Esperas al Jabalí


CALZONES SUCIOS Y EL MAESTRO (CAP 3) Parte tercera de la trilogia

Autor Tema: CALZONES SUCIOS Y EL MAESTRO (CAP 3) Parte tercera de la trilogia  (Leído 10616 veces)

Desconectado Quatermain

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CALZONES SUCIOS Y EL MAESTRO (CAP 3) Parte tercera de la trilogia
« en: Septiembre 03, 2013, 06:38:45 pm »
Aquí os cuelgo la tercera y última entrega de Calzones Sucios, que irá en dos partes porque es mas larga. Espero que os guste.

CALZONES SUCIOS Y EL MAESTRO
Parece que los malos tiempos han pasado, o van pasando. La madre de Juana va para un año que falleció, y la hermana “chica” se vino a vivir con ellos al cuarto de los niños. Desde entonces la Juana está más tratable. Al contrario de lo que se pudiera  esperar se lleva bien con Teresa, que es como se llama la hermana. Por supuesto en el pueblo es “La Tere”, “La hermana la Juana”, “Tere, la de Juana”…, cualquier cosa menos Teresa. Se lleva bien con todo el mundo, no es mal parecida y como dice Mario “Da poco ruío”.
Villalba se está repoblando, y a más de la gente que viene a pasar los veranos y que han comprado casas, se han abierto dos bares, un pequeño supermercado, dos tiendas de venta de artesanía de la sierra, un “Centro de interpretación de la fauna y la flora silvestre” (eso que tan de moda está y que  hace falta para que la gente de ciudad sepa que los filetes no salen directamente en la bandeja de corcho blanco) . El colegio ha vuelto a abrir al tener varios niños a los que atender ya que algunas Parejas jóvenes se han establecido en el pueblo, y tienen niños en edad escolar. La carpintería, la ferretería, (que también ejerce de almacén de materiales de construcción) y el taller mecánico también van viento en popa.
En una casa que está frente a la de Juana y Mario, está parando un muchacho, poco hablador, pero correcto en el trato. Unos veinte años, no más, quizás veintidós.  Muy delgado, vive solo, y ha alquilado precisamente esa casa porque estaba algo apartada del pueblo y le gusta la tranquilidad. Es “Don Antonio”, el Maestro de la escuela.  Además de don Antonio hay otros tres maestros más que vienen de fuera casi todos los días. Pero el único que se ha establecido en el pueblo es él. Por este motivo todo el mundo le llama “El Maestro” o “Don Antonio” y los demás son… pues eso “los otros”. La mayoría de los días, don Antonio come en el bar de Juan, que ha vuelto a abrir en el mismo local.
Estando un día en casa, le dijo Juana  a Mario;
 -El maestro sale de su casa para ir a comer, anda vete y dile que estaríamos encantados de que coma con nosotros.
Don Antonio declinó amablemente la invitación, pero Mario y él pegaron la hebra un rato. Y mira por donde, el Padre del maestro, había sido cazador. Antonio, que ya le había pedido a Mario que le “apeara el tratamiento”, le comentó que de pequeño lo acompañaba de morralero, pero que nunca llegó a disparar porque antes de tener los años, su padre falleció en un accidente de coche. Aún guardaba los achiperres del padre pero no la escopeta, que tuvo que entregar en la intervención.
El maestro siguió su camino del bar, y Mario se quedó rumiando, que había encontrado un compañero de afición, y ya se sabe cuando dos “picaos a este santo vicio”, se juntan, el tiempo se para.
Un sábado cuando Mario le estaba dando una “cavada a las papas”, Antonio se asomó a la tapia del Huerto.
-¡Buenos días Mario!, ¡Que! ¿De faena?
-¡Guenos día Don Antonio!, ¡Pos yaveusté!...Aquí  agüecandole la tierra a las papas pa que respiren.
-Te he dicho Mario, que no me hables de “usted”.
- ¡Es condición, Don Antonio, se me hace dificurtoso, “hablarte de Tú”, que usté tié estudios! (Al final acababa alternando el “Tú” con el “Usted”).
- Que digo yo, Mario,… por aquí… ¿que se puede cazar?... porque …Usted… ¿aún caza, no?. (El maestro por respeto, …que la edad es un grado, y como Mario seguía con el tratamiento, también se dirigía a él en esos términos).
- ¿No vé?, Don Antonio, como  voy a hablarle de “tu” si  mismamente mestá  “usteando” a mí que no tengo letras ni ná.
-¡Bueno pues nos tuteamos los dos!, ¿Qué me dice?.
-¡Como usted tenga!. …Me izía…, ¿Qué si cazo entoavia?...eso je lleva en la jangre. Pero sí cazo, menoj  que me gustaría, pero cazo.
-¿Y donde tienes el coto?
-¿Er coto?...¿Que coto?... Er coto es la “jierra”, toa entera. Aquí lo mejón son los guarros. ¡Que de marranos hay en estos montes perdíos!. Hay una buena talegá de “Listos y enseñaos”. También hay “rejes” de pelo, pero a mí nomatraen, sarvo por la carne cuando hay necesidá. Gazapos hay menos, y pajaros ni por asomo se joyen.
-¿Y no tiene problemas con los civiles?
-Los jiviles me conocen. Hay un cabo nuevo con mala “jiga”, pero es más flojo “cunmuelle´guita”, y está reondo común zollo. Ajín que no enrea por el monte porque se “ajoga”. Los demá son güenas personas y no dan ruío… Cuando usted quiera hajemos unascapaita.
-Cuando “tú”… quieras…, Mario…
-¡No,  cuando austé le venga!¡ Fartaria…!
- No si te digo que me digas, “tú”, no usted. ¡Y ya la haremos, ya!. Que me he sacado el permiso y la licencia y me la dan en unos días. A ver si me apaño un arma en condiciones aunque sea de segunda mano. ¿Qué  me compro?. Usted que entiende…
-Mireusté, yodeso no entiendo una pizca. Siempre he tenio la mesma. Seguro quenla tienda le icen la mejón………. ¿Le jace un vaso vino?.(le ofrece en un alarde de “osadía” tras la pausa silenciosa,  y mirando al sol le dice) , ya jon las doce, y el Lorenzo pega de jerio.
- ¡Venga! ¡Vamos a echarlo!.
El maestro traspone la tapia de la huerta y juntos entran en la cocina por la puerta de atrás. En la cocina está Juana con “La Tere”, y ambas lo reciben con una sonrisa de oreja a oreja. Para la Juana  es una satisfaccion que el Maestro “principal” del pueblo vaya de visita a su casa, y Mario (El muy ladino) lo sabe. Después de una hora de cháchara, de varios vasos de clarete, y una buena porción de salchichón de monte con pan de hogaza, del que yá, por propio derecho tiene gratis también el maestro (-¡Que pan más rico tenéis aquí!), se despide don Antonio y queda en hablar más adelante con Mario. Este con dignidad, se encamina a dar de comer a las gallinas sabiendo que su mujer y su cuñada se comen las uñas por saber de qué habrán hablado.
-¡De que va a ser… ¡¿De que hablan los hombres? (Le dice Juana a Teresa) O de escopetas o de futbol… y a mi Mario, el futbol como que nó…


