EL RUBIO EN LA DEHESA
A pesar de que todavia es de dia,la Luna creciente levanta el vuelo en el cielo,cuando consigo espabilarme de mi descanso diario.Los primeros frios comienzan a notarse,pero todavía los parasitos pueblan mis cerdas que se entreveran con la borra que me protejera del crudo frio invernal.Me apetece bañarme por encima de todo.Me vendrá bien antes de comenzar a buscar mi alimento diario.
Hace tiempo que “La jara”,una vieja cierva conocedora como pocas de esta sierra y sus alrededores,me comento que alla abajo,en la dehesa,discurre un arroyo de frescas aguas,a donde acude muchas tardes,acompañada de sus hijas y sus gabatos,para calmar su sed y alimentarse con los ricos pastos que crecen a su vera.
Me agrada la idea de darme un buen baño en ese arroyo y rebozarme en sus barros.Seguro que allí encontrare una buena encina en la que frotarme para desprenderme de mi molesta carga de parasitos y aliviar mis picores.
Hace tiempo que ya no se oyen berrear a los venaos y seguro que las bellotas,abundantes en esa zona,deben de haber comenzado a caer de las encinas.Asi que,con un poco de suerte,me aseo y me alimento en la misma zona,que la noche tiene sus peligros y no conviene moverse mas de lo necesario.
Los plateados rayos de la Luna,arrancan brillantes reflejos por doquier,en mi descenso hacia la dehesa.Las paradas para escuchar son constantes,pues sopla un poco de viento,que procuro llevar siempre hacia mi jeta,pero que me tiene un tanto intranquilo.
Desciendo de la sierra,buscando las sombras que me cobijan de la brillante luz de la Luna,que cada vez mas alta,deja al descubierto todos los secretos que guarda celosamente,la noche en el campo.
Mala combinación la de esta noche para mi campeo.Demasiada luz y demasiado viento para mi gusto.Pero si no bajo la guardia,la recompensa que me espera puede que sea buena y solo con pensar en esas dulces bellotas que tanto me gustan,mi animo se mantiene firme mientras avanzo.
El repentino chasquido de una rama,me hace detenerme en seco.Las largas cerdas de mi lomo,se erizan cuando oigo rodar unas piedras.
Por mas que me esfuerzo,no consigo detectar con mi olfato mas que un olor que todavía no consigo precisar de quien procede.Pero me resulta conocido y aunque no asocio peligro alguno a ese olor,mi instinto me obliga a mantenerme alerta.
Gracias a mi privilegiado oído,ya he conseguido ubicar la procedencia de los ruidos y con un pequeño rodeo,no tardo en descubrir a quien los produce.
Se trata de un rollizo tejon,que da un respingo al percatarse de mi presencia y se me queda mirando de forma amenazante,mientras mastica unos granos de maíz que atiborran su boca.
-Tranquilo tejon,que ese maíz no es de mi agrado.Y no es porque no me gusten esos dorados granos.Lo que no me gusta es quien los pone ahí y mucho menos sus intenciones.
-¿Qué quieres decir con eso?
-¿No te parece extraño que ese maíz aparezca cada dia debajo de esas piedras?
-Pues ya que lo dices,muy normal no es.Pero a mi me viene muy bien para calmar un poco mi glotonería.
-Pues por si no lo sabes,es el hombre quien deja ahí ese maíz.Asi que ten cuidado,no te vaya a costar la piel esa glotonería tuya.
-No pierdas cuidado,que mis fuertes dientes no parecen interesarles a los hombres.Aunque no entiendo el porque,andan como embobados tras unos colmillos como esos que teneis tu y los tuyos.
Dejo al tejon con su ansia por alimentarse,pensando que hoy ha tenido suerte de no tropezar con el hombre.Pues aunque se que no es a los de su especie a quienes persigue,mas de uno ha pagado cara su osadia,cayendo por el fuego del hombre.
Mi avance hacia mi baño,se ve interrumpido un par de veces por el repentino vuelo de las perdices,cuyo rápido aleteo,resuena en el silencio de la noche de forma escandalosa.
