un Aborigen. El fantasma de la lluvia.  (Leído 5501 veces)

LOBACO

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Memorias de un Aborigen. El fantasma de la lluvia.
« en: Septiembre 21, 2015, 08:46:46 pm »
 A mi querida y sufrida esposa que sabiamente se ha resignado a soportar mis locuras.




-¡EL LOBO! ¡EL LOBO HA VUELTO!¡ALLÍ JUNTO AL BARRANCO ESTA APOSTÁNDOSE PARA MATAR!-
Los histéricos ladridos del corzo llenaron la quietud del monte los minutos previos al ocaso, mientras el cielo se preparaba para descargar a jarros su liquido y puro tesoro. La noche, esa noche húmeda y templada a punto de caer presagiaba una tragedia, una tragedia de lo más mundana en por aquellas sierras. El monte, el viento y la luna que de normal eran propicios a las presas acordaron que esa noche le había llegado el turno del cazador. Este miró al corzo sin inmutarse al tiempo que le perdonó la vida sin razón, aún así estaba allí para cazar.
<Lluvia, lluvia impertinente y cansada que traída por el frío y áspero viento terminará por mojar todas mis cerdas desde la cola hasta la jeta. Que placer desprenderse del calor de esta manera aunque después de ofrecerme un buen atracón de pipas pienso llegar a la poza y darles un buen masaje de barro. Ese corzo cobarde con el alboroto que ha organizado me las ha puesto de punta el muy canalla. Cualquiera diría que el hideputa del lobo ese es mucho más listo que yo y hasta capaz de darme muerte. Llevo tantos años esquivando a los hombres, sus perros, sus maquinas, lazos y añagazas que no voy a alarmarme ahora porque un lobo ande acechando en mi zona de careo. Los corzos son unos exagerados, debe ser porque su largo pescuezo los delata en cualquier siembra mientras que nosotros mucho menos ágiles, mas grandes y pesados andamos por donde queremos sin llamar la atención. Me apuesto mis negros cataplines contra su regia y cursi corona a que me harto de pipas y el lobo ni me barrunta. Soy capaz de acercarme por detrás darle un gruñido y largarme después escojonao perdío.>
Mientras el cochino se decide a bajar de la loma, bajo el tupido manto de entristecidos girasoles el cazador ha sacado el rifle de su maleta y envolviéndose en su pesado manto se ha hecho invisible, ha desaparecido en el mar de pipas.
Comienza de nuevo a llover, con fuerza golpeando las gachas cabezas de los carasoles arreciando la polifonía del campo. Sobre su cabeza se abre un pasillo de nubes que empujan la tormenta hacia el norte respetando su postura. Los truenos estallan muy cerca y las luces iluminan el campo con cada relámpago de una manera tan lúgubre que parece un bombardeo. Aún estando en medio no hay peligro alguno porque el aire esta noche además de ocultar su olor se llevará la tormenta muy lejos, sino cambia de idea. Hace pocos días que levantó el puesto por culpa de la tormenta pero entonces su cachorro le acompañaba y es demasiado valioso para ponerlo en peligro, pero esta noche está solo y la caza se presenta difícil. Intuye que es una prueba y debe superarla con nota así que un rayo resultará demasiado poco para obligarlo a desistir.
Tímida, sutilmente la luna asoma vergonzosamente por un costado de la inmensa boina de oscuras nubes que cubre al cazador. No se aprecia siquiera una estrella, espera verlas por algún claro del cielo con la esperanza de que el aire lo lleve hasta él. Pero Maese Ostro tiene otros planes para él y de momento llueve, le acaricia la cara y le susurra que aguante firme, como suele hacer. 
Un golpe sordo, una carrera segura y cercana le advierte al cazador que ha llegado la visita. A unos diez metros a la derecha se eleva un enorme majano que el tiempo transformó en húmedo.Todo él alberga una tupida junquera y en ella se ha refugiado el marrano que se mueve a su antojo dentro de ella. Va y viene por sus gateras removiéndolo todo, poniendo patas arriba cada una de las hierbas y las piedras que a su paso encuentra. La espesura le cobija por eso cuando sale por uno de sus lados aspira el aroma mojado de la noche para deleitar sus sentidos y asegurarse que está solo.
Continúa careando y formando escándalo, el cazador ya sabe a quién se enfrenta por sus maneras y modales. Pesado, fuerte, tosco, desconfiado y seguro de si mismo es un animal viejo y solo. Baja por el barranco que flanquea la junquera y se detiene muy cerca del cazador. Este le escucha, le siente muy cerca a su derecha un poco más bajo que él. Justo al volver lentamente la cara repara en su error. La hierba que bordea el cauce esta aplastada a tres metros escasos de su atalaya delatando la trocha por donde saldrá el animal si se decide. Está en un claro de la siembra, al descubierto con la luz suficiente para que el animal lo descubra a una distancia tan escasa. El corazón le da un vuelco cuando le escucha sorber de nuevo el aire y su mano bajo el pesado y adusto ropaje retira silenciosamente el seguro del arma. Se tensa sin mover un solo ápice su postura y sus facciones, si sale será difícil intentar un tiro rápido desde la cadera pero confía en algo mucho más sabio que él, su instinto. Tras un interminable momento que al cazador se le antoja un siglo el jabalí no ha salido.
