Terminando de leer el relato de la primera espera de Jmak... me he dicho. Voy a contar la primera mía.
Sería por el año 94-95.
Me acuerdo, que estaba con el permiso de armas recién sacado, ya que mi padre no me había dejado tenerlo antes. No se por qué, ya que entonces tenía yo las muelas del juicio y me consideraba muu formal, pero que naaa hasta que no tuve la mayoría de edad y me lo saqué yo, no hubo na que hacer.
Para entonces me regaló mi primer rifle y me lo dijo así, he estado en la armeria de fulanito y he visto unos cacharros que me han gustado y he pensado en regalarte uno. Si quieres vamos a verlo y escogemos que tiene varios.
Yo estaba loco de contento, mi primer rifle y encima me lo regalaba mi padre, que contento.
Fuimos a la armería y vi la preciada joya.
Que horripilante y feo que era, un mosquetón del ejercito, que el de la armería comentaba que eran una joya y que tenían una precisión envidiable. Que decepción, yo que entonces me empapaba todas las revistas de caza y la de Armería Alvarez que entonces empezaban a mandar a las casas a través de la federación. Me esperaba un mannlicher, un mauser, remington, etc. Pues noooo la castaña.
Miré uno con cariño, de varios que mostró Fernando encima del mostrador y elegí uno. 40.000 ptas le sopló y otras tantas por el armero, a eso si, me regaló una caja de balas S&B. Yo vi tan ilusionado a mi padre, que con el capricho que me lo regaló no hice muchos ascos. A lo comercial era un 308 W. Buen calibre, por lo que me autoconvencí.
Ahora a estrenarlo. Y, como no, de espera.
Por aquel entonces estaba mi padre de socio en una finca de Ciudad Real, una de esas que se te clavan para siempre en el corazón, una finca preciosa, donde había un poco de todo. Era de menor, pero ya se veían algunas pepas y ciervezuchos de poca monta y alguna marca de guarro.
Yo en esa finca, le había preparado a mi padre, un puesto en un collado que resultó ser un filón, mató bastantes pero ninguno buenecillo, mas hembras que machos, pero asi era mi padre, poco seleccionador. Le prestaba más atención a los jamones y los lomos de una buena guarra que a una buena boca. Yo por el contrario, con la cabeza revuelta de tanta revista del sector, tanta foto de guarracos y una fiebre por la trofeitis como el que más. Sin saber que luego esa trofeitis se convertiría en mi gran pasión, no por el trofeo cobrado sino por el juego que me darían esos grandes portadores de buenas defensas forjadas con mil y una batalla en latín, romano y griego.
Y, si. Como he dicho más arriba, yo le preparé el puesto a mi padre, ya empezaba a mostrar buenas dotes para realizar buenos puestos de espera. Coloqué un palets encima de una encina y me curré una escalera de capricho con una baranda, en fin, un gran puesto para mi, claro. Nunca se subió encima mi padre, el se colocaba en el suelo, buscando el sitio adecuado según el aire de esa noche. Entrabamos al puesto, como en las pelis de indios y cuando menos te esperabas decía " ya hemos llegao tu te sientas ahí y yo aquí ". A veces no era muy atractivo el sitio, pero si efectivo. Tenía mano pa eso de los aires. Nunca estrené el palets de la encina. Hace poco tiempo hablé con el nuevo propietario de esa finca tan bonita y me dijo que donde estaba el antiguo puesto había colocado el una torreta y que era un puesto de bandera.
Allí cebé mi primer cochino, recuerdo que con panochas de maiz, con hojas y sus pelillos rojos característicos. Poco a poco aquello se fue poniendo bueno.
El estreno.
Recuerdo que esa tarde quedó mi padre con otros dos socios mas para ir de espera, que tenían ya los permisos.
Los puestos estaban colocados por orden, según el camino. Primero uno, en una siembra. Segundo otro en un pantanete, que aquel puesto era inaguantable por el estruendo de las ranas y tercero el del chiquillo
Aquella noche como siempre, me puse con mi padre, me buscó el sitio, en el suelo claro, decía el que ahí no se subía y si se caía, saque mi cetmetón, le metí "cinco balas",
por si acaso y el me dijo que el alumbraría con su farolillo y que yo disparara. Yo no había ni probado aquel artilugio nunca. Estaba yo con mi riflezaco como Mateo con su guitarra.
