Me presento:
Mi nombre es Ramón, y vivo en un pequeño pueblo del noreste almeriense. Siempre he estado muy cerca del campo, pasando muchísimas horas diarias en diferentes ocupaciones; en unas ocasiones trabajando y en otras disfrutando de los regalos que nos ofrece la Naturaleza y en base a la cual he organizado mi tiempo libre. Han sido, como he descrito, ocupaciones diversas, pero las sensaciones que el campo me transmite son siempre las mismas: un placer difícil de superar...
Casi siempre, el tiempo de ocio del que he dispuesto, lo he organizado de tal manera que la naturaleza ha tenido un papel estratégico, por eso la disfruto y la respeto como bien me han enseñado las generaciones más conocedoras de este espacio. De ellas, he aprendido cada secreto que conozco del campo, y poco a poco, han ido vinculándome cada vez más al mundo de la caza. Mis inicios en la caza, fueron muy especiales; acompañando cuando era pequeño a mi padre y mi tío a la captura de jilgueros con red. Esta modalidad, me ha acompañado durante muchísimos años, y siempre que puedo -aunque no tanto como antes- me intento escapar para disfrutar de un día de capturas. Me dediqué en cuerpo y alma durante años a esta modalidad, capturas, selección de ejemplares, educación al canto, concursos de canto por toda Andalucía y por supuesto, la puesta en libertad de los ejemplares que no reunían los cada vez más exigentes requisitos que se les pedía para formar parte de mi “equipo” de emplumados amigos para los concursos de canto.
Poco después, me inicié en la caza menor, gracias a uno de los mejores regalos que he recibido: mi fiel compañero llamado “Quico”, un epagneul bretón con el que mi novia se presentó una tarde de abril con tan sólo dos meses de vida. Ambos hemos ido aprendiendo juntos cada jornada que hemos pasado en el campo, y compenetramos nuestras fuerzas para ser uno. Por supuesto, no podría empezar mis primeros pasos sin una escopeta superpuesta que mi abuelo tuvo a bien de regalarme para iniciarme en el mundo de la caza. Y tras esto, di varias vueltas por diversas modalidades de la caza menor: torcaces, conejos, liebres, y alguna y muy esporádica perdiz que quedaba por la zona. Ahora, tan sólo practico dos, aunque no con demasiada frecuencia: la caza al salto de liebres y conejos, y por supuesto, la perdiz con reclamo, modalidad muy arraigada en mí desde pequeño gracias a mi tío, del que he aprendido cada secreto que conozco de las patirrojas en la época de celo.
Mis primeros pasos en la caza mayor, tuvieron lugar en una montería a la que acudí por invitación, y en la que, tras muchos disparos, no conseguí cobrar ninguna pieza por acudir con mi escopeta superpuesta. Tras esta montería, ahorre todo lo que un estudiante puede ahorrar para comprar un rifle, y poder disfrutar de la caza mayor con un arma más apropiada. Con el equipo básico, comencé en las esperas al jabalí, modalidad que me fascina y en la que disfruto cada minuto que paso disfrutando el ruidoso silencio que nos brinda la noche y sus hermosas criaturas. Me parece la única modalidad en la que el trabajo y esfuerzo, horas invertidas en el estudio del campo y la perseverancia, finalmente dan su recompensa. También, practico la caza en batida y montería de otras reses montunas, sobre todo las batidas de jabalí y algún que otro rececho tras los esquivos arruís, aunque me encantaría poder empezar a cazar un poco más en esta modalidad, que cada vez me gusta más.
Hoy por hoy, soy un amante del campo, la caza y por supuesto, de las armas. Caza y armas, son mis dos aficiones y las llevo a cabo siempre que el presupuesto de un estudiante de 22 años lo permite, que no siempre es asi...
Sin más que contar ante todos vosotros, me despido y espero no aburrir con mi carta de presentación, por ello pido disculpas si me he excedido.
Un abrazo para todos.
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