La lluvia ha concedido una ligera tregua y la bestia debió creer que precisa de su amparo para salir al claro donde las negras simientes no alcanzaron a cuajar la vida. Donde sin duda sería un blanco fácil para cualquier enemigo suyo. También pudo ser que diferenciara el sonido de las gotas golpeando el maletín portarifle de manera distinta al girasol, un sonido desacostumbrado por aquellos lares. El cazador se relaja un poco sin distraer su oído de las evoluciones del suido centrando a la vez su vista en la charca que tiene frente a él. Ahí espera abatirlo, a unos veinte metros frente a su postura, por mucho que llueva el trasegar del animal ha de resultar inconfundible.
De nuevo la lluvia y un ligero cambio de postura para empeorar las cosas y reparar que el mando de accionar el foco al mínimo roce se enciende a su antojo. No ocurre nada extraño por ello, un destello blanco en mitad de la siembra bien puede pasar por un relámpago, mejor dicho cuatro. Caprichosos los cambios  del aire, ahora traidor sopla terciado hacía el cazador llevándole de lleno la tormenta. La tregua ha llegado a su fin, ha cambiado de idea, de forma y manera igual que el agua que arrecia y impide escuchar cualquier sonido. El cazador sigue inmóvil a pesar que llueven bombas de nuevo, los rayos se acercan y los truenos pretenden acobardarlo sin conseguirlo. Ni siquiera ha sacado la mano de su embozo para salvar el bocadillo que su esposa le preparó y ahora yace a su lado medio empapado sobre su mochila dando al traste con los esfuerzos de ella. Esta es su noche y tiene la oportunidad de demostrarse a si mismo que es capaz de abatir un verraco como el más curtido de los Aguardistas. A ellos debe mucho de lo que sabe y a ellos lo dedicará si consigue abatirlo.
Barranqueando el jabalí ha vuelto ha colocarse esta vez a su espalda, le rebasa y continúa hozando hacia abajo. Sube a la siembra de la otra orilla y se detiene. Le está mirando, el animal observa por momentos al cazador que bien puede parecerle un viejo apero olvidado o un montón de alpacas cubiertas al resguardo de la lluvia. No recela y vuelve a subir por el barranco hasta su trocha. De nuevo la tensión, los dedos apretando el arma y el codo presto como resorte dispuesto para destapar al cazador de un simple y veloz gesto. No sale el gorrino, en lugar de ello sube a la otra orilla y desde la siembra da un respingo y sale arrollando la vegetación que encuentra a su paso. Sin duda el aire ha llevado los efluvios del cazador hasta su jeta y ha barruntado peligro, el mayor de todos ellos por aquellas tierras.
El cielo ha cesado su llanto y el jabalí se ha alejado, ni tan alarmado para gruñir pero lo suficiente para poner tierra  y agua de por medio. El aire torna rumbo norte y el cazador está dispuesto a aguantar otro rato más. Quizá no sea el sitio más cómodo del mundo pero es su sitio. En mitad del campo solo,dueño de su destino y si regresa del gran señor de aquel monte, libre como pocas veces puede sentirse. Al menos eso le dijo la huella que halló en la charca por la mañana. Grande con los vértices abiertos y la guardas marcadas por el peso.
Otra vez la lluvia que esta vez vuelve a caer con fuerza y señala al cazador que es la mejor hora para retirarse. Ella con su musical cadencia cubrirá sus pasos y borrará sus huellas. Este se incorpora y blandiendo su fusil arrasa el mar de gigantescas flores que le hace isla anegandolo por los cuatro costados. Busca el brillo verde de unos ojos que le ayuden a encontrar su presa entre tanta negrura, no los descubre. Emite un gruñido y baja el arma, recoge sus trebejos, coloca su manto sobre su cabeza y hombros para protegerse, para descomponer su cazadora figura, dedica unas palabras quedas y se marcha.
-Esta noche has ganado tú, la próxima vez veremos-.
Desde lo alto del monte el jabalí ha podido observarlo todo, con las cerdas de punta ha visto la luz barriendo las siembras buscando su cuerpo y como con el apretón de agua ha desaparecido en la nada arrollando a su paso cada metro de pipas que entraba a su alcance. Allí a lo lejos todavía se ve entre las lluvias su tétrica silueta barrer las siembras  con la luz de cien lunas.
<Maldito corzo sarasa y cobarde, eso no es lobo ni hombre siquiera, es la propia muerte enmascarada. Es invisible cuando espera, no tiene rostro, solo su ácido y acre tufo a plumas, chuchos y espliego lo ha delatado en el último momento, cuando yo estaba decidido a subir a la siembra. Cuando acecha no hace ruido, ni se mueve, no esperas encontrarlo tanto tiempo después del ocaso y lo peor no teme acercarse a nosotros porque no es de este mundo. Es un fantasma que seguro volverá y matará sin piedad con su árbol de lunas.>
Poco a poco, con el cuerpo descompuesto y las cerdas tan hincadas que ni la densa lluvia es capaz de acurrucar, el cochino retoma cansinamente su vereda. En el fondo de su corazón espera no tener que volver a ver al fantasma de las cien lunas pero en el fondo sabe también que volverá.
 