Parece que el viento que soplaba al comienzo de la noche se ha calmado,cuando el canto del búho,me hace detenerme de nuevo y realizar una nueva escucha.Ya veo perfectamente la gran mancha de pasto salpicada de multitud de puntos que deben ser las encinas.Por medio de la gran mancha,se ven relucir algunos tramos.Con toda seguridad,eso que reluce,ha de ser el arroyo al que se referia “La jara”.De camino al arroyo,mientras avanzo amparado por las sombras de encinas y lentiscos,voy haciendo la cata de las bellotas que encuentro a mi paso bajo las encinas y ya he localizado un par de ellas,que destacan por la dulzura de sus frutos.Lo malo es que están bastante alejadas del monte,al que me gusta tener cercano por si hay que emprender la huida precipitadamente en caso de peligro.Pero seguro que encuentro alguna que me ofrezca la seguridad de un rápido escape.
Tras asegurarme que no hay ningún peligro,llegar al arroyo y meterme en sus aguas,ha sido todo uno.¡Que placer sentir la frescura de sus aguas sobre mi ardiente piel!
Meto la jeta en el agua y remuevo con ella piedras y barro mientras avanzo por el arroyo,arropado por el carrizo y los abundantes juncos.Las ranas que hasta hace un momento ponían la nota musical con su monótono croar,ahora saltan por delante de mi mientras algún que otro cangrejo,acaba en mi estomago en mi paseo por el agua.
El arroyo se ensancha al tiempo que sus aguas se remansan al llegar a una zona de espeso carrizo,en cuyo centro,una pequeña playa escondida,me ofrece la seguridad necesaria para embarrarme.No se que me da mas placer.Si el hecho de embarrarme o el pensar que gracias a el,muchas de las garrapatas que ahora quedan atrapadas en el,acabaran pegadas al tronco de la encina,donde tengo pensado restregarme en cuanto acabe mi baño.
Bueno,ya esta bien de barro,que la noche esta avanzada y casi no he comido nada todavía.
Mientras continuo buscando donde frotarme,un bulto a lo lejos,llama mi atención al comprobar que se mueve.Mi vista no es lo suficientemente buena como para distinguir bien de que se trata,pero sus movimientos captan mi atención inevitablemente.
A medida que me voy acercando dando un rodeo para evitar la delatora luz de la Luna,mi jeta capta unos efluvios que reconozco inmediatamente.Desde este momento,abandono la idea de restregarme contra un tronco e incluso de alimentarme.Ya solo ansio estar junto a esa fuente que emite ese embriagador perfume.No hay ninguna duda.Aquello que se mueve bajo la encina,es una hembra en celo y me es imposible resistirme a su atracción.
Ya desde una cercana encina,la escucho masticar bellotas,pero es el olor que desprende,lo que me lleva finalmente hasta ella.
En cuanto me pongo a cubierto bajo la sombra de la gran encina,me quedo paralizado.Efectivamente,el olor es el de una hembra en celo.Pero tiene unas hechuras muy extrañas para mi.Su pelo es muy corto,sus orejas son muy grandes y caídas y su rabo se enrosca sobre si mismo de forma ridícula.Pero por encima de todo,me resulta extraña por su tamaño,que supera el mio ampliamente.
Pero no puedo evitar la atracción,mientras ella permanece comiendo sin alterarse.Me aproximo a ella lentamente y se aparta con un gruñido.Lo vuelvo a intentar con mas cuidado y le olisqueo al tiempo que le doy un ligero toque en la paleta con mi jeta.Continuo por un tiempo con la misma estrategia y tras unos toques mas,mi boca se cubre de blanca espuma y en un nuevo contacto con su boca,la deja prácticamente inmóvil.Una fiebre incontrolable se apodera de mi en ese momento y guiado por mi instinto,me lleva a montarla durante un buen rato.
La monta ha sido tan placentera para mi,como cuando he montado a “La sombra” o a cualquier otra hembra de la sierra,pero sigo dándole vueltas a esa hechuras tan extrañas,mientras voy comiendo algunas bellotas,camino de la sierra,en busca de la protección de mi encame.
Escudado ahora ya por el mar de jaras,continuo mi campeo hasta que doy con un olor conocido.No cabe duda que es un olor conocido,pero no tengo muy claro a quien pertenece.La curiosidad me lleva a seguir esa trocha,persiguiendo ese aroma hasta que llego a la cuerda.