Unos días mas tarde, un viernes, después de las clases,  aparece Antonio por casa de Mario y encuentra a Juana con su hermana.
-¿No está Mario en casa?
-No, don Antonio. Ha salido. Estará con cualquier enredo suyo.  Le contesta la Tere, porque Juana está doblando sabanas y las tiene pilladas con los dientes. Inmediatamente suelta las sabanas y le dice: -¿Quiere que le dé recado de que vaya a buscarle?.
- Muchas gracias Juana,  estoy en casa.  Y el maestro sale camino de su puerta.
-Una hora mas tarde llega Mario, y de sopetón le espeta Juana:- ¿Donde andabas?. Ha venido a buscarte Don Antonio, que está en su casa, así que ya puedes espabilarte.
Como si acatara una orden sale de la casa y cruza la calle. Sabe que a don Antonio no le corre prisa pero así le hace el Juego (que a él le interesa) a Juana. Llama a la puerta y le abre Antonio.
-¡Hombre Mario!, pasa, que tengo algo que enseñarte.
Sobre la mesa hay una caja de madera, bastante plana y grandota.
-Es lo mas barato que he podido conseguir, pero me han garantizado que es bueno. Está en bruto y desmontado. Hay que montarlo y terminarlo. ¿Podrás ayudarme?.
Levanta la tapa, y a Mario se le ponen los ojos como platos. Está mirando un arma desmontada con la culata aparte en madera sin colorear ni barnizar. Mario sigue mirando alucinado sin atreverse a tocar, como un niño pequeño.
-Es un Santa Barbara de cerrojo del ocho milímetros. Paro hay que armarlo y arreglarle la madera. ¿Que tal se le dá esto, Mario?.
-¿No se me va a dar? Don Antonio, si jice la mili en los regulares der Aiún. A este lo vamo a dejá que ni pintao. ¡Menuo mosquetón sapañao usté!. ¿Pero como selan dao sin acabá?.
-A esto le llaman un KIT, para que uno lo acabe y personalize a su gusto, y así sale mas barato.
-¡Pos vaya con el “KI”.
En menos de lo que tarda en contarse, Mario tinta la madera con crema marrón de zapatos, se fabrica una muñequilla de trapo y con el mismo barniz con el que el maestro está dándole a las viejas  ventanas, un barniz mate incoloro, le pega una pasada de muñequilla a la caja del rifle.
-¡Ha quedado de escándalo! Dice Antonio.
-¿Como “caquedao”?. Ahora hay que darle lija fina, que ya tiene los poros tapaos. Y endespué otrapasá de muñequilla. Primero tié que secá der to.
Y coge el cañón con el cerrojo y la acción y lo arma todo como si fuera un “marine”. Antonio está como alucinado con Mario.
-¡Cuantos no habrás montado tú de estos!...¿No?
-¿Destos?... este ejel primero que jarmo. (Está feliz como un niño con un camión nuevo). ¿Y como andamos de munición?.
Antonio saca una caja de cartón duro y basto, de la real fábrica de Santa Bárbara en la que solo pone en un papel blanco pegado en la tapa. “Munición deportiva- 40 cartuchos- cal. 8x57- punta blanda”. Dentro hay ocho cajitas mas pequeñas, como de tabaco, con cinco cartuchos cada una. Le pasa la caja a Mario, que la abre y exclama.
-¡Joer ¡ Don Antonio, ¿a quien le vamo a declará la guerra?.
Cuatro o cinco días más tarde el rifle está, como si fuera salido de la mismísima Holland&Holland.
¿Qué?... ¡Ha quedao pañao!...¿No?. Si el braniz es muñeca y lija, muñeca y lija, muñeca y lija y jeso que no teníamos goma-laca, sinó zentera usté.  Gueno pos en abrá que tentarlo. Jay un rastrojo abajo´l pueblo, que tié entoavia las pacas esperdigá. Je lo digo a los der cuartelillo y jin problema.
En el rastrojo, a cincuenta metros con un muro de pacas detrás, ponen a tiro el rifle, cuatro tiros y está fino como el coral.- Vera cuando er Venancio le dé de comé a las mulas las paca con el plomodentro. Le van a pesá laj patas, ¡Jajaja! Y se limpia de la grasa del rifle en los pantalones. Está disfrutando y el maestro también.
Despues de recoger los chismes, se sientan en la terraza del Bar de Juan, bajo la parra, previo el permiso de Juana. –¡Juana que me voy con Don Antonio al Bar que me va a convidá por unas faenas!.
 –¡Está gueno. Dile que se venga a comer!.
-¿Qué ha dicho Juana, Mario?
-¡Na!, Nojotro a lo nuestro.
- Bueno Mario… y ahora…
-Puej  D. Antonio… como yo que me guipaba que, entendriamo que probá el mosquetón, cuando lo acabase… he subio argunas tardes a la sierra a ver como se mueven los bichos. Tengo, maj o meno controlao a un “listo” que ya melajugao otras veces.
¿Qué es un “Listo”, Mario?.
-¡Pos quevajé!,… ¡Un guarro que jabe Latín!, ¿pos no son listos la gente que sabe latines?... pos jeso…¡Un listo!.¡Un guarro que jabe Latín!. 
Ya lecho varios, aguardos, y melajugao. Una vez le dí er tufo, otra vez me oyó los ruios de tripas de cerca que lo tenía, pero a ese loquivocamos  nojotros, y cuando lo quivoquemos je entera, ¡amos que ji jentera!. A ejte marrano le farta una pezuña y piza con el muñón. Deja una pisá inconfindible.
-Mario hable más despacio, que el que no se entera de la mitad de lo que dice soy yo.
-Isculpe usté, Don Antonio, es que de tanto hablá con las bestias, se embrutece uno… Pues pasaomañana cai un picoluna vamo a por el listo.
-¡Hecho! Subimos en mi coche hasta donde tu digas y luego nos vamos andando.
-Ejo de subí en er coche nosvá a´horrá mucho tiempo. Usté cójase una manta, quentra tarde er mocito, y ya refresca.
-¿Llevo algo de comer?.
-Deso mocupo yo. Usté ocupese der mosquetón y dechá unaj cuatro o cinco balas, no se orvide. Me voy a llevá una lintennilla de petaca por ji no vemos ná. Cai poca luna a esa hora.
Ah, y si jablo mal usté me corrige, que ejo es lo gueno de tené conocios bien instruios.
-Está bien Mario, yo le corrijo, pero lo primero es que hable despacio.
-Poos…hablaaré… maas despaajio, ji usteeeé lo dijee. A vee sii ej pojibleee queee usteeé me rejinee un  poco.
El maestro enarca las cejas y piensa…-Esto sí que va a darme trabajo…