Continuará.

Alguna foto.

https://cazadorenlaoscuridad.wordpress.com/2015/09/21/el-fantasma-de-la-lluvia/

Desconectado JUANFRAN

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Re:Memorias de un Aborigen. El fantasma de la lluvia.
« Respuesta #1 en: Septiembre 22, 2015, 01:10:57 pm »
Bravo LOBACO.  Tus narraciones van viento en popa a toda vela, surcando el monte cual velero bergantín como diría el poeta.  Adxemás, se ve que eres un cazador de raza.  Yo me hubiera vuelto a mejor cobijo nada mas sentir las primeras gotas en la calvorota.  A lo peor es ese mi defecto como cazador.  Soy demasiado comodón y siempre he pensado que al monte se va a disfrutar... pero, si no se disfruta, pues para eso están los libros y la TV en el salón de tu casa.  Una vez me cayó un rayo cerca y me duró el susto toda esa temporada.  Tuvieron que venir  a buscarme los amiguetes para sacarme de casa y volver... Y hablo de cuando tenía menos de treinta años, que parece que estas cosas se llevan mejor.  Que el jabalí te diera esquinazo tu, yo y muchos,  sabemos que es lo de menos.  Lo de más es juramentarte contigo mismo y decir:  "Ya caerás capullo".  y hasta que caiga o desaparezca del territorio.   