El olor me llega cada vez con mas fuerza y un poco mas abajo,me ha parecido oir algo.Continuo avanzando con cuidado,extremando las precauciones y en un pequeño claro entre la espesura del jaral,me encuentro al joven jabalí que acompañaba a “El cojo” en sus visitas a los cebaderos.
Anda ocupado en alimentarse con los restos de uno de esos malditos perros.Seguramente sea uno de esos a los que “El afilao” puso fuera de combate durante la batida.Mi aparición le sorprende tanto,que no puede evitar una arrancada buscando la protección de las jaras.Sin duda la muerte de “El cojo”,le ha enseñado una lección que difícilmente olvidara.
Me pongo a olisquear los restos mientras oigo a pocos metros,al joven jabalí moviéndose nervioso entre el matorral.Timidamente asoma su jeta mientras me observa desde las jaras.
-¿Piensas quedarte ahí todo el tiempo o vas a salir de una vez?
Pero en lugar de acercarse,cruza el pequeño claro en una rápida carrera,situándose en el lado opuesto.Yo continuo a lo mio,sin hacerle el menor caso,mientras el ,comienza tímidamente a aproximarse.
-¿Eres ese al que llaman “El rubio”? me pregunta dudando si acercarse mas o salir corriendo definitivamente.
-Si,soy yo.¿Tu eres el que andaba con “El cojo”,no?
-Si,Tu lo has dicho,andaba.Pero eso ya se acabo.Un disparo del hombre,acabo con su vida en un cebadero.
-Si,lo se.Yo mismo fui testigo a poca distancia,de su final y de como tu salvaste tu vida.Tuviste suerte esa noche,de dar con un cazador experimentado.De otro modo.ahora no estarías aquí y serias tu el muerto en lugar de “El cojo”.
-Lo que no entiendo es porque no recibi yo el disparo.¿Que es eso del cazador experimentado?
-Como te he dicho,esa fue tu suerte.Cualquier hombre apostado en las cercanías del cebadero,te habría disparado a ti,rápidamente y sin dudarlo.Solo buscan sumar una pieza mas y el reconocimiento de los que son como ellos y las menos de las veces,unos cuantos kilos de carne para alimentarse.En cambio.el cazador veterano,disfruta observando tus evoluciones en el cebadero.Se recrea en ello,esperando pacientemente la entrada de un buen macho de grandes colmillos,al que no duda en abatir.No desprecia su carne,ni mucho menos,pero siente un embrujo que soy incapaz de explicar,por unos buenos colmillos.Los he visto dejar marchar a grandes hembras con muchas arrobas de carne por no tener colmillos,cuando seguro que su carne es mas tierna y mas sabrosa que la de un viejo verraco.
-Vaya,nunca pensé que fuera eso lo que buscan.Siendo asi,todavía me quedan muchas lunas para estar en peligro.
-Te equivocas jovenzuelo.Como te he dicho,esa es la forma de proceder de un cazador experimentado.Pero los novatos e incluso algún veterano,no dudaran en matarte si les das la ocasión apareciendo por sus cebaderos.
-Pero no lo entiendo.Si apenas asoman unos centímetros mis colmillos ¿Qué peligro corro entonces?
-Te repito que hay hombres que buscan la dificultad del lance antes que la carne o el numero de piezas.Y eso se supone que lo da un buen macho entrado en años,que como es normal,llevara en su boca,un buen par de colmillos.Anda,acércate y sigue con tu comida sin miedo.Sera mejor que te alimentes con esta carroña,a que te la juegues en un cebadero por un puñado de maíz.
Quedate Rubio.Come tu también cuanto quieras y déjame acompañarte después.Me vendría muy bien tu experiencia para poder llegar a ser un gran jabalí como lo eres tu.Ya le demostre mi lealtad a “El cojo” y ahora te la ofrezco a ti.
-Ni hablar.Me niego a comer los restos de un chucho traidor y no quiero a nadie a mi lado.Busca a otro como “El cojo”,que necesite a alguien a su lado para buscarse la vida,que yo prefiero apañármelas solo.
Con un sonoro gruñido,he puesto fin a la conversación,siguiendo mi camino en solitario,como a mi me gusta.
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