Han ido en varias ocasiones a distintos sitios, sin suerte.
-Don Antonio, tié que moverse menos en er puesto que nos guipan enseguía.
-Mario, “Tiene”… no tié.
-¡Pos eso, que “tiene”, que menearse menos… ¿mentiende?.
-Te entiendo, Mario. Aprendo cada día de tí, pero tienes que tener paciencia, que son muchos años de ciudad.
-Yo tamién aprendo dusté, Don  Antonio, que ya voy hablando mejón. La Juana me lo dice.
Con el maestro, Mario tiene patente de corso de Juana para ir a donde quiera. Juana pierde pié con Antonio. Se diría que quiere, acercarlo a  su hermana, que es dos años mayor que él pero no lo aparenta.
-Hoy vamos  a ir donde el listo mancón. Y hágase a la idea de está toa la noche si jace falta, Don Antonio.
-“Toda” la noche, Mario, si hace falta. (Le corrige)
-Pos eso he dicho… Don Antonio… Gracias…De la merienda me encargo yo. Usté apañese una manta que abrigue bien y algún catrecillo, que yo me siento en un cacho piedra, pero son muchas horas pa usted… Si acaso…traiga también un poco clarete, de casa Juan.
« Última modificación: Marzo 20, 2014, 03:16:35 am por adol »