Empezó a oscurecer y empezaron los ruidos típicos de la noche, que otras había oido y que aquella noche en cuestión me parecían que eran cochinos por todos sitios. Me sobresaltaba por todo, ahora me río, pero vaya valiente esperista.
Poco después de la hora del perro, escuché llegar a los cochinos, que poco antes de entrar en plaza se pararon justo enfrente nuestra, el corazón se me iba a salir y mi padre me hacía carantoñas que, que pasaba, yo le indicaba que estaban ahí y el sordo, como yo ahora, no se enteraba. En ese momento sale un cochinaco del monte al claro, habría 35-40 pasos, que me parecían 5-6, me temblaban las piernas, las manos, los huesos, toooo. Se tapa con una mata y de momento sale otro que me pareció aun mas grande y se va para la misma mata. Veía a través de la poca luna a mi padre, hacerme señas que me esperara, yo ni caso, apuntando con el mauser echado a la cara al bultaco, no di tiempo a mi padre a encender el foco, casi de sorpresa, Pummmmmm. Al recargar, como una exhalación, se me atrancó la bala o yo que sé.
Padre: A que las tirao.
Hijo: Coño papá al guarro.
Padre: Que guarro.
Hijo: Joder al cochino que había detrás de la mata.
Padre :¿ De la mata ?
Hijo: De la mata esa, detrás del comedero.
Padre: Pero no te he dicho que te esperaras, mira que eres, parecía que ibas a salir corriendo tu antes que la bala. (Se ríe ).
Hijo: ¿ Miramos ?
Padre: Pero que vamos a mirar, si los cochinos pasaron y no se pararon. Iban en dirección al pantanillo. Menuda cara se le habrá quedao a José al escuchar el tiro, lo mismo los tenía encima.
Hijo: Bueno, vamos a mirar, por si acaso.
Padre: Pero que vamos a mirar, que no hay naa, que ya te lo digo yo. Pero si te empeñas, vamos.
Fuimos a donde yo creía que había tirado el gran guarraco y efectivamente no había nada. Me quedé sorprendido, parecía un guarrazo. Mi padre me decía que me había puesto muy nervioso y que para otras ocasiones tenía que tranquilizarme. Menuda cara se me quedó.
Yo insistí durante unos segundos. Y, zas. Sangre. Un charquete de un palmo aproximadamente. Mi padre se quedó blanco. Y no tardó ni un parpadeo de ojos en cargar su paralela, que iba enfundada y todo.
Hijo: Mira por aquí va, hay mas sangre.
Padre: Ten cuidado que puede estar herido, ponte detrás de mí.
Hijo: Míralo. Lo he matado. ( Dando botes de alegría, con una escandalera )
Padre: ¿ Donde ? ¿ Donde ?
Hijo: Ahí ahí.
Padre: Ten cuidao que puede estar vivo.
Se acercó y le toco con el cañón de la escopeta. Estaba tieso. Decía, "mira que pelotones, es un macho".
Se emocionó tanto que se le saltaron las lágrimas, me dió un abrazo que casi me junta las costillas. Me decía que menudo estreno le había dado al 308 W.
Era un guarraco, pero no tenía la boca que a mi en aquella época me hubiese gustado, un navajerete pelotudo
Lo cargamos en el patrol y a recojer a los demas. Los otros no se lo creían que lo había matado yo. Menuda anécdota.
A raiz de aquello, siempre que iba de espera con mi padre y nos poniamos juntos era yo el que portaba el arma. Y poco a poco me fui tranquilizando.
PD: El mauser, lo taladré y lo guardo de recuerdo. Ya que fue un regalo de mi padre y el que me ayudó a matar mi primer cochino de chorra ya que no había manera de atinar con el. Apuntabas a un cartón a 50 pasos de un metro x un metro y no había cojones a darle a nada. Variaba un huevo. Aquella noche fue pura potra. La suerte del principiante.
Tema: Mi primer rifle. ( En recuerdo a mi padre ) (Leído 7003 veces)