Desconectado lapuentenueva

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Re:Memorias de un Aborigen. El fantasma de la lluvia.
« Respuesta #2 en: Septiembre 22, 2015, 02:21:33 pm »
Cacho trozo peazo relato . te había leído esta mañana y lo repito tenéis una facilidad al contar que hace que lo veas y lo vivas como si estuvieras allí. Me gusta bravo lobaco . esperando me quedó la continuacion

Desconectado Manuel

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Re:Memorias de un Aborigen. El fantasma de la lluvia.
« Respuesta #3 en: Septiembre 22, 2015, 03:27:09 pm »
El Lobo, además de CAZAR, escribe maravillas para los que gustan de leerlas.
Gracias por compartirlas.  ;)

Desconectado VIEJETE

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Re:Memorias de un Aborigen. El fantasma de la lluvia.
« Respuesta #4 en: Septiembre 22, 2015, 10:15:30 pm »
como siempre TU ya sabes, encantado de leerte, sigue y suma un abrazo  ;)
solo me gustaría saber lo que no se

Desconectado fltzillva

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Re:Memorias de un Aborigen. El fantasma de la lluvia.
« Respuesta #5 en: Septiembre 22, 2015, 11:29:16 pm »
Alucinado, eres un autentico poeta narrador, muy buen relato a la espera de los proximosp ::)

Desconectado jose ignacio

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Re:Memorias de un Aborigen. El fantasma de la lluvia.
« Respuesta #6 en: Septiembre 22, 2015, 11:59:35 pm »
es un placer leer tus relatos, y deseando una nueva entrega

Desconectado Jack

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Re:Memorias de un Aborigen. El fantasma de la lluvia.
« Respuesta #7 en: Septiembre 23, 2015, 07:47:42 am »
Estupendo Lobaco, un relato genial.

Esperando la continuación.

Un abrazo.

Desconectado Buhogris

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Re:Memorias de un Aborigen. El fantasma de la lluvia.
« Respuesta #8 en: Septiembre 23, 2015, 02:26:49 pm »
Buen relato LOBACO  :).Gracias por compartirlo y darle vida a este apartado  ;).
"No subestimes a tu presa y prepara su caza,como el mayor de los retos"

Desconectado eduardo

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Re:Memorias de un Aborigen. El fantasma de la lluvia.
« Respuesta #9 en: Septiembre 23, 2015, 05:28:07 pm »
Buscaba hueco para leer el relato con tranquilidad. Ya lo he leído y me ha gustado mucho. Siempre sigo a los cazadores que escriben, no a los escritores que cazan y tú Lobaco, eres de los primeros mencionados. Un cazador que escribe. Un abrazo. ;) :)
Me dispuse a esperar a un macareno que no había dado palabra de acudir...

Desconectado adol

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Re:Memorias de un Aborigen. El fantasma de la lluvia.
« Respuesta #10 en: Septiembre 27, 2015, 11:16:51 am »
Otro tras el hueco, muy dificil te lo pones para ser arma de fuego, aunque asi ya llevaras redito cuando al fin cambies de arma.
Si abates la mitad de lo que tiras, eres muy bueno, pero si tiras, solo, a lo que puedes abatir, eres de lo mejor.
La caza, la pesca y cuidar nuestro entorno, son nuestras herencias, respetemoslas.

Desconectado lakota

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Re:Memorias de un Aborigen. El fantasma de la lluvia.
« Respuesta #11 en: Septiembre 28, 2015, 10:02:40 pm »
Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu........

Desconectado Juan José

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Re:Memorias de un Aborigen. El fantasma de la lluvia.
« Respuesta #12 en: Septiembre 29, 2015, 09:03:38 am »
Muy bueno y  gratificante relato, con pluma de cazador...

Desconectado tarteso39

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    • Antonio J. García
Re:Memorias de un Aborigen. El fantasma de la lluvia.
« Respuesta #13 en: Octubre 03, 2015, 08:41:46 pm »
Gran relato, compañero, y la portada...espectacular tu cazadero...a disfrutarlo... ;)
"Cuando se comparte una cosa, normalmente su valor se divide, sin embargo cuando se comparte conocimiento su valor siempre se multiplica"

LOBACO

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Re:Memorias de un Aborigen. El fantasma de la lluvia.
« Respuesta #14 en: Octubre 05, 2015, 09:04:21 pm »
Muchas gracias a todos, la verdad es que hay esperas que te marcan por su dificultad y emoción-
Seguiremos intentandolo.

 

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