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL MAESTRO
« Respuesta #1 en: Septiembre 03, 2013, 07:39:38 pm »
Vida de pueblo sana y llana, como siempre ha sido.

Me gusta este relato, Quatermain." Ej cohonúo", como diría "er Carzone".
Este Mario es un personaje entrañable. Lástima que se acabe la saga.
Apuesto porque al final le enchufan a la cuñada, al bueno del maestro.

Gracias, Quatermain, por tu dedicación.
¡Larga vida a la caza!

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL MAESTRO
« Respuesta #2 en: Septiembre 03, 2013, 08:55:49 pm »
Don Antonio encantao de la vida y Mario pues aun mejor.

Tie to la pinta lo de la cuña  ;D  vamos que tie to las papeletas, solo falta el cura.

Al listo o como diria Mario, al latino este uffff que poquito le quea :)

Un saludo y esperando como el que espera el postre.

   
"Para tener enemigos no hace falta declarar una guerra; solo basta decir lo que se piensa".

Martin Luther King

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL MAESTRO
« Respuesta #3 en: Septiembre 04, 2013, 12:31:02 pm »
Joe con Calzones Sucios
Me encanta !
Una gran amistad se ve venir entre Mario y don Antonio
Una pena que estos relatos se acaben 
Enhorabuena como siempre compañero
Saludos

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL MAESTRO
« Respuesta #4 en: Septiembre 04, 2013, 12:55:52 pm »
El calzones sucios este es un crack! nos tiene a todos enganchados con sus hazañas!

Sigue así Quatermain!!

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL MAESTRO
« Respuesta #5 en: Septiembre 04, 2013, 05:26:22 pm »
Que buenos ratos nos está haciendo pasar Mario y sus andanzas... en esta última me he reído mucho, y es que eso de hablar despacio no es lo de Mario, lo suyo son los "listos", y los "claretes".  ;D
Buenísimo Quatermain!!!
saludos.

Desconectado JUANFRAN

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL MAESTRO
« Respuesta #6 en: Septiembre 06, 2013, 11:56:35 am »
Coño QUATER ahora que nos "haj arrimao er caramelo egte" no nos cortes el suministro a las primeras de cambio.  Además, ahora que la reciente amistad entre el maestrito joven y el Mario (que gran compenetración se adivina entre el conocimiento "formal" y el que proporciona la vida misma) promete tanto.  ¡¡¡Ante Quater,  ... sé bueno y sigue...!!!

Desconectado Quatermain

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL MAESTRO
« Respuesta #7 en: Septiembre 08, 2013, 06:09:06 pm »
Perdonad que haya tardado tanto en continuar el relato, pero  he estado acabando mis vacaciones y he estado de viaje. Aquí os dejo el final del relato. Espero que os guste.



Mario está a las seis y media sentado en el poyo de la puerta de la casa del maestro. Como habían convenido. En una talega lleva la merienda prometida, y cruzada a la espalda lleva La Perra. La Perra es como él llama a su escopeta de siempre. Debe ser por lo de los perrillos. Don Antonio aparece en el umbral de la puerta, con su “mosquetón”, un macuto nuevo, de cuero todavía claro y un catrecillo también impoluto. Lleva también una manta en colores poco discretos y mira a Mario como pidiendo la “venia”. Mario por su parte mira la manta y solo le dice, que no se preocupe que no hay casi nada de luna, mientras  agita en el aire suavemente una linterna de chapa estampada de petaca.
-Buena pinta tié el zurrón ese, labrá costao un capital.
-No tanto, lo que ocurre es que está demasiado nuevo.
-Eso tiene solución, ya verá como envejece solo, lo joio es lo contrario.
Se levanta con parsimonia, y le pregunta enseñando la talega…
-¿Trajo el clarete?, que ensinó la panceta no va a ve quien la pase, ques de la salá. Vamos a ir a la sierra pero a otro sitio que nunca antes habíamos estao los dos. Es una poceta onde se baña el guarro mancón. He visto sus pisás en el barro. Como jace caló, es faci que entre temprano. (Hay veces que se le olvidan las correcciones y se le cierra el habla). -A primera hora (sigue diciendo) nos pondremos en la poceta, y si no aparece nos subimos a lo altol cerro, pa dar vista a unas terrazas de almendros que hay en la ladera de atrá. He limpiao la vereita y no vaos a jacé na de ruio. Los almendros está llenos de cascaras de almendras que se comen los marranos. Y de recogia volvemos a la baña.
-¡Buén plan!, responde Antonio.
Suben en el “dos caballos” de Don Antonio, y conduce hasta donde acaba el carril para los vehículos de cuatro ruedas. A partir de aquí, son veredas de bestias o para ir andando.
-Orille “la montura” bajo el chaparro ese de la izquierda, y asín no estorba.
El maestro aparca el coche bajo la encina y quita la llave del contacto. Recogen los chismes y empiezan a andar en dirección a la poceta. La baña está en el bajo de un pilón que está en un clarete de las encinas del Jacinto. En estas encinas engorda el Jacinto unos cuantos marranos para la matanza, pero todavía no hay bellotas y por tanto no hay guarros caseros. El pilón rebosa por la parte más baja, y forma como a unos cinco metros un charco, que los guarros caseros han convertido en bañeta de lujo para los montunos.
Se colocan en la sombra de uno de los chaparros centenarios, como a unos veinte o veinticinco metros de la baña. Mario lo primero que hace tras poner las piedras para sentarse, es cargar la escopeta. Le mete unas balas nuevas de Orbea que le regaló el maestro. Deslía el papel de estraza de la panceta y apaña un trozo de pan.
-¡Saque el clarete Don Antonio!, que hay que merendar antes que los marranos anden cerca y nos barrunten.
Mientras corta una rodaja de pan, coloca una loncha generosa de panceta encima y se la ofrece al maestro. Este le pasa la botella de clarete. Meriendan como dos “párrocos” y quedan mirando a la baña.
Una hora mas tarde, aparece un guarrete directo a la charca.
-Mario, ahí está (susurra el maestro).
- Déjese, Don Antonio, ese es chico, y tiene los cuatro “zapatos”.
El guarrete, que está gordo como un zollo, y al que Mario en otras circunstancias le habría disparado, se zambulle en la poceta, y después de sacudirse se marcha tan tranquilo.
-Hoy estamos aquí pa que mate usté al mancón. Ques un guarro viejo, un enseñao, a ese no lo mata cualquiera.
Pasan un par de horas y “no se baña nadie mas”.
-Coja los chismes sin jacé ruido, que nos vamo a los almendros.
Suben por la vereda. El maestro detrás de Mario, intentando pisar en el mismo sitio que su amigo, e intentando no hacer nada de ruido como él. Imposible, sus pasos son pocos ruidosos, pero los de Mario son como si flotara, no suenan nada.
Trasponen el cerrete, y Antonio tiene que creer que está frente a los almendros que dijera Mario, porque no ve una patata.
-No se preocupe que cuando entre, yo le hecho la luz y usté le dispara, a plena satisfacción (El mismo se admira del vocablo que ha usado. Hay que ver lo que está aprendiendo con Don Antonio).
Se sientan y al poco oyen comer almendras. Don Antonio se pone nervioso y sube el rifle esperando a que su amigo dé la luz.
-Baje el mosquetón Don Antonio, que esos que están jamando, no son de los grandes, y se va a cansá pa cuando haga farta.(susurra Mario)
Se arrebujan en las mantas porque está refrescando. Los marranetes terminan de comer y se marchan. Todo queda en silencio. Mario de vez en cuando, se estira un poco a escuchar, y después de mover la cabeza vuelve a la posición de reposo.
-¡Un zorro! Dice
-¡Ah!...¡Ya!, responde Antonio,  que no ha escuchado absolutamente nada.
A las cuatro de la mañana, Mario mientras arregla las orejillas de la escopeta que por el relente están un poco mustias, le dice al maestro:
-Nos vamos a la poceta otra vej, queste se baña antes de encamarse seguro.
-Lo que tú digas Mario. Antonio está entregado y admira la sabiduría del hombre de sierra. (Quien estará aprendiendo de quién, (piensa), seguro de que el que aprende, es él mismo).
Colocados en la poceta de nuevo, a las cinco y media, Mario toca levemente el brazo de Don Antonio, y señala con la punta de los caños de la “Perra” a un punto a la derecha del pilón.
La silueta se recorta bastante mejor de lo que esperaba Mario, no hace falta la linterna, le hace una seña al compañero para que vaya apuntando cuando el cochino pasa por detrás del pilón y se tapa. Don Antonio apunta y Mario espera oir el disparo cuando vuelve a aparecer el guarro que tiene una cojera clara. Pero este no se produce.
-¡No lo veo!, le dice por señas a Mario.
-¡Se va a meter en la baña! Susurra Mario. No le tire en la baña, espere a que salga y se sacuda.
El Listo se mete en el barro, y tras cinco minutos de barreo se levanta. Mario le indica a Don Antonio que dispare. El maestro apunta, pero sigue sin verlo. Mario espera el disparo…espera… espera…espera… y ¡¡Pummm!!... El guarro cae sobre sus patas… Los dos se miran fijamente, Don Antonio asombrado, Mario como con sentimiento de culpa. El perrillo derecho de La Perra, está bajado y el rifle de Don Antonio no humea. Mario solo acierta a decir:
-Es que… siva a dí…
- No te preocupes Mario…que no lo veía… como está tan oscuro… esperaba que dieras la luz…pero no importa… lo importante es el momento que hemos vivido.
-Mario tiene la sensación de haberle robado a su amigo el lance (y cuando se entere la Juana que nopodio asujetarme…verás…tenía ca vé esperao…pero sabia bañao y siva a dí).
La claridad previa a la amanecida les permite admirar la categoría del guarro, el maestro está exultante como si lo hubiese matado él. Mario orgulloso de haberle ganado la partida al mancón pero con la conciencia revuelta por haber disparado él.
Juana nunca supo quién disparó. Asumió que había sido el maestro y este nunca la desmintió. La carne incomestible, por más que la bañaron durante dos días en leche. Al final para los perros (es lo que tienen los guarros grandes).
Unos meses más tarde destinaron al maestro a la capital, pero se las agenció con el cabo, para poner el Santa Barbara a nombre de Mario, lo que a este emocionó más que si hubiese sido padre con sesenta años.
-Así siempre estará en condiciones para cuando venga de visita(Le dijo Antonio a Mario). Y en cuanto tenga  un cochino localizado, me echa el teléfono, ahora que ya tiene, y me vengo para aquí en un segundo.
El mismo día que se marchaba, Mario le dio una tablilla con los colmillos del Listo Mancón y una chapita que ponía: Don Antonio y Mario/  2-09-1959

FIN



Desconectado POLAINAS

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL MAESTRO
« Respuesta #8 en: Septiembre 08, 2013, 10:29:33 pm »
Coño, 2/09/1959, en esos días nací yo! :)

Enhorabuena, Quatermain. Al final, al bueno del Calzones, le pudo la afición, pero supo enmendarlo con el regalo de la tablilla ya arreglá.

Y la hermana de la Juana... pa vestir santos.
Me ha encantado conocer a estos personajes. Gracias por traérnoslos.

No trastea na el Mario este, toa la noche da'quí pa'llá!  :D
« Última modificación: Septiembre 08, 2013, 10:31:55 pm por POLAINAS »
¡Larga vida a la caza!

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL MAESTRO
« Respuesta #9 en: Septiembre 09, 2013, 10:42:24 am »
Una vez mas,no queda otra que felicitarte por este fantastico relato  :),mezcla de experiencia y anecdotas serreñas  :D.Muchas gracias por compartirlo  ;).
"No subestimes a tu presa y prepara su caza,como el mayor de los retos"

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL MAESTRO
« Respuesta #10 en: Septiembre 09, 2013, 11:45:25 am »
Enhorabuena Quatermain!!!

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL MAESTRO
« Respuesta #11 en: Septiembre 09, 2013, 02:35:53 pm »
Todo un placer leerte compañero Quatermain
Enhorabuena

Desconectado adol

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL MAESTRO
« Respuesta #12 en: Septiembre 09, 2013, 03:54:54 pm »
Que pena que se acabe la historia con lo que hemos gozado, acerte a que habria tres entregas, pero habran mas historias.................
Si abates la mitad de lo que tiras, eres muy bueno, pero si tiras, solo, a lo que puedes abatir, eres de lo mejor.
La caza, la pesca y cuidar nuestro entorno, son nuestras herencias, respetemoslas.

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL MAESTRO
« Respuesta #13 en: Septiembre 09, 2013, 04:21:46 pm »
Un final inesperado pero un buen final al fin y al cabo,no tanto para el mancon que fue su ultimo baño.

Enhorabuena y te felicito por el fantastico relato hornetman, gracias por tenernos en ascuas.

Un saludo. 
"Para tener enemigos no hace falta declarar una guerra; solo basta decir lo que se piensa".

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Re:CALZONES SUCIOS Y EL MAESTRO
« Respuesta #14 en: Septiembre 10, 2013, 09:47:30 am »
Perfecto QUATER, como siempre.  Buena simbiosis hacen el maestro de las letras y el maestro de la caza (yo me quedo en cualquier caso con el segundo).  Pero.... ahora que estas en la racha.... sigue con la saga.  Aunque solo  sea para enseñarnos como limpia el Mario y "tunea" el mosquetón del maestro y le avisa de que hay un nuevo listillo presto para ser esperado.  Defínitivamente no encuentro los datos de tu correo electrónico que, creo, me enviaste en alguna ocasión con motivo de la compra del CZ 550.  Si me los envías, de nuevo, por privado, te enviaré las fotos del Ruger nº 1 con el "arreglito" de Pedro Vargas (ya han venido los informáticos a la oficina).  Saludos maestro.